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martes, junio 03, 2008

En corto

Jorge Gómez Naredo

Un diputado priísta, Hugo Daniel Gaeta Esperaza, apoyó a la fracción del PAN. Dice, argumenta y aduce que por “convicción propia” decidió no ser oposición. Raro, muy raro. Él se defiende: no tuvieron que ver los panistas en su decisión de no apoyar la revocación de mandato. Lo tiene bien claro: “Yo lo hice por convicción propia. Además estoy convencido que una medida de esa naturaleza nos llevaría a generar conflictos sociales importantes en el estado y en el país […] no es una iniciativa propia de mi fracción, era del PRD y siempre les manifesté que no estaba de acuerdo en votar a favor. Yo no entré en el acuerdo del resto de mis compañeros y yo voy a votar en congruencia. No me hablaron los panistas, no me habló el gobernador, no tuve arreglos con nadie, fue una decisión muy propia”.

La sección de chismes políticos de Público, La Tremenda Corte, menciona al respecto: “La razón para que el diputado priísta Hugo Gaeta votara con los panistas para que la revocación de mandato no se volviera ley fue de peso. Y de centavos. Corre la versión de que Gaeta negoció con la fracción del PAN que la cuenta pública de Hostotipaquillo, de cuando él fue alcalde, saliera limpísima (pía, en términos emilistas) y no se le fincaran cargos. Algunos panistas presumen que chamaquearon a Gaeta y hasta afirman que les salió barato”.

El caso es que no le podemos pedir a los diputados priístas se oposición. No lo son. Nada más hay que ver a los tricolores en el Congreso Federal para darnos cuenta que de oposición tienen poco. Sin embargo, en el caso de Gaeta Esperaza observamos lo que hace tanto daño al país: corrupción, impunidad y la falta de visión para que existan leyes que castiguen a los gobernantes.

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