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viernes, junio 27, 2008

El Código y sus sombras

Daniel González Romero
Público
27 de junio, 2008

El proceso de crecimiento que sigue actualmente nuestra urbe envuelve su complejidad en una densa cauda de intereses particulares, que se enredan en la riqueza que genera, entre la que se destaca la especulación que surge de la apropiación y uso del suelo. El territorio urbano se ha transformado en una especie de mercado libre, que resulta en el caos que vivimos a diario. De la explicación objetiva de esto huyen los responsables pasados y presentes para ocultar las sombras con las que se ha ejercido el poder. No descubrimos nada nuevo si agregamos que la ciudad es una fuente activa de problemas sin solución de corto plazo, pero lo más sombrío es que no se avizora un futuro diferente. Sin contar que entre las carencias de la mayoría, lo que al parecer ignora el gobernador, no se resuelve con caridad, templos y espectáculos, se nos aparece en este gobierno un proyecto particular y mediático, de clase, la inversión de recursos públicos para promover el turismo, mientras los problemas funcionales de la ciudad trastocan la vida de sus habitantes.

Además se intenta poner en juego un supuesto “código urbano”, y lo que supone, en el que no se aclara en nada un porvenir mejor para la ciudad y sus habitantes, y que más bien nos hace sospechar que detrás se encuentra lo que dijo el diputado Iván Arguelles, presidente de la Comisión de Desarrollo Urbano del Congreso, sólo que en sentido contrario de lo dicho por él y los que representa entre quienes lo desean aprobarlo, respecto de que quienes se oponen a este es porque con ello sacan provecho. Quizá no entiende que los que se oponen al “código” no necesariamente se dedican a los negocios inmobiliarios.

Contrario de lo que adujo el diputado, lo que hace falta agregar a las normas son las penalidades a las que se sujetarían los servidores públicos que incumplan o violen aquello que debe hacerse para el bienestar social en la ciudad y su desarrollo urbano. Basta ver los nombres e intereses en los distintos asuntos que se producen respecto del desarrollo urbano en los ayuntamientos, o quienes forman otros organismos relativos públicos-privados, los contratos de obras, para encontrar algunas líneas de análisis. Comenzar con lo que sucede en Zapopan. Con muchas de las acciones del pasado que nos afectan. Lo que han hecho y hacen los gobiernos estatales y municipales amparados en las normas, para observar y considerar con cuidado que si aquí se llevasen al cabo investigaciones como las que llevaron en España, el “código” que quieren imponer no sería necesario.

Los ejemplos son tan numerosos que llenarían muchas páginas de un libro de cargos. Porque ante el panorama cabría decir que “en este pueblo no hay culpables”, pues los traídos y llevados “juicios políticos” son una burla para la ciudadanía y una grotesca salida para quienes se sirven de ser servidores. O sea, lo que el viento a Juárez. Los pasos a desnivel y la detonación de edificios de altura son mínima muestra de lo que pasa, sin considerar el pasado y menos el futuro. No se encuentra por ninguna parte el examen autocrítico de autoridades y beneficiarios. Naturalmente la espera de que las sombras cubran los hechos es el PAN de cada día. En Zapopan (caso grave), como en Guadalajara (difícil), El Salto (mucho ha sucedido), Tlaquepaque (lo previsible), Tlajomulco (especulación), y de colofón y para no dejar en paz la retórica, en todos los discursos se habla de transparencia y sustentabilidad.
dgonzale@cencar.udg.mx

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