Entrevista: Porfirio Muñoz Ledo - Político
El ex presidente del PRI y del PRD está enojado y preocupado. Dice que vuelve a discutirse el papel de la Iglesia y que los mexicanos pasamos del fatalismo de tiempos del priismo a otro peor, “el país no tiene rumbo y lo vemos como algo natural”.
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Quienes conocen a Porfirio Muñoz Ledo dicen que se ha endurecido. Él les da la razón y va un poco más lejos: “La verdad es que estoy enojado, pero estoy enojado también conmigo porque soy corresponsable de este retroceso que estamos viviendo”.
La entrevista es en el Hotel Carlton y en la mesa hay un libro de Monsiváis que trata sobre el siglo XIX, “es una etapa de nuestra historia que parecía superada, pero estamos otra vez discutiendo el papel de la Iglesia y del Estado, la necesidad de poner en primer plano la soberanía y hasta los fueros”.
¿Fueros?
¿Quién puede negar que hay grupos que quieren restablecer fueros para actuar al margen de la ley? La forma en que la Iglesia ha actuado en el tema de la pederastia, algunos abusos de empresas en lo que se refiere a las condiciones de trabajo y la impunidad por hechos de corrupción.
¿Dónde quedó la política, dónde el Estado?
En lo que hace a la transición, se parece a la de la Unión Soviética. La transformación económica fue de tal calado que el Estado se disolvió. La política no tuvo la capacidad para mantener la integridad. En México fue tan brutal el viraje a la derecha que no hemos podido recuperar terreno por la vía política.
El país ha asumido un liberalismo salvaje, el capitalismo está disolviendo al Estado. Hay una regresión del pensamiento del país. Se está asumiendo la dependencia de Estados Unidos como una fatalidad, como un hecho que aceptamos; se está profundizando la desigualdad.
…respecto al Estado...
En México el avance del neoliberalismo fue brutal, más incluso que en Chile, donde los militares pusieron límites. La fuerza del Estado se expresa a través del ceño fruncido de Ramírez Acuña, pero es un Estado que sirve a otros intereses. La pérdida de la densidad del Estado está relacionado con el crecimiento de la influencia de los poderes fácticos: las multinacionales, el duopolio televisivo, los monopolios, El Vaticano y el narcotráfico. Los capos más importantes están en México y no hay una estrategia clara de combate. El lavado de dinero no se combate sacando al Ejército a las calles.
¿Qué pasa con la relación con EU?
Hay una ocupación ideológica. El imperio no necesita actuar en México como lo hace en Irak. En los últimos 20 años, ningún país cambió tanto su filosofía nacional como México. Estaba anclado en un sentimiento de independencia, ahora está orientada hacia la subordinación. El muro es una afrenta que no se ha valorado en todo lo que significa. Deja claro los límites de nuestra relación comercial. Imagínense si hubiera un muro entre Francia y Alemania. Me subleva que en México no nos hayamos dado cuenta de la gravedad de los hechos.
¿Hay algo que hacer?
En México el salario mínimo es quince veces menor que en los países desarrollados. Lo peor es que lo vemos como un hecho natural, que no podemos cambiar. Es como si el fatalismo de la época del PRI se hubiera profundizado. El mexicano acepta que el Estado es corrupto, que estamos subordinados a Estados Unidos y que su trabajo vale poco. Pasamos del “son ladrones pero gobiernan bien” a una cosa peor. Tomamos como algo natural que no tengamos rumbo.
¿Cómo compara a Felipe Calderón con Vicente Fox?
Fox es un malilla, un ranchero mañoso. Lo que más me molesta de él es que es un cínico. Siempre pensó hacer lo que hizo. No quería la democracia, sino el poder. Yo no le echo la culpa a Marta. El tono cínico de Castañeda, que es su principal asesor, nos da una idea de su estatura moral.
Felipe es de origen doctrinario; universitario, yo diría que es aplicado. El problema es que es beneficiario de las mañas de Fox y en ese sentido es culpable. Los que venimos del antiguo Estado mexicano podemos darnos cuenta de lo acotada que está la Presidencia ahora. Felipe, no. El hecho es que tiene un pequeño margen de acción. Si tiene buena fe, es al que más le conviene la reconstrucción y democratización del Estado.
La grabadora se ha apagado y Porfirio Muñoz sigue prendido. Habla de su papel en 1988 y en 2000 y su confianza en seguir siendo protagonista. Desde la mesa hasta la salida del restaurante la gente lo reconoce. Él saluda y no se detiene. Muñoz Ledo está enojado y parece lleno de cosas que hacer. Tiene 73 años y otra vida por delante.
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