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sábado, abril 07, 2007

De Cristos y cristeras

María Teresa Jardí - 04 de abril de 2007

Los mismos que no dudaron en sacrificar a Cristo, por estos mismos días aunque hace muchos años. Los mismos que condenaron a Cristo a ser torturado y asesinado clavado en una cruz, hoy amenazan a Monseñor Vera, el obispo de Saltillo, porque exige justicia para unas prostitutas violadas por militares.

Y son los mismos intelectuales a modo --persignados hoy-- los que entonces se rasgaban las vestiduras porque Cristo se decía hijo de Dios, los que se prestan para convertir a Ernestina Ascencio en una anciana, la edad terca que es la realidad no pueden quitársela, "fantasiosa perversa", quien mientras se desangraba se inventaba una violación cometida por militares para agredir el prestigio del Ejército nacional.
Con singular ahínco, como en cualquier dictadura, los mismos intelectuales que sacrificaron al hijo de Dios, van convirtiendo hoy las violaciones cometidas por elementos del Ejército o por los cuerpos policíacos paramilitares clandestinos y no, en "maltratos sexualizados", en el caso de Atenco, "que no son lo mismo que sexo por placer", dicen, con el desparpajo de sus sesudas mentes, a sabiendas de que mienten.

Sí, aunque no lo crean, los que no lo hayan escuchado con sus propios oídos, los intelectuales a modo del sistema no dudan en concederle una "fantasiosa perversidad", a una anciana de 73 años, para la que tendrían, si ese fuera el caso, más bien que estar exigiendo el Nobel porque ni García Márquez ha soñado nunca en crear un personaje con esa capacidad de inventar, mientras se desangra en el lecho de muerte, el cobro de una venganza a nombre del EPR, en el último minuto de su vida y a pesar de tener una gastritis crónica y una anemia ídem de lo mismo y probablemente con todos el resto de órganos afectados por el hambre que es la más cabrona de las causas de muerte natural, luego de la impunes ejecuciones,
convertidas también en causa de muerte natural por el sistema corruptísimo que defienden esos intelectuales pasto del fascismo.

Y mientras tanto la derecha, con esa doble moral que la caracteriza, no duda en prostituir a la Virgen de Guadalupe, olvidando que también es la madre de Cristo, elegida por Dios para que su hijo viniera a redimir a los hombres. ¿O no era así la cosa y todo esto no fue más que otro invento de la derecha para corromper, entonces y ahora, al mundo en aras, entonces y ahora, de los más bastados intereses? Prostituir a la Virgen, acabar con el Estado laico, hacer el ridículo ante la comunidad internacional, demostrar que México, va a demostrarle al mundo que existen los países dispuestos, en pleno siglo XXI, a caminar hacia atrás para no moverse nunca del mismo lugar: el de la desvergüenza y el cinismo. El de la impunidad como única certeza y la corrupción como única divisa gubernamental y empresarial. País donde los monopolios vuelven a ser posibles y en el que se rescata a banqueros una y otra vez y otra más. De eso, y de mucho más, habla el pavoroso vestido destinado, por la ultraderecha que usurpa el gobierno de México, a ser usado por la mujer a la que le asignen el primer lugar en esa pasarela que, como las de las vacas, exhibe a las mujeres concursantes para que los jueces elijan a la más buena.

Pero, bueno, si la jerarquía de la Iglesia Católica, parte integrante de esa derecha, vendió la imagen de la Virgen de Guadalupe, al mejor postor, por qué no habrían de subastar a sus hijas con las tetas injertadas, como se subastan las vacas, en el país destino del comercio sexual y segunda nación, a nivel mundial, porque paga para no ser la primera, digo yo, con mayor producción de pornografía infantil.

De Cristos y cristeras se va poblando nuestro país.

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