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domingo, febrero 11, 2007

Opinión - Monica Pérez Taylor

El cambio climático es real y ya está aquí. Partiendo de esta certeza científica es necesario apreciar la importancia de nuestros manglares.

MURAL - 10 de febrero 2007

Advertidos estamos

Los manglares son los bosques que pueblan las costas de las zonas tropicales y subtropicales del mundo. El tipo de ecosistema que han generado se conoce como humedal y albergan una inmensa biodiversidad. Se desarrollan en los estuarios (esteros), que son la parte más ancha y profunda en la desembocadura de los ríos en los mares y en los océanos. Durante la pleamar la entrada de aguas marinas represa las aguas dulces del río, mientras que durante la bajamar, todas las aguas comienzan a regresar y entrar a gran velocidad en el mar, lo que contribuye a limpiar y profundizar su cauce.

Los estuarios suelen tener playas, brazos y embalses naturales que retienen y disminuyen la velocidad del agua y regulan las inundaciones. Son esenciales porque ahí se origina y se reproduce la mayor parte de la vida marina. Los manglares regeneran y protegen la costa, retienen sedimentos y contaminantes, y reducen el calentamiento global mediante la captación de carbono. Previenen desastres, pues son la barrera natural contra huracanes, ahora más intensos y frecuentes.

La mitad de los humedales del mundo han desaparecido; en México hemos destruido el 65 por ciento de éstos y el resto está amenazado. Según el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, por cada hectárea de manglar que desaparece se pierden 900 mil dólares en servicios ambientales. La destrucción de manglar en México significa una pérdida de 4 mil millones de dólares cada año. 270 millones de dólares más por la erosión de los márgenes de los ríos, y se ha acumulado un pasivo ambiental de 329 mil 368 millones de dólares. Ante tal destrucción, la producción pesquera marina ha disminuido en un 70 por ciento.Los manglares han sido deforestados por las maderas preciosas y resistentes de algunas de sus especies. Los afecta irreversiblemente el cultivo de camarón; las hidroeléctricas y el cambio de uso del suelo, en mayor medida los desarrollos turísticos e inmobiliarios que deforestan, cortan los corredores naturales de la fauna, fatigan la tierra con toneladas de concreto, arrojan aguas negras sin tratar y derrochan gran cantidad de energía eléctrica y agua dulce.

La Comisión Intersecretarial de Cambio Climático destaca que México es uno de los países con más zonas costeras expuestas a los fenómenos meteorológicos extremos y que una condición fundamental para garantizar la sustentabilidad de las poblaciones consiste en salvaguardar la integridad de los ecosistemas y de los servicios ambientales que hacen viable el desarrollo económico y social. Conservar los manglares es prioritario ante el cambio climático.

Por ello fue aplaudida La Ley de la Vida Silvestre que incluye un nuevo artículo que prohíbe cualquier tipo de obra que afecte los manglares, el ecosistema y su zona de influencia, esteros, lagunas costeras y sus cuencas hidrológicas. Sin embargo, esta ley podría convertirse en letra muerta, pues los Gobernadores de los Estados costeros la rechazaron, incluido Jalisco, y ya presiona el sector turístico para modificarla y poder continuar con la explotación irracional de los manglares.

¿Cuántos permisos para construir sobre manglares, y bajo qué condiciones se otorgaron en el pasado reciente? ¿Cuánto más daño causarán? Ya veremos si Felipe Calderón tiene suficiente voluntad y autoridad para poner un hasta aquí o si los depredadores oficiales, los Gobernadores y empresarios, senadores y diputados, cabilderos y abogados, notarios y fiscalistas se coluden para seguir fraccionando nuestras costas, en su beneficio y el de las transnacionales, con un modelo que ha destruido los ecosistemas y propiciado mayor desigualdad social y económica, lavado de dinero y corrupción.

La nueva legislación partió de una iniciativa ciudadana y tardó ocho años en concretarse con el apoyo del Instituto Nacional de Ecología. Dependerá de los ciudadanos exigir que se cumpla.

O luego, habrá que ver cómo, y con qué recursos, el Gobierno federal reubicará o protegerá a los 20 millones de personas en situación de riesgo ante huracanes en las costas. O a los 70 millones de mexicanos, según cifras oficiales, que habitan en zonas de "alto riesgo" y "vulnerabilidad" ante todo tipo de fenómenos y desastres naturales.

Ya podrá Calderón ofertar nuestros recursos naturales en el extranjero, pero sin una nueva visión económica, política y ecológica no podrá garantizar los servicios ambientales a los inversionistas hoteleros, ni salvaguardar la integridad de la población costera.

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