* Palabras del Presidente Legítimo de México, Andrés Manuel López Obrador, al participar en la
movilización por la defensa de la economía popular, en el Zócalo de la Ciudad de México
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Gracias por esperar, gracias por su lealtad.
No quería la derecha y algunos medios de comunicación que yo hablara en el Zócalo, pero aquí estamos. Muchas gracias.
Inicio afirmando que tengo motivos suficientes para sostener que nuestro país no podrá salir del atraso en que se encuentra, ni mucho menos frenar el empobrecimiento de la mayoría de los mexicanos, si no cambiamos el actual régimen político de corrupción y privilegios y llevamos a cabo una renovación tajante en todos los órdenes de la vida pública.
El país necesita, para que se entienda bien y se escuche lejos, una transformación de las dimensiones del movimiento de Independencia, del movimiento de Reforma y de la trascendencia de la Revolución Mexicana.
Sólo así podremos enfrentar los grandes y graves problemas nacionales. Desde luego, en nuestro tiempo, esta gran transformación debe darse de manera pacífica y sin violencia, apoyada en una revolución de conciencias y en mucha organización ciudadana.
Aunque parezca una utopía, este es el camino a seguir, y quiero expresar con todo realismo y objetividad, que hay condiciones inmejorables para llevar a cabo este cambio de fondo.
¿Por qué sostengo que esto es posible?
Porque tenemos tres cosas fundamentales: en primer término, y eso es lo mero principal, hay millones de mujeres y hombres de buena voluntad, libres y concientes, dispuestos a llevar a cabo esta indispensable transformación.
Estoy recorriendo de nuevo el país y donde quiera que voy, hasta en el más aportado rincón de la Patria, encuentro gente que me dice vamos adelante, no aflojemos, no claudiquemos, gente por todos lados, muy firme en sus convicciones.
Mujeres y hombres que incluso nunca habían participado en política, que se fueron involucrando en el movimiento desde el desafuero y que terminaron por convencerse durante el proceso electoral, y que ahora no cambiarán por nada, su manera de pensar y de ser.
Este es nuestro principal recurso. Nuestro tesoro.
En segundo lugar, tenemos la suficiente autoridad moral para impulsar los cambios que requiere el país.
A diferencia de la derecha y de sus aliados incondicionales o fortuitos, nosotros no hemos titubeado, ni hemos traicionado nuestros principios y en tercer lugar es justa y necesaria la causa que postulamos y defendemos.
Nadie puede negar, con un poco de luz en la frente, que debe cambiar la actual política económica, antipopular y entreguista, nadie puede decir en honor a la verdad que debemos seguir haciendo política con la corrupción de siempre. Y mucho menos, nadie que se precie de humanista puede aceptar que siga imperando la desigualdad económica y social, esta monstruosa desigualdad económica y social que afecta, que golpea, que padece la mayoría de los mexicanos.
Esa desigualdad social que ha llevado al extremo de que unos cuantos lo tienen todo y la mayoría carece hasta de lo más indispensable. Esa desigualdad social que ha cancelado injustamente el futuro de millones de mexicanos, vamos a terminar con eso.
En este marco debe entenderse esta manifestación en defensa de la economía popular. Es indispensable definir bien lo que queremos, para lograr nuestros propósitos, desde ahora, con la movilización ciudadana o para sostener esos propósitos y llevarlos a cabo cuando haya condiciones o triunfe en definitiva nuestro movimiento.
¿Qué proponemos?
Es obvio que debemos insistir en cambiar la actual política económica. No sólo por razones ideológicas, sino porque sencillamente no ha funcionado: en 24 años de aplicación del modelo neoliberal en nuestro país, no ha habido ni crecimiento económico ni generación de empleos.
Y la prueba más dramática, más dura, más dolorosa, es que cada año, medio millón de mexicanos se ven obligados a emigrar del país para buscar trabajo del otro lado de la frontera.
En estas circunstancias, aunque estamos inmersos en una profunda crisis económica y de bienestar social, y son muchos los asuntos que debemos atender, considero urgente defender el salario, rescatar al campo del abandono en que se encuentra y apuntalar la endeble economía popular.
De manera específica propongo cinco acciones inmediatas:
1. Aumento salarial de emergencia, lo voy a razonar, lo voy a argumentar, en tan sólo dos meses del gobierno usurpador, en tan solo dos meses del gobierno espurio, usurpador, mientras el salario mínimo aumentó un peso con 90 centavos al día, es decir, un raquítico 3.9 por ciento, los precios de la mayoría de los productos básicos se han incrementado en un 26 por ciento en promedio. En consecuencia, es justo e impostergable recuperar, al menos, esta pérdida en el poder adquisitivo del salario. Hay que hacer valer el derecho constitucional a un salario justo y remunerador que garantice a las familias de los trabajadores del campo y de la ciudad la satisfacción de sus necesidades básicas.
2. Debe implementarse, entre otras acciones, un programa de apoyo a los productores de alimentos básicos, mediante el establecimiento de precios de garantía o precios de referencia. Actualmente la ley que impera es que el productor tiene que vender barato lo que produce y comprar caro todo lo que necesita.
Nosotros tenemos que seguir apoyando a los productores nacionales ante la competencia desigual que están padeciendo por lo del Tratado de Libre Comercio. Vamos a seguir insistiendo en que se debe de revisar el Tratado de Libre Comercio. Vamos a seguir apoyando a los productores nacionales, primero México y luego el extranjero.
Vamos a seguir apoyando a todos los productores, ejidatarios, pequeños propietarios, pero sobre todo vamos apoyar a los campesinos más humildes y a los indígenas, queremos que coman los que nos dan de comer.
3. Y por eso mismo, tenemos que impedir, por todos los medios, que entre en vigor en el 2008, la cláusula del Tratado de Libre Comercio que permite la libre importación de maíz y de fríjol, lo cual significaría un golpe definitivo a 4 millones de familias campesinas.
Si es necesario aquí nos vamos a volver a reunir, a congregar para que no entre en vigor esa cláusula del Tratado del Libre Comercio.
4. Demandamos que se aplique un subsidio urgente para reducir el precio de la tortilla. Más allá de la concepción tecnocrática que sataniza los apoyos y los subsidios, mientras en el mundo se protege a los productores y a los consumidores, se debe poner por delante el derecho a la alimentación de todos los mexicanos.
¿Con qué cara se va a conmemorar un aniversario más de la proclamación, de la promulgación de la Constitución de 1917? Si se está violando flagrantemente el derecho que tiene el pueblo a un salario justo y el derecho del pueblo a la alimentación. ¡Al diablo con las hipocresías!
5. Debe aprobarse de inmediato la iniciativa de Ley sobre Precios Competitivos y en contra de los monopolios que presentamos en el Senado de la República. Con esta decisión política los legisladores estarían beneficiando a millones de consumidores mexicanos, quienes obtendrían ahorros equivalentes a más del 10 por ciento de sus ingresos. Ya es tiempo de que los integrantes del Poder Legislativo dejen de actuar en la esfera de los poderosos y se conviertan en auténticos representantes del pueblo.
Por razones de tiempo, no puedo explicar y argumentar a detalle las características de esta propuesta. Pero el día de mañana será presentada ampliamente a la opinión pública, por el Gabinete Económico del Gobierno Legítimo.
Amigas y amigos:
La derecha lo deshumaniza todo. Ya estamos viviendo las consecuencias de la imposición de un gobierno dominado por delincuentes de cuello blanco. Ellos sí son un peligro para México.
Pero a pesar de todo, quiero expresar aquí, en la principal plaza pública de México, que estoy absolutamente convencido de que más temprano que tarde, va a triunfar nuestra causa, la causa de la libertad, de la justicia y de la democracia.
Y quienes conocen la historia de México saben muy bien que en nuestro país, la derecha sólo ha podido prevalecer transitoriamente. Y siempre con resistencia popular. El pueblo de México tiene alma colectiva, libertaria y progresista, que se escuche bien.
Desde aquí les decimos a los potentados: que no les va a salir su numerito, su fórmula de tratar de imponerse con un presidente pelele, y a través del control y la manipulación de los medios de comunicación y con la intimidación y la fuerza.
Pueden seguir atacándonos los conductores de televisión y de radio, pueden seguir atacándonos los periodistas oficiosos, con honrosas excepciones, pueden seguir actuando como alcahuetes de la derecha, pueden seguir envileciéndose y haciendo el ridículo, pero no podrán ocultar la verdad y no podrán seguir engañando a la mayoría de los mexicanos. Al pueblo se le puede engañar una vez, dos veces, pero no se le puede engañar toda la vida.
Hablando de la fórmula que aplican, que consiste en manipulación e intimidación, piensan que van a poder imponerse manipulando, y piensan que van a poder también imponerse intimidando y usando la fuerza.
Aquí aprovecho, precisamente, para expresar de nuevo mi solidaridad con el pueblo de Oaxaca, exigir la libertad de los ciudadanos de ese estado que permanecen injustamente encarcelados, y el castigo a los que deben estar en la cárcel, a los responsables de los asesinatos, de las violaciones, a los responsables de la represión en Oaxaca, empezando por la destitución inmediata de ese gobernador nefasto, Ulises Ruiz.
Amigas y amigos:
Mantengamos con firmeza nuestras convicciones. Hoy más que nunca hay que actuar con perseverancia, con terquedad en la defensa de nuestros principios y de nuestros ideales. Debemos inspirarnos en la inquebrantable fe, que siempre tuvo en el triunfo ese presidente ejemplar, Benito Juárez García.
En esta ocasión, quiero recordar esa anécdota de cuando Juárez y su gabinete estaban esperando noticias de una batalla que libraban los liberales en contra de los conservadores. Al llegar el parte militar, Juárez lo leyó y, aunque las fuerzas liberales habían perdido esa batalla, se volteó y les dijo a los miembros de su gabinete: “señores les informo que sólo le han quitado una pluma a nuestro gallo”.
Esta lucha no es de un día, nos puede llevar tiempo, pero vale la pena porque es muy trascendente la causa que estamos defendiendo, si ya iniciamos la construcción de una Nueva República, vamos a hacerlo bien, que se construyan buenos cimientos.
Vamos a establecer nuevas condiciones en lo económico, en lo social, en lo político, en lo cultural y en lo espiritual, por nosotros y por los que vienen detrás de nosotros, por nuestros hijos. Ni un paso atrás, ni siquiera para tomar impulso.
Repito, atendamos el ejemplo de Juárez y de los liberales, nunca perdieron la fe en el triunfo y al final consumaron la obra, restauraron la República y se logró la segunda Independencia de México.
Hay que seguir adelante, porque está en juego la transformación del país, está de por medio, repito, el futuro de las nuevas generaciones.
Cumplamos cada quien con nuestra tarea, porque me preguntan mucho sobre en qué se puede ayudar, cumplamos con nuestra tarea, dondequiera que se esté, se puede contribuir, se puede apoyar la causa. Tenemos que convencer, por ejemplo, a más gente, a vecinos, a familiares, a amigos y a compañeros de trabajo, inclusive hay que convencer a quienes fueron engañados con la guerra sucia, hacerles ver de que sólo con este movimiento habrá Patria, seguridad, bienestar y futuro para todos.
Hay que argumentar, también, y debatir en los medios de comunicación, no hacernos a un lado, porque la libertad no se implora, se conquista.
Tenemos que hablar a programas de radio, enviar correos a las televisoras, mandar cartas a los periódicos defendiendo nuestros puntos de vista. Hagamos valer el derecho a la información.
Estemos atentos, porque así como estamos ahora, congregados defendiendo la economía popular, mañana posiblemente, en el futuro, tengamos la necesidad de volver a movilizarnos para que no se abandone por completo la educación pública; vamos a defender la educación pública gratuita, de calidad en todos los niveles escolares; vamos a defender que no falte el presupuesto a las Universidades públicas, no queremos que la educación se convierta en un privilegio, la educación es un derecho de nuestro pueblo.
Podemos también llamar para no permitir, y hay que estar muy atentos, la privatización de la seguridad social. Tenemos que defender las instituciones de seguridad social. Debemos, de manera muy especial, defender la industria eléctrica y el petróleo.
No permitir la privatización en ninguna de sus modalidades de la industria eléctrica y del petróleo. Ahí anda Labastida Ochoa, coordinador de la Comisión de energético, del PRI, en el Senado muy afanosito haciéndole el trabajo sucio a la derecha, diciendo que van a permitir que haya inversión privada, nacional y extranjera, en Pemex; desde aquí les decimos: No vamos a permitir que se privatice la industria eléctrica y el petróleo. La Patria no se vende, la Patria se defiende.
También tengamos en cuenta que aquí nos vamos a volver a encontrar del 21 al 24 de marzo para llevar a cabo la Convención Nacional Democrática.
Muchas gracias por su participación en este acto. Muchas gracias de todo corazón. Muchas gracias por su generosidad, porque han decidido quedarse o venir a escucharme.
Y como decía el presidente Juárez, con mucho optimismo, porque el futuro es nuestro: vamos a rescatar a México como se pueda, con lo que se pueda y hasta donde se pueda.
¡Viva la nueva República!
¡Viva México!
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