¿Dónde están las ideas?, ¿las reflexiones?, ¿las propuestas profundas?, ¿la explicación de los problemas que aquejan a la ciudad, al estado, al país? ¿Dónde están los debates serios e informados?, ¿dónde los candidatos que se esfuerzan por conocer a sus posibles representados?, ¿dónde los aspirantes a alguna alcaldía o a alguna diputación con propuestas creíbles, bien planeadas, posibles? ¿Dónde está la ideología, los principios, los valores que se supone representan los diversos partidos políticos? ¿Dónde está la responsabilidad de los candidatos para con la gente, con el pueblo, con quienes buscan representar? ¿Dónde está la política?, ¿dónde la búsqueda del bien común? ¿Dónde está la inteligencia?
Son tiempos de campañas políticas. Uno puede escuchar a un personaje decir las ideas más aberrantes de este mundo y, cuando las dice, se mira convencido: como si realmente creyera eso que está arguyendo. Hay cientos de candidatos a diputados locales, federales y alcaldes que prometen erradicar la inseguridad, dar empleo, industrializar el país, mejorar las condiciones de vida de todas las familias y un sinnúmero de planteamientos más que son positivas por sí mismos, pero que un diputado local o federal, o un alcalde, jamás podrán realizar.
Pero las campañas no solamente son “las propuestas” que buscan arreglar el mundo o los agudos lemas de los candidatos como “experiencia con resultados” (Guillermo Martínez Mora), “Zapopan unido” (Héctor Vielma), “para una ciudad limpia, un gobierno limpio de corrupción” (Jorge Aristóteles Sandoval), “trabajo para ti” (Jorge Salinas), “con Galán gana Guadalajara” (Miguel Galán), “para volver a crecer” (Carlos Orozco Santillán), “humanismo como eje del desarrollo social” (Alfredo Argüelles), “vamos a seguir transformando Tlaquepaque” (Yhanjo Razón), “visión de futuro para ti” (Carlos Burgara) y un largo etcétera.
Las campañas también son las agresiones, los infantilismos, las tácticas de “contraste” y las estrategias. En este marco se inserta la lucha entre el PRI y el PAN por conquistar el gobierno de la ciudad de Guadalajara. Jorge Salinas reta, Jorge Aristóteles evita; Jorge Salinas dice que posiblemente su contrincante es drogadicto, Jorge Aristóteles tacha de loco a su opositor; Jorge Salinas parlotea que su rival miente, y éste balbucea que no; Jorge Salinas demanda porque su oponente le robó (sí, así como se lee) un cabello, Jorge Aristóteles responde que no seguirá la agresiones de su adversario. Y entonces viene el contraataque: Jorge Aristóteles insinúa que Jorge Salinas y el PAN hacen campaña sucia, Jorge Salinas se deslinda “completamente de cualquier otro tipo de campaña” que no sea la legal y ética; Jorge Aristóteles expone resultados de análisis donde se indica que es un hombre sano, que no miente y que jamás ha probado sustancias ilícitas, Jorge Salinas vocifera: su oponente sí es drogadicto. Los dos aspirantes con verdaderas posibilidades de ganar la alcaldía de Guadalajara pelean, berrean, chillan, se insultan. La cuestión es: ¿dónde está el debate?, ¿dónde las ideas?, ¿dónde las propuestas profundas, creíbles?, ¿dónde está la inteligencia?
La lucha de los dos candidatos con posibilidades reales de ganar la alcaldía de Guadalajara (Jorge Salinas y Jorge Aristóteles) ha mostrado, nítidamente, la decadencia de la elite política jalisciense, el vacío de ideas, la ausencia de reflexiones y de una relación con los verdaderos problemas de los tapatíos. Para ellos (los candidatos y sus respectivos partidos) lo importante son las muestras de cabello, los análisis de sustancias ilícitas o las pruebas de “polígrafo”. ¿Y el debate?, ¿y las ideas?, ¿y la inteligencia? Ausentes.
Por supuesto que esta ausencia de verdaderos debates (o debates que interesen a la amplia mayoría de los ciudadanos) no es privativa de los candidatos a la alcaldía de Guadalajara. Para buena parte de los aspirantes a alguna presidencia municipal o a diputaciones federales o estatales, lo que interesa no son los análisis de los problemas, los debates sobre las posibles soluciones, las perspectivas reales y las posibilidades para gobernar una ciudad o ser representante de un determinado número de ciudadanos. Eso vale poco o nada. Lo importante son las campañas de golpeteo (o de “contraste”, como el PAN las ha bautizado), el desprestigio y la afrenta. Se pelean entre ellos, lloriquean entre ellos, se enfurruñan entre ellos. Al ciudadano no lo ven ni lo escuchan ni lo toman en cuenta. Sí, el pueblo…, el pueblo nomás mira el espectáculo. Y a veces ni lo mira, pues provoca asco.
jorge_naredo@yahoo.com
::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Lic. Andrés Manuel López Obrador en 2009::
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