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domingo, abril 08, 2007

Maternidad voluntaria

Marta Lamas
28 de marzo de 2007

En el Distrito Federal existen actualmente tres razones por las cuales una interrupción del embarazo es legal: violación, grave daño a la salud de la mujer y malformaciones del producto. La Asamblea Legislativa del DF está discutiendo una más: la obstrucción al proyecto de vida de la mujer, que concentra razones de tipo sicológico, socioeconómico y ético.

Además de ser una cuestión de salud pública y de justicia social, el acceso a un aborto seguro es un asunto de democracia. En el derecho a decidir sobre el propio cuerpo se encuentran vivos los principios políticos de una democracia moderna pluralista, que prioriza la libertad de conciencia, respeta la responsabilidad individual y valora la calidad de la vida.

Un Estado laico norma sus criterios jurídicos en la ciencia, no en la religión. La ciencia ha determinado que un embrión de 12 semanas no tiene las estructuras neurológicas para sentir ni dolor ni placer. Por lo tanto, al interrumpir el proceso que lo convertiría en un ser humano no se le está causando sufrimiento alguno.

La maternidad no es un destino, sino un trabajo de amor que, para ejercerse a plenitud, requiere ser producto de una decisión voluntaria. Las mujeres se embarazan sin desearlo por varias causas. La prohibición del aborto es, en palabras del jurista italiano Luigi Ferrajoli, "una obligación: la de convertirse en madre, soportar un embarazo, parir, criar un hijo". Despenalizar el aborto significa respetar el derecho a la integridad física, acabar con la coerción a la autonomía personal y evitar las múltiples restricciones y limitaciones que conlleva criar una criatura.

¿A quién le sirve que una mujer sea obligada a tener un hijo? ¿Qué tipo de vida tendrá una criatura no deseada, rechazada emocionalmente, incluso maltratada? Más que discutir sobre "la vida" en abstracto habría que tratar de pensar en concreto en las responsabilidades emocionales y económicas que supone hacerse cargo de un nuevo ser.

Por último, nadie está "a favor" del aborto: todas las personas deseamos que ya nunca ninguna mujer se realice un aborto. Por eso es crucial distinguir entre el hecho del aborto en sí y su tratamiento penal. Se puede lamentar la existencia de los abortos sin exigir que deban estar penalizados, como hizo el obispo auxiliar de Madrid al declarar: "Mi conciencia rechaza totalmente el aborto, pero mi conciencia no rechaza la posibilidad de que la ley no lo considere delito".

Fundadora del Grupo de Información en Reproducción Elegida

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