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lunes, mayo 12, 2008

Opinión - Jorge Gómez Naredo

Artículo publicado en La Jornada Jalisco, el 11 de mayo de 2008.


A propósito del transporte público

Jorge Gómez Naredo

¿Cuántas veces nos han dicho los de arriba que se mejorará el transporte público?, ¿cuántas declaraciones con tono victorioso no se han pronunciado para decir que ya, que pronto, que falta poquito, casi nada, para que en la zona Metropolitana de Guadalajara exista un transporte público digno y eficaz?, ¿cuántos buenos propósitos han firmado los empresarios del transporte público con nuestros gobernantes?, ¿cuántas caras de felicidad, apretones de manos y abrazos con risotadas no se han repartido las autoridades y los dueños de camiones que prestan a diario servicio en la ciudad?

¿Cuántas reuniones ha habido en casa Jalisco para, después de sesudas y complicadas disquisiciones, el gobernador y sus cercanos colaboradores hayan establecido que el transporte público no están tan bien, pero que tampoco está tan mal?, ¿cuántas llamadas telefónicas ha recibido el Secretario de Vialidad y Transporte del gobernador para que se ponga un alto a las muertes que provoca el transporte público en la Zona Metropolitana de Guadalajara?, ¿cuándo se ha pensado, realmente, en establecer un mecanismo o múltiples mecanismos para mejorar la movilidad en la ciudad?, ¿cuántos intereses (con dinero contante y sonante) están mezclados en el negocio del transporte público?

¿Cuántas lágrimas se han derramado por la muerte de un familiar en un “accidente” del transporte público?, ¿cuántas madres han perdido a sus hijos o hijas, cuántos hijos a sus hermanos, cuántos tíos a sus sobrinos, cuántos niños a sus abuelos?, ¿cuánto dolor se ha anidado en las personas que perdieron un familiar, un amigo o un amante?, ¿se puede indemnizar el dolor, la tristeza y las cuitas?

El actual secretario de Vialidad y Transporte, el licenciado en administración de empresas por una universidad privada de Guadalajara, José Manuel Verdín Díaz, ha anunciado que después de platicar con los señores empresarios del transporte público (y de no consultar a los usuarios), se decidió que por el bien de los jaliscienses se les quitará o suspenderá la concesión a los camioneros que maten a una persona, siempre y cuando el occiso no sea el culpable de su fatalidad. Es decir, cuando haya pruebas contundentes de que la culpa fue enteramente de quien manejaba el camión, se investigará y se castigará con la pena máxima: quitar la concesión. El acuerdo no lo firmaron todos los involucrados, pues, vaya, ¿quién sospecha de la buena voluntad de las autoridades y de los ejemplares señores empresarios camioneros?

Este acuerdo se estableció sin estar presentes en las reflexivas discusiones los usuarios y los choferes del transporte público. Es un hecho que los señores empresarios camioneros no se suben a sus unidades cotidianamente, y también es seguro que el secretario de vialidad y transporte no se traslada de su casa a sus oficinas en alguna ruta de las muchas que circulan por la ciudad. Por lo tanto, el acuerdo se estableció sin el conocimiento de facto de la realidad, esa terca y recalcitrante realidad.

La ciudad de Guadalajara y su zona metropolitana es cada vez más caótica. El transporte público no es digno ni eficaz; a diario se dan miles de historias de malos tratos a los peatones, ciclistas y motociclistas por parte de los conductores de transporte público y del particular. Los arreglos y acuerdos para idear una mejor movilidad urbana siempre se toman en las cúpulas (entre empresarios y funcionarios públicos): nunca se presta atención a la opinión de los usuarios de camiones, que son la mayoría de los habitantes de esta ciudad: ¡vaya democracia!

En lo que va del año se han contabilizado 21 muertes por la imprudencia e irresponsabilidad de conductores del transporte público. Y eso es preocupante. Pero también es preocupante que buena parte de los automovilistas particulares no respeten a los peatones, a los motociclistas ni a los ciclistas. La ciudad está hecha para el auto. No hay un proyecto donde se busque establecer un verdadero servicio de transporte público digno. El metrobús, que por cierto será un jugoso negocio para los mismos señores empresarios del transporte público, no puede ser conceptuado como la solución al problema de movilidad urbana. Se precisa pensar en otros medios de traslado, como una ampliación del tren ligero y la construcción de ciclovías y motovías.

En el tema del transporte público nuevamente se observa la distancia entre la realidad y las acciones emprendidas por el gobierno panista: las autoridades no conocen y/o desprecian lo que se quiere abajo, en el pueblo. Sí, quizá haya más castigos para los concesionarios, pero, lo principal sigue sin tener solución: ¿cuándo existirá en Guadalajara un transporte público digno, con alternativas para que otros medios, como la bicicleta o la motocicleta, puedan circular por la ciudad con seguridad?, ¿cuándo las autoridades se pondrán realmente a pensar en sus gobernados?, ¿cuándo?

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