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sábado, abril 14, 2007

Opinión - Jorge Rocha

Si nadie es culpable, todos son culpables, todos mienten

Jornada Jalisco

La crisis política del momento tiene a un cuarteto como protagonista: la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), la Presidencia de la República, el gobierno del estado de Veracruz y la Secretaria de la Defensa Nacional (Sedena). En los diversos medios de comunicación hay argumentaciones encontradas, hechos contradictorios, acusaciones mutuas, hechos inexplicables y una defensa a ultranza de instituciones y personas que han llegado al extremo de plantear un escenario de confrontación, que más que a la reflexión, atiende a un declaracionismo cuasi-religioso: “yo le creo a Soberanes”, “yo le creo a Fidel Herrera, “yo le creo al Ejército” “yo le creo a Calderón”.

Evidentemente en este grado de neblina política que sólo provoca confusión en los ciudadanos, es necesario plantear interpretaciones que nos ayuden a discernir, no sólo para saber quiénes mienten o quiénes dicen la verdad (donde seguramente descubriremos que todos mienten), sino ¿por qué están pasando estas cosas? ¿por qué Ernestina Ascensión (mujer, anciana, indígena y pobre) terminó muerta?, ya sea por gastritis no atendidas o por violación tumultuaria, en ambos casos la causa es una grave violación a los derechos humanos. Es necesario recordar y exponer algunos hechos:

a) Felipe Calderón ha puesto en la base de su Gobierno a la Sedena. Los dichos y hechos concretos ha llevado a innumerables analistas a afirmar que el Presidente requiere de un Ejército fuerte para lograr la gobernabilidad que no logró en las urnas, por lo tanto no puede permitirse el lujo de “ensuciar” y dañar la credibilidad de esta institución y menos en el inicio de su gestión.

b) El Ejército Mexicano no tiene un buen historial en materia de derechos humanos. Tanto la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, como la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, desde el gobierno de Ernesto Zedillo han hecho una serie de recomendaciones al gobierno mexicano para que resuelva casos concretos de violación a derechos humanos perpetrados por militares, para que se retire el fuero militar y que no se utilice a esta institución para labores de seguridad pública. Además, tenemos los casos no resueltos de la guerra sucia y de la represión al movimiento estudiantil de 1968, las acusaciones de comunidades indígenas de las actuaciones de los militares en sus territorios donde han consumado violaciones a los derechos humanos y en este momento los escándalos de Zongolica y la violación a 13 mujeres perpe-trada por un grupo de militares, en la zona de tolerancia del municipio de Castaños, Coahuila. En este último caso, el Centro de Derechos Humanos Fray Juan de Larios, el obispo Rául Vera y Jackie Campbell, responsable del área de comunicación de la Diócesis de Saltillo, han sido objeto de amenazas y difamaciones por acompañar y defender a las mujeres violadas. Es de notar que en todos estos hechos la impunidad es la constante.

c) La actuación del doctor José Luis Soberanes como ombudsman nacional ha dejado muchas dudas por la inconsistencia de su labor. Es cierto que en el caso de Atenco y los altermundistas de Guadalajara se emitieron informes valiosos y valientes (aunque habría que decir que sobre el 28 de mayo no hubo recomendaciones, sólo un informe especial, lo que le quita contundencia a esa acción). Sin embargo, frente al caso de Oaxaca y Zongolica, las ONG de defensa de Derechos Humanos han planteado serias y profundas críticas a las posiciones de la CNDH, al considerar que más que defender los derechos humanos, parece que pretenden ocultar la responsabilidad de los agresores. Es decir, son posiciones “a modo” para evadir la justicia de los violadores a los derechos humanos. En el caso de Ernestina Ascensión han caído en claras y preocupantes contradicciones.

Por otra parte, cuando Soberanes se reelige como presidente de la CNDH, se hicieron una serie de acciones que ponían en entre dicho su ética y compromiso por la defensa de los derechos humanos. Una de estas acciones fue celebrar un congreso de derechos humanos al que invitó a muchas ONG de asis-tencia social a Playa del Carmen con gastos pagados y con cargo al erario, por supuesto. Luego estas ONG fueron sus principales aliados en la reelección. Por otra parte los principales organismos civiles de defensa de derechos humanos en el país decidieron no asistir. Hasta ahora la relación entre CNDH y estos grupos es inexistente. Claro que si sabemos que el presupuesto del año pasado de la CNDH fue de 742 millones de pesos estas inconsistencias se tornan demasiado caras.

d) El gobierno de Fidel Herrera es el PRI viejo, caciquil, autocomplaciente y megalómano. De ellos se puede esperar todo, hasta una permanente campaña de comunicación social que todo asocia con Fidel.

Todos estos hechos pueden tener un hilo conductor, y es que Felipe Calderón no puede permitir que el actor eje de su política quede debilitado y en entre dicho. No puede permitir que los mexicanos tengan la imagen de militares violando mujeres, no puede permitir que el garante de su gobierno se resquebraje. Por otro lado, José Luis Soberanes ha demostrado ser un oportunista político y ha usado a la CNDH para sus fines. Con Vicente Fox intentó recuperar la imagen de un ombudsman fuerte, que incluso lo llevo a ser nombrado como posible presidente interino tras el pasado conflicto electoral. Sin embargo, con Calderón cambió su posición, se “acomodo” a los intereses del Ejecutivo. Calderón, la Sedena y Soberanes saben que la “piedra de toque” del Ejército es el respeto a los derechos humanos, quizá por ello niegan y amenazan cuando se presentan casos tan escandalosos como los de Castaños y Zongolica. Como ciudadanos no nos queda más que seguir exigiendo la verdad.

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