El Occidental 01/04/2007
La lucha continúa
Jorge Gómez Naredo
La Convención Nacional Democrática fue un éxito: cientos de miles de personas marcharon por Paseo de la Reforma, Juárez, Madero y Cinco de Mayo para desembocar en el mítico zócalo capitalino. Si bien es cierto no hubo tantas personas como en las asambleas que se convocaron después del 2 de julio del año pasado, ello no quiere decir que el movimiento lopezobradorista se desmorone. Nada de eso. Al contrario, se fortalece con la experiencia, la reflexión y el reflujo de las energías.
El movimiento social que encabeza Andrés Manuel López Obrador ha logrado mantener la vitalidad por más de tres años: desde aquellas muestras de apoyo cuando Vicente Fox se empecinó en dejar fuera de la contienda electoral al ex-jefe del gobierno capitalino, hasta la segunda asamblea de la Convención Nacional Democrática, han pasado más de 36 meses llenos de intensidad. La televisión ha jugado una función determinante: primero atacando un día sí y el otro también a AMLO; después ocultando las pruebas del fraude electoral y cerrando los espacios de expresión para todo aquel que osare mostrar apoyo a la lucha resumida en el famoso: “voto por voto, casilla por casilla”. Cuando Calderón tomó posesión, entre rechiflas, indignación popular y una trifulca en la Cámara de Diputados, las televisoras y buena parte de las radiodifusoras y de los medios impresos consideraron inexistente todo lo que tuviera que ver con López Obrador. La desinformación fue mucha y los ataques se recrudecieron. Muchos “analistas políticos” consideraron “muerto” al movimiento y, a su líder, lo conceptuaron como un “cadáver político”. Nada existía en la “realidad” de las televisoras que no fuera el “gobierno” de Felipe Calderón, los operativos (por cierto, un rotundo fracaso) contra el narcotráfico y los supuestos “logros” del panista.
A pesar de todo este ataque mediático (en una sociedad manipulada, explotada y acostumbrada a jamás desobedecer al televisor), la marcha del 25 de marzo fue un éxito. No sólo porque reunió a más de un millón de manifestantes (una cantidad impresionante de personas para un acto político), sino porque lo hizo en un ambiente de desinformación y silencio mediáticos. Quedó demostrado que el movimiento que encabeza López Obrador está vivo y no se ha podido aniquilar, como lo han querido la derecha, el PAN y muchos empresarios corruptos desde hace ya más de tres años.
¿Quién hubiera podido soportar el embate mediático que ha sufrido López Obrado? Felipe Calderón por supuesto que no; en realidad él es un producto mediático, sin apoyo popular, mantenido en el poder por el apoyo de las televisoras, los monopolios nacionales y extranjeros y el ejército. Ninguna figura política hubiera salido avante de una embestida mediática como la que ha sufrido López Obrador. Por eso varios académicos estudiosos de las ciencias sociales no han logrado descifrar el enigma: ¿cómo es posible que un político, en plena era de los medios de comunicación, haya podido sobrevivir ante el encono de las pantallas de comunicación, del gobierno y de los grupos empresariales?
Ante un zócalo lleno de seguidores -si bien no tan enjundiosos como en otras ocasiones, pero siempre fieles y convencidos (sin acarreos ni la conocida estrategia: torta, camisa y gorra)-, bajo un sol radiante y quemador, López Obrador dio un informe de sus actividades como presidente legítimo de México. Se decidió, además, la próxima fecha para celebrarse la tercera asamblea de la CND y se alertó a los ahí presentes de convocatorias de emergencia para cuando el gobierno de Felipe Calderón pretenda privatizar PEMEX.
La segunda asamblea de la CND en la ciudad de México demostró, una vez más, que a pesar de todo el odio y el dinero invertido para aniquilar a AMLO, el movimiento vive, se mueve y se manifiesta. Nada han podido hacer porque buena parte de la población mexicana está harta de la simulación, de los políticos que no ven por el interés del pueblo y sí de los potentados. ¿Hasta cuándo entenderán quienes usurparon la presidencia que, con el pueblo, todo, y sin él, nada?
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