Por Benjamín Castro
A pesar de las buenas intenciones que seguramente tienen, el grupo de periodistas que se reunió este miércoles con los dirigentes nacionales del PRD para "criticar" el desempeño de este partido, fueron en realidad bastante parroquiales e incompetentes. A pesar de su "áura" de gran sabiduría, Granados Chapa, Julio Hernández o Dennise Dresser no parecen percibir la realidad estratégica dentro de la cual México se ubica, a pesar de que es bastante evidente.
El despliegue de los "Chuchos" con Rene Arce a la cabeza, para hacer del PRD una organización socialdemócrata que dizque representa a la "izquierda moderna", forma parte en realidad de un despliegue más amplio de fuerzas contra el movimiento de países del "Club de Presidentes" que encabezan Néstor Kirchner de Argentina, Rafael Correa de Ecuador, Hugo Chávez de Venezuela, Evo Morales de Bolivia, quienes además cuentan con el "apoyo moral" del propio Ignacio "Lula" da Silva de Brasil y de Michelle Bachelet de Chile. El movimiento del Club de Presidentes está recuperando para sus países todo los que les fue arrebatado durante los últimos 20 y tantos años de la dictadura del FMI y de "globalización" con sus privatizaciones y rapiña, y que los llevaron a bancarrotas y colapsos sucesivos disfrazados de "crecimiento" o de "estabilidad financiera" o de supuesto "éxito económico".
Ellos están recuperando el gas, el petróleo, el servicio eléctrico etc. pero además -y esto es lo más importante- están desafiando los dogmas de la globalización y los preceptos del llamado "Consenso de Washington". Kirchner y Correa, por ejemplo, han denunciado el papel del sistema de Bancos Centrales "independientes" como el vehículo a través del cual se ejerce la dictadura financiera por parte de Wall Street y Londres.
Correa y Chávez nacionalizaron los bancos centrales de sus países y así les arrebataron las enormes "reservas internacionales" que se tienen ahí para satisfacción de los especuladores. Por si fuera poco, estos países llevan a cabo aceleradamente un programa de integración económica física en base a grandes proyectos de infraestructura como gaseoductos, carreteras, ferrocarriles etc. y avanzan hacia al desarrollo de su industria nuclear. Además, tanto Kirchner, como Correa y Chávez han planteado la necesidad de revisar y sancionar el funcionamiento actual del FMI y sus políticas, así como la necesidad de sustituirlo por una "nueva arquitectura financiera" o un "Nuevo Bretton Woods".
Es frente a este movimiento de naciones por la integración económica y contra el FMI que se levanta la capacidad económica y militar del gobierno de Bush y de Cheney en Washington y sus aliados en el Nuevo Imperio Español cuya cara política de "izquierda" es el PSOE. De ahí viene al apoyo para Rene Arce y los "Chuchos". Su objetivo no es tanto convertirse en "socialdemócratas" per se, sino poner al PRD a apoyar la "economía de mercado" y hacerlo aceptar la dizque "realidad internacional", o sea la dictadura globalista de los cárteles internacionales y la idea de que el liberalismo económico "puede generar justicia y bienestar para la gente" como dice de manera cínica y estupida el "profesor Jirafales", Jesús Ortega.
Si logran esto, obviamente se unirán a Felipe Calderón y a la corriente de los salinistas en el PRI que están que brincan para promover las llamadas "reformas estructurales" que incluyen la privatización de PEMEX, de la CFE , la educación etc. O sea, quieren poner a México a caminar contra la corriente en la que va América Latina y tambien en los propios Estados Unidos, país en donde la victoria electoral del Partido Demócrata el 9 de noviembre pasado representa un resurgimiento de la tendencia estilo Franklin Roosevelt entre la población norteamericana y algunos líderes políticos.
Además los chuchos juegan también el papel de misiles de Washington y Madrid contra la autoridad moral de López Obrador para poder así destruír a la única figura que en México sigue aglutinando un movimiento de masas. Las idioteces de Jesús Ortega contra "el caudillismo" o contra "los lideratos unipersonales" o "el dogmatismo de la izquierda" que supuestamente quiere volver a "el bolchevismo de principios del siglo pasado" provienen de la ideología venenosa con la que han carcomido a la izquierda mexicana después de la caída del muro de Berlin; o sea la tesis de la Escuela de Frankfurt contra "la personalidad autoritaria" que ha convertido a los izquierdistas de México en "liberales británicos" susceptibles de caer en los chismes de Ortega contra la autoridad moral de López Obrador. Incapaces de defender principios morales e históricos, los izquierdistas se sienten avergonzados de que López Obrador sea efectivamente el líder natural de un movimiento de masas en México.
"Hoy debemos ser una izquierda democrática y moderna", dicen los chuchos cuando en realidad deberían decir: "Nosotros, los de Nueva Izquierda Soscialdemócrata, compartimos el proyecto de la globalización y el liberalismo económico y la dictadura del FMI", y después, sin necesidad de hacer ningún "frente socialdemócrata" gestionar su ingreso al PAN o al PANAL o a la corriente de Enrique Krauze de "demócratas" y "liberales británicos" al servicio de Televisa y de los banqueros.
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