QUITO, 31 de enero.—Las movilizaciones de la ciudadanía en contra del Congreso y a favor de la consulta popular que pide una Asamblea Constituyente denotaron el desprecio hacia la partidocracia que sumergió al Ecuador en una severa crisis.
Los ecuatorianos salieron ayer a las calles y protestaron en varias ciudades del país en defensa de la esperanza y las promesas del presidente Rafael Correa de refundar la nación con una Constituyente que elabore una nueva Carta Magna.
La consulta popular que llama al establecimiento de esa Asamblea Constituye es el arma principal del gobierno para, por la vía pacífica, impulsar una revolución ciudadana, que cuenta ya con el respaldo de más del 80 por ciento de los ecuatorianos.
Sin embargo, la oposición a este referendo por parte de la partidocracia, representada en el Congreso por los agrupaciones Renovadora Institucional (Prian), Social Cristiano (PSC) y Demócrata Cristianos (UDC), ahondó el desprecio de la ciudadanía.
A estas organizaciones se sumaron los diputados de Sociedad Patriótica (PSP), que reconocen la necesidad de impulsar una Constituyente, pero siempre y cuando tenga la aprobación del Parlamento, lo que no deja de ser una maniobra obstruccionista.
Desde su instauración el 5 de enero pasado, el bloque mayoritario no ha hecho otra cosa que repartirse dignidades y preparar el terreno para conseguir que sus partidos tengan el control de los órganos de poder públicos.
Esas acciones, más la decisión de los parlamentarios de subirse el sueldo en mil dólares, llenó la copa de la ciudadanía que condenó la víspera a los congresistas y reclamó la consulta popular al tiempo que amenazó con radicalizar sus protestas si el Parlamento persiste en bloquear el plebiscito convocado para el 18 de marzo próximo.
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