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miércoles, febrero 07, 2007

Opinión - Jorge Gómez Naredo

El Occidental, 04/02/2007
El regreso a la realidad: AMLO y un movimiento social en ascenso

Jorge Gómez Naredo

El 31 de enero el gobierno federal recibió un duro golpe: miles de manifestantes se reunieron en el zócalo capitalino para protestar contra el incremento en los precios de productos básicos y escuchar a su presidente legítimo, Andrés Manuel López Obrador. De nada sirvió el cerco informativo, la mezquindad de los sindicatos y las descalificaciones de muchos panistas y no menos “periodistas” para inocular en la población la idea de que López Obrador había aprovechado la manifestación convocada por varias centrales obreras porque simple y llanamente no tenía poder de convocatoria. Los contingentes obreros no fueron muchos y la mayoría se quedó esperando dos horas para escuchar a Andrés Manuel López Obrador, desobedeciendo las órdenes de sus líderes charros para desocupar el zócalo inmediatamente después de concluido su acto de protesta. El contingente de lopezobradoristas llenó la mítica plaza de la ciudad de México en miércoles, día difícil para cualquier manifestación. En Los Pinos, el usurpador Felipe Calderón seguramente seguía las noticias y los informes de los infiltrados en la marcha.

Esta manifestación demostró la fuerza y viveza que guarda la presidencia legítima de México. No ha funcionado, como lo esperaban los panistas, el hacer invisible en los medios de comunicación a millones de mexicanos que están en contra de Felipe Calderón; tampoco ha tenido efecto la estrategia de miedo (encabezada por Francisco Ramírez Acuña), con la cual se reprime en Oaxaca para que entienda todo México, en especial los seguidores de López Obrador. Incluso la censura impuesta (a través de RTC) a los programas que por ley le corresponden al PRD, tampoco han podido desmoralizar y sí, en cambio, han molestado e irritado a muchos más mexicanos.

Aunque en la televisión no se diga nada sobre el movimiento que encabeza López Obrador, aunque los presentadores y seudo periodistas de medios electrónico un día sí y el otro también ataquen al ex jefe del Distrito Federal, muchos mexicanos se han organizado y han tomado conciencia de la ineptitud de Felipe Calderón al frente del gobierno federal. Y por si esto fuera poco, las declaraciones en Europa de quien se hacía llamar el “presidente del empleo” no hicieron más que tensar las relaciones del país con América Latina. Todo ello en tan solo 66 días de gobierno. ¿Qué sigue?

La manifestación del 31 de enero en la ciudad de México tuvo eco al menos en diez estados más de la República Mexicana. En Guadalajara la hubo protesta, al igual que en Puebla, Hermosillo, Saltillo y Monterrey, ciudades, donde se decía, AMLO no tenía apoyo. Han sido siete meses de guerra mediática, de declaración inexistencia a uno de los movimientos sociales más importantes de los últimos años y, aún con ese bozal impuesto (o autoimpuesto) a los medios de comunicación, la gente busca información, discute, sale a las calles y apoya a López Obrador.

Felipe Calderón está condenado al fracaso simple y llanamente porque llegó a la presidencia a través de una guerra sucia y un fraude electoral. Su gabinete está compuesto por tecnócratas y torturadores que nunca han sido castigados por corrupción o violación a los derechos humanos y a las garantías constitucionales (Ramírez Acuña debería, hoy, estar en la cárcel). Un gobierno así, falto de legitimidad y proclive a instaurar un régimen de terror, no podrá mantenerse mucho tiempo si la sociedad, en su mayoría, se manifiesta. Y lo está comenzando a hacer, porque observa y siente en sus bolsillos, porque la inflación es cada día mayor (aunque el Banco de México lo niegue) y porque el gobierno no los representa.

En Los Pinos tienen miedo..., pavor de las manifestaciones, de un programa televisivo de media hora a la una de la mañana los martes que tiene una audiencia de más de un millón de mexicanos. Tienen miedo porque simple y llanamente son unos usurpadores que se adueñaron de algo que no les pertenecía, y cuando el pueblo reclama lo que es suyo, no hay duda, es imposible no tener miedo.

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