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lunes, noviembre 03, 2008

El crimen de los chuchos..

Sin duda es mucho lo que los ciudadanos tenemos que reclamar a esos políticos de supuesta izquierda que llevan dos años gritando a los cuatro vientos sus verdaderas lealtades (al poder usurpador) y sus verdaderos intereses (huesos y dinerito). Pero si tuviéramos que hacer una lista de "lo más despreciable" de la corriente MUY corriente que domina en el PRD, me permito discrepar en cuanto a lo que seguramente sería la opinión generalizada.

Para mí, eterno fijado en los detalles insignificantes, frívolo irredento, mamón incorregible, lo peor de los chuchos no es ninguna de las maniobras políticas de quinta que están acostumbrados a hacer. Lo peor de ellos es su total falta de clase, su pésimo gusto y nulo sentido de la sobriedad y la elegancia.

En suma, para el que esto escribe, los chuchos cometen el error imperdonable de ser gatérrimos y nacos hasta la pared de enfrente.

Tomemos como primer ejemplo al líder "moral" (es un decir) de esa corriente, Jesús Ortega. Con su bigotito recortado y sus trajes de mascota, muy a la moda (de 1960), el eterno ya merito del perredismo vacilador se esmera por dejarnos claro que, en cuestión de sentido del ridículo, pocos hay que lo superen en osadía. El mismísimo Rafael Banquells (QEPD) hubiera podido inspirarse en el porte y presencia de Ortega para encarnar a su inmortal Gutierritos, con la salvedad de que en la vida real, el sujeto a quien nuestro héroe tiene como jefe y le rinde honores y pleitesía es sonorense y jefatura una mafia que anhela llegar a Los Pinos en 2012.

Pero aun podemos decir más. El líder formal del PRD, el sustituto Guadalupe Acosta Naranjo (Guada-chupe, para los cuates), podría ser un excelente ejemplo viviente del "Anti-manual de Carreño". La propia Gaby Vargas, la polifacética mujer autora del libro "La imagen del éxito", quizá podría usar el ejemplo de Acosta para advertir a los mexicanos de las consecuencias de no leer su libro. Con trajes confeccionados en una tela que aparenta ser terlenka pero que podría ser cualquier otra cosa, corbatas lamparosas de manchas (quizá de consomé de borrego), camisas mal cortadas que escasamente disfrazan una escandalosa panza de intrépido vendedor de pulque, y un bigote como de jicote aguamielero, Acosta es el más acabado modelo de cómo se veía en los setenta el clásico lidercillo sindical.

De Ruth Zavaleta no voy a decir nada por respeto a su condición de mujer que no se depila. Me queda la duda: ¿será requisito para ser chucho tener un bigote desaliñado, mal recortado, abundante y demodé?

Tácheseme de frívolo, insulso, argüendero, mamón y demás. Solo quise expresar mi opinión personal sobre la escasa presencia y elegancia de los izquierdistas "modernos". En política, la forma es fondo. Y luego demandan "respeto a la investidura". Escaso respeto pueden inspirar entre los militantes de izquierda, pero principalmente entre quienes los usan como peones afanositos de la derecha, semejantes mamarrachos.

| Por: Renegado

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