El Lorena Ochoa Invitational
Y el golf, de repente, se convirtió en una prioridad para el gobierno de Jalisco y el Ayuntamiento de Guadalajara. Una prioridad que debía ser apoyada pecuniariamente, con centavos, con muchos dólares. Emilio González Márquez y Alfonso Petersen Farah quedaron cautivados con el proyecto presentado por Lorena Ochoa y su hermano Alejandro: en Guadalajara, sí, en esta ciudad del tercer mundo se realizaría un evento de primer mundo, un acontecimiento civilizatorio: una fecha de la Asociación de Mujeres Golfistas Profesionales (LPGA, por sus siglas en inglés). González Márquez y Petersen Farah, felices, decidieron donar a esta noble causa un millón 250 mil dólares. Todo proveniente del dinero público.
Pero se necesitaba una justificación. No podían decir que donaban el dinero porque así lo querían, porque ellos mandaban y hacían con el erario lo que les viniera en gana. Tenían que elaborar un discurso convincente, que erradicara las posibles críticas en su contra. Por un lado, tenían la imagen de Lorena Ochoa, una de las mejores jugadoras de golf en el mundo. Pero eso no era suficiente. Había que pensar más, reflexionar un poco más. Y encontraron el argumento perfecto: desviaban dinero público a un evento “exclusivo” y de elite para –oh, qué inteligentes (seguro pensaron)– incrementar el turismo internacional en la ciudad de Guadalajara. Sí, habían encontrado el argumento perfecto, el mismo que habían utilizado en los desvíos de fondos públicos a Televisa, TV Azteca, la Arquidiócesis de Guadalajara y la cadena televisiva MTV.
Este argumento se resumió nítidamente en el mensaje de Aurelio López Rocha, secretario de Turismo de Jalisco, a las participantes del evento: “Tengo el gusto de darles la bienvenida a la ciudad de Guadalajara […] en la que se realiza este relevante torneo cuyo desarrollo coadyuvará a la consolidación de nuestra capital jalisciense como la ciudad de los grandes eventos […] a ustedes que gustan de este exclusivo deporte, agradezco su preferencia”.
Pensaron que todo les había salido bien: tenían la imagen de Lorena Ochoa, una imagen triunfadora (como la del campo mexicano, según algunos espots de televisión que relacionan a la deportista con el campesinado mexicano), tenían de su lado a la elite jalisciense que acostumbra jugar golf y a los periódicos regionales que día a día narran las hazañas del jet set local. Todo marchaba perfecto, pero (y cómo les duele que existan los “peros”) unos inconformes, los que no están de acuerdo con nada, los que no dialogan y son intransigentes, se insubordinaron nuevamente y protestaron. El Movimiento Ciudadano en Defensa del Dinero Público y el Estado Laico protestó, no por el evento, sino por el dinero público que se invirtió en el torneo de golf humildemente llamado Lorena Ochoa Invitational.
Los argumentos de los inconformes fueron claros: las autoridades tienen “la obligación de usar los recursos públicos para atender las necesidades más urgentes de la comunidad, tienen la obligación de incluir en su agenda de gobierno las demandas más apremiantes de la población de escasos recursos” y no donar dinero para “exclusivos” eventos deportivos.
Los renegados se manifestaron a las afueras del “exclusivo” Guadalajara Country Club, donde se celebraría el evento. Y las autoridades colocaron a decenas de antimotines, no fueran a reventar el internacional torneo de golf que tanta fama le daría a Jalisco en todo el orbe. Alfonso Petersen Farah, al ser interrogado sobre las críticas, manifestó: “El punto de vista es que vale mucho la pena la inversión, por supuesto respeto el punto de vista de aquellos que consideren que no, pero siento que Guadalajara tiene que pensar en grande”. Vaya, ¡qué manera de pensar en grande!
En este torneo de golf, el pensamiento de la elite tapatía se ha desnudado. Por ejemplo, Lorena Ochoa, quien sin duda ha cosechado grandes triunfos deportivos, piensa que todos los mexicanos deberíamos estarle agradecidos: “he ayudado mucho no solamente a Guadalajara, sino también a México. He representado a México de la mejor manera […] y ha mejorado mucho el golf y ha crecido mucho la parte de desarrollos del golf en el estado de Jalisco”. ¿Esto es ayudar al país? Seguramente sí. Su hermano, Alejandro Ochoa, organizador del Lorena Ochoa Invitational, al referirse a los inconformes, expresó: “me gustaría invitarlos a que se informen bien, ya que hay un estudio probado [sic] de la conveniencia de la inversión [del gobierno], ya que les va a dar muchos y mejores resultados como destino turístico, que otras posibles inversiones”. Además, agregó el hermano de la golfista: “Nosotros no vamos a reprimir, nos interesa mucho el evento y sólo les digo que se informen bien antes de actuar”. Vaya, ¿quién le diría a Alejandro Ochoa que él podía reprimir a los manifestantes? En fin, así piensa la elite.
El Lorena Ochoa Invitational nos muestra, claramente, las prioridades de las autoridades panistas: beneficiar a unos cuantos en detrimento de los muchos. ¿Cuántos eventos académicos, culturales, conciertos, etcétera, no se hubieran hecho con un millón 250 mil dólares? ¿Cuánto turismo no se hubiera atraído con otros eventos? ¿Qué beneficio realmente traerá el torneo de golf a la gente de a pie? Más que apoyo, lo que se hizo fue un desvío de fondos. Pero no importa: los ricos de la ciudad verán jugar golf, y después de terminado el evento, emocionados, tomarán sus palos de golf, le ordenarán a sus caddie (asistente “carga bolsas”) que los siga y en el tee harán un stroke enérgico buscando el hoyo en el green. Después se repetirán: Guadalajara, una ciudad de clase mundial.
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