Lo importante sobre lo urgente en la lucha contra la represión
Jornada Jalisco
Ante el despojo y la violencia que el Estado está operando en todo el territorio nacional contra pueblos, comunidades, barrios y personas, que resisten a una verdadera guerra de conquista y colonización por parte del gran capital trasnacional y la elite de la burguesía mexicana, ayer se constituyó un Foro Nacional Contra la Represión, que nos recuerda aquel surgido en 1978, ante la conciencia de la necesidad de organizarse contra la represión estatal, pero ahora con la exigencia de otra forma de hacer política anticapitalista.
La conformación de un frente común, nacional, de defensa cotidiana, que inhiba y desarticule la política represiva del Estado y los caciques, en cada localidad y región del territorio mexicano, debe ser resultado de la necesidad de conciencia de los de abajo, después de décadas de haber sido objeto de explotación y desprecio, y de ser objeto de la violencia estatal en todas sus modalidades: legal, policiaca, militar, encubierta y utilizando la cárcel, la tortura y la muerte, contra quienes ofrecen resistencia al despojo y al desprecio.
Lograr mantener una política y una acción concertada nacionalmente entre miles de colectivos, organizaciones y personas, que desde cada localidad y desde su cotidianidad resisten a la represión, exige además de conciencia política y conciencia histórica, el respeto y reconocimiento de lo que cada quien está haciendo por su emancipación y autonomía.
Así, la solidaridad entendida como una forma de hacer política, que articule y vincule tanto a quienes se solidarizan como a quienes reciben la solidaridad, que se hermanen en el dolor que sienten en común, evitando que se convierta en un factor que desorganice a los colectivos, es decir, la solidaridad entendida como construcción de lo colectivo que, antes que dejar las tareas de construcción cotidiana de lo comunitario y la resistencia, las consolide; que no se convierta, como dice Raúl Zibechi, en una mera intervención encubierta por un discurso ideológico relacionado con “deberes”, lo que degrada la solidaridad a una suerte de obligación –moral o política– que la emparenta con las culpas y la buena conciencia.
Enfrentar concertadamente la represión exige reconocer que somos iguales pero diferentes y que, por tanto, se requiere la construcción del nosotros como lo nacional-colectivo, a partir de respetar la necesidad de solidaridad de cada quien en una forma de apoyo mutuo y desde donde cada quien está. Dejar de hacer política instrumental de solidaridad individual o intermediada por las llamadas organizaciones no gubernamentales y cualquier otra institución de profesionales del quehacer político que, al igual que los políticos profesionales de los partidos, están subordinados a quien les paga.
Ya basta de paternalismo y clientelismo encubierto de buenos pastores que adoptan a los desprotegidos. La historia está llena de eso que no es más que anexionismo ideológico, como bien lo ha señalado Raúl Páramo, y sólo es otra forma de inhibir la autoemancipación. La lucha contra la represión implica la solidaridad entendida como apoyo mutuo, en el respeto de lo que cada quien necesita, pero como una forma de convencerse mutuamente de ella y vincularse en un movimiento de resistencia y rebeldía común donde el compromiso con el otro sea desde la base de la lucha propia porque, como dijeran tantas veces los zapatistas, la mejor forma de solidarizarse con nosotros es dar la lucha donde estás y que te encuentres con otros en donde están viviendo y resistiendo, de tal manera que la solidaridad se convierta en una forma de hacer política no sólo defensiva.
Este 10 de junio, como memoria de aquel 1971 en que militares, policías, porros y burócratas de la clase política asesinaron y encarcelaron en cruenta represión a decenas de estudiantes, quienes exigían pacíficamente justicia y libertad a los asesinados y presos políticos de 1968, se dio formalidad a la iniciativa político-organizativa de un frente y foro nacional contra la represión que, a decir de su convocatoria, “no sólo para denunciar la represión sino también para prevenirla… y para hacer eco, un amplificador no selectivo, sino abarcante, de la solidaridad y el apoyo mutuo; no un suplantador de organizaciones, grupos o movimientos, sino un identificador de dónde, cómo, por qué y quién opera la represión”.
Es importante advertir que se presentaron decenas de testimonios y documentos que dan cuenta de la represión en todas las regiones del país y que, en principio, son cientos de colectivos y organizaciones sociales y miles de personas los que tienen la intención de articularse en este esfuerzo organizativo, desde una perspectiva anticapitalista.
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