Tuve la oportunidad de ver SiCKO, el nuevo documental de Michael Moore sobre el sistema de salud de Estados Unidos. Lo comento en el blog por que varios de los mensajes que tiene este documental aplican no sólo a lo que se refiere al tema de salud y seguridad social, sino a asuntos que tienen que ver con la manera en la que la gente percibe a los gobiernos y a la manera en la que se implementa la democracia.
El documental inicia con las historias de americanos que tuvieron accidentes y tuvieron que pagar por los costos del tratamiento médico SIN tener seguro médico--aproximadamente 50 millones de americanos. En un caso en particular un hombre que tuvo un accidente cortando un pedazo de madera con una sierra para carpintería se cortó la punta de dos dedos. Llega al hospital y le dan a elegir: o le pegan una de las puntas por 12 MIL DÓLARES, o le pegan la otra por 60 MIL DÓLARES. Le pegaron la de 12 mil. La otra la tuvo que perder por no tener dinero para pagar.
Luego se muestra una serie de historias de horror de gente que SÍ tiene seguro médico pero que cuando se enferman las aseguradoras hacen todo lo posible para negarles atención médica o para obligarlos a pagar por lo que el seguro DEBERÍA de pagar. Casos verdaderamente terribles; un matrimonio en donde fallece el esposo por que el seguro no le quiere pagar un transplante de médula; de una niña de un año que muere por que le niegan atención en un hospital alegando que la tienen que atender en otra parte, etc.
Hago una pausa para relatarles mi experiencia personal con el sistema médico de Estados Unidos. A principios de 2000 me salió un cálculo renal. En ese entonces estaba en la universidad en San Diego y tenía un seguro médico. Era domingo así que solamente podía ir a la sala de emergencias. 3 horas después de llegar (eran como las 8 de la noche) finalmente me atendieron. Me dijeron que me había salido una piedra en el riñon y que me fuera a mi casa. Que si me volvía a doler que regresara.
Regresé a las 9 de la mañana del día siguiente. Esta vez orinando sangre. Me dijeron que la piedra había desgarrado mi uretra y que por eso estaba saliendo sangre en la orina. Me pasaron a una sala de operaciones y me inyectaron quien sabe que fregados que supuestamente expulsaba todo lo que había en los riñones. No sólo no lograron nada sino que además el dolor aumentó. Me tuvieron que inyectar quien sabe cuanta morfina para que se me quitara el dolor. Y eso a medias.
Luego de varias horas de observación me sale el doctor con que me podían sacar la piedra con una sonda o que me esperara unos días a que saliera sola tomando calmantes. Luego de la experiencia en la sala de operaciones preferí los calmantes.
Me dijeron además que guardara la piedra cuando saliera y que me iba a llamar el doctor en unas semanas para darme cita para que le llevara la piedra y la pudiera analizar.
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