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lunes, noviembre 16, 2009

Occidente se desentiende del hambre en el mundo

Niños paquistaníes comen en un campo de desplazados a las afueras de Peshawar. Más de mil millones de personas padecen hambre en el mundo. - AFP

Sandra Buxaderas, Público

Los países más ricos del mundo se resisten a ayudar de una vez por todas a los más de mil millones de personas que pasan hambre o padecen las enfermedades derivadas de la desnutrición.

La cumbre mundial sobre Seguridad Alimentaria, convocada por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), arrancó ayer en Roma con compromisos vagos sobre la mesa y con ausencias destacadas, como la del presidente estadounidense Barack Obama y el español José Luis Rodríguez Zapatero. Entre los 60 jefes de Estado o de Gobierno presentes ayer en Roma, la mayoría eran líderes de países emergentes o pobres.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, puso ayer el dedo en la llaga al constatar que “la mitad de los recursos que los líderes mundiales han invertido para salvar a los bancos” bastaría para eliminar el hambre en el mundo, “lo que demuestra que sigue siendo marginal en las prioridades políticas globales”. “Es como si fuera invisible”, agregó.

El mandatario brasileño hizo hincapié en que “frente a la amenaza de un colapso financiero internacional, causado por la especulación irresponsable y por la omisión de los estados en la regulación y la fiscalización del sistema, los líderes mundiales no han dudado en gastar cientos de miles de millones de dólares para salvar la caída de los bancos”.

Las actuales cifras muestran que el número de hambrientos crece en lugar de disminuir: en 2000 pasaban hambre 800 millones de personas. La presidenta chilena, Michelle Bachelet, dijo en la cumbre que en la actualidad son más de 1.000 millones de personas.

Cada día, precisó el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, mueren 17.000 niños por hambre. Para evitarlo, la FAO pide 44.000 millones de dólares anuales, destinados al desarrollo agrícola (frente a los 7.900 actuales). En la declaración final no se ve ni rastro de este dinero. El director general de la FAO, Jacques Diouf, lo comparó con la cantidad anual que los países ricos destinan en ayudas a sus agricultores: 365.000 millones de dólares al año .

La única excepción a la ausencia generalizada de jefes de Estado y de Gobierno de países desarrollados era la del anfitrión, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, que gracias a su asistencia a la cumbre se libró de tener que comparecer en un juicio contra él por el caso Mediaset. Pero Italia, a diferencia de EEUU y España, llega marcada por el hecho de haber reducido este año en un 50% la ayuda al desarrollo.

La ausencia de primeras espadas se explica por lo poco lucido de las conclusiones, que no incluyen dinero nuevo para ayudar a los 1.020 millones de personas que en la actualidad pasan hambre en el mundo. Ni siquiera están garantizados los 20.000 millones que prometió el G-8 en julio y que “pueden acabar siendo un espejismo”, denuncia Intermón Oxfam.

Cinco líneas de acción

La declaración final incluye cinco líneas de acción, que van desde una mayor coordinación de los esfuerzos en el ámbito multilateral hasta la elaboración de planes de ayuda plurianuales, así como el compromiso de reducir a la mitad el hambre en el mundo en 2015 respecto al año 2000. Pero este objetivo ya se considera inalcanzable si no hay un cambio real de actitudes. Y no es ningún compromiso nuevo. Es uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio firmados en 2000 por los dirigentes del mundo reunidos en una cumbre de la ONU.



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miércoles, agosto 26, 2009

Revelan desigualdad en ingresos de hogares en Jalisco

Foto: César Huerta/Extensión Medios

La Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares de Jalisco muestra que el hogar que obtiene menos recursos percibe 8 mil 346 pesos trimestrales, mientras, el de mayores ingresos recibe 144 mil 531 pesos

Mae López Aranda
El Universal
Guadalajara, Jalisco Martes 25 de agosto de 2009

El hogar que menos recursos percibe en Jalisco obtiene 8 mil 346 pesos trimestrales, mientras que el hogar con mayores ingresos percibe 144 mil 531 pesos, es decir, una desigualdad de 17 veces ese monto, de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares de Jalisco (ENIGH 2008).

Durante la presentación de los resultados de la encuesta, Humberto Gutiérrez Pulido, director general del Consejo Estatal de Población Jalisco (COEPO), comentó que a nivel nacional, la desigualdad es mayor con una diferencia de ingresos de 22 veces.

Gutiérrez Pulido manifestó que el ingreso monetario de los hogares en Jalisco proviene de las remuneraciones del trabajo subordinado con 64.8 por ciento, trabajo independiente 16.4 por ciento, transferencias 9.5 puntos porcentuales y renta de una propiedad 6.3 por ciento.

Entre los datos que analizó la COEPO es que en 2008 las familias gastaron más en alimentos y menos en educación.

En los hogares jaliscienses se utiliza el 34.5 por ciento en alimentos, bebidas y tabaco; en trasporte el 18.3 por ciento, mientras que en educación y esparcimiento apenas el 12.9%.

Humberto Gutiérrez señaló que entre los resultados arrojados de la encuesta, el gasto trimestral en alimentos, bebidas y tabaco de los hogares jaliscienses ascendió a 8 mil 313 pesos, mientras que la media nacional fue de 7 mil 389.

Así como que en vivienda y combustibles, el gasto de los hogares jaliscienses es mayor que la media nacional. Mientras que una familia en promedio gasta 2 mil 820 pesos trimestrales en la entidad, en el país, la cifra baja a 2 mil 207 pesos.

Del total de ingresos de una familia, el 53.9% es de remuneraciones por trabajo subordinado, así como especificó que el 7.9 por ciento de los ingresos provienen de programas gubernamentales.

"En el estado más o menos 200 mil hogares reciben algún tipo de apoyo gubernamental", añadió el funcionario.

Para la encuesta en Jalisco participaron 3 mil 6 hogares, mismos que fueron visitados del 21 de agosto al 17 de noviembre, esta es la segunda ocasión que el estado es parte de la muestra, la anterior fue en la ENIGH de 1996.

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jueves, agosto 20, 2009

Existen en México 54.8 millones de pobres, 51% de la población

Sólo entre 2006 y 2009 surgieron 10 millones más en el país, según estudio del BM

Este año aumentarán en 8.3 millones en América Latina, la mitad de los cuales se encuentran en territorio nacional

La crisis será inusualmente dura con la clase media, advierte el banco

Foto
Imagen del subempleo y la pobreza en ChiapasFoto Archivo de La Jornada

Roberto González Amador

La recesión en que cayó la economía mexicana este año sumió en la pobreza a por lo menos 4.2 millones de personas, adicionales a los 5.9 millones que cayeron en esa condición entre 2006 y 2008, reveló un reporte del Banco Mundial (BM). Si se toman en cuenta los 50.6 millones de pobres registrados en datos oficiales hasta 2008, se obtiene un total de 54.8 millones de mexicanos en esta condición, o sea, 51.02 por ciento de la población del país, del conjunto de 107.4 millones a junio de 2009.

El organismo indicó que la crisis de este año, que interrumpió un lustro de crecimiento económico en Latinoamérica y el Caribe, provocó un aumento de 8.3 millones de pobres en la región, de los cuales la mitad vive en México.

De esta manera, México se convirtió en el país más afectado por la crisis económica en la región, y también en el que un mayor número de sus habitantes cayó en la pobreza durante este año, de acuerdo con el documento del Banco Mundial, que constituye la primera evaluación sobre las consecuencias de la actual crisis económica en los indicadores de pobreza en América Latina, la región con mayor desigualdad en la distribución del ingreso.

Entre 2006 y 2008, los dos primeros años de la actual administración federal, el número de pobres en México aumentó en 5.9 millones de personas, hasta alcanzar 50.6 millones, 47.4 por ciento de la población total del país, según publicó el 18 de julio pasado el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), organismo oficial encargado de la medición de la pobreza en el país.

El periodo evaluado por el Coneval cubre básicamente los dos años en que el alza en el precio internacional de los alimentos se expresó en México en mayores costos al consumidor final de bienes básicos como la tortilla, en general los granos y carnes, de las que el país depende del exterior.

En el mundo, según estimaciones del Banco Mundial, la crisis alimentaria provocó un aumento de 100 millones en el número de pobres. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) calculó que 10 millones de ellos correspondían a personas que viven en esta región.

La nueva evaluación del Banco Mundial calculó por primera vez el efecto de la actual crisis económica, que se comenzó a resentir desde mediados del año pasado, sobre la pobreza en América Latina y el Caribe.

El Banco Mundial estima que la crisis económica empujará a 8.3 millones de latinoamericanos a la pobreza. Para poner ese número en perspectiva, 60 millones de habitantes de la región habían salido de la pobreza en el periodo de 2002 a 2008, gracias al crecimiento más rápido, a las mejores políticas sociales y a las mayores remesas, indica el informe Latinoamérica más allá de la crisis; impactos, políticas y oportunidades.

Abunda: Se espera que la crisis sea inusualmente dura con la clase media, por la caída en la demanda por exportaciones no tradicionales que tienden a emplear a trabajadores formales, urbanos y tecnológicamente más avanzados.

El informe, concluido en julio y publicado este mes, indica que la crisis económica provocará que la tasa de pobreza en la región aumente este año en 8.3 millones de personas respecto de 2008. Alrededor de la mitad de esas personas que caerán en pobreza este año están en México (4.15 millones), una quinta parte (1.66 millones) en Brasil y el resto están distribuidos en Argentina, Colombia, Ecuador, Guatemala y Venezuela.

De los 8.3 millones de nuevos pobres en América Latina, 3.6 millones serán personas que caerán en extrema pobreza, una manera de decir que no dispondrán de ingreso suficiente para comprar la comida mínima necesaria.

Hasta el año pasado, según el Banco Mundial, 181.3 millones de personas eran pobres en América Latina y el Caribe y de ese universo, 73.3 millones vivían en pobreza extrema. .

Durante las décadas de los años 80 y 90 del siglo pasado, el número de pobres en la región se elevó, al pasar de 160.5 millones en 1981 a 240.6 millones en 2002. El universo de personas en extrema pobreza, en ese periodo, creció de 90 millones a 114 millones. Desde 2002 el número de pobres disminuyó a una velocidad sin precedente, de tal forma que en 2008 bajó a 181.3 millones.

Durante el periodo de fuerte crecimiento, de 2002 a 2008, alrededor de 60 millones de latinoamericanos salieron de la pobreza y 41 millones de ellos dejaron la pobreza extrema. Ello se expresó en que hacia 2007 y 2008 se registró una reducción en las tasas de pobreza. Desafortunadamente, la reciente recesión mundial ha puesto fin a ese progreso, indicó el reporte.


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domingo, julio 26, 2009

De pobreza y “guerra” contra el narcotráfico

Foto: César Huerta/Extensión Medios

Jorge Gómez Naredo

La Jornada Jalisco

El país se cae en pedacitos, se viene abajo y se desmorona; mientras, Calderón solamente piensa en lucha contra el narco y más lucha contra el narco. La situación económica se vive mal, no solamente abajo, sino también arriba: hay cientos de empresas que han cerrado, dinero que vale cada día menos (es decir, inflación que crece, crece y crece), trabajadores despedidos, hambre, pobreza y pobreza extrema, lágrimas de cientos de mexicanos que cruzan fronteras para buscar en Estados Unidos las oportunidades que acá, en su país, no encuentran. Hay crisis. Y Calderón solamente piensa en más sangre a derramar, en más sacrificios para un “México sin delincuencia”.

El déficit público es un hecho: el presupuesto ha sufrido ya dos recortes porque no hay dinero, porque la captación de impuestos ha disminuido (a pesar de la “gran reforma fiscal” aprobada por panistas y priístas), al igual que las ganancias provenientes de la exportación de crudo. Hasta la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) ha manifestado que el desempleo seguirá creciendo. Sí, cientos de miles de personas más perderán sus fuentes de trabajo en el sexenio de quien dijo sería “el presidente del empleo”. Las palabras de Miguel Messmacher, titular de la Unidad de Planeación Económica de la SHCP, son claras: “el empleo tarda más tiempo para recuperarse. Todavía estaremos observando caídas en el empleo durante un cierto periodo, después de que la economía empiece a repuntar”. El país se dirige a una catástrofe económica. Mientras esto acontece, Calderón sigue en su lucha solitaria: la “guerra” contra el narco. Dijo el jueves pasado: “hoy México encara nuevos enemigos, criminales que desafían al Estado, desafían a sus instituciones y que asedian y lastiman a la sociedad; que amenazan a la nación”.

El gobierno de Felipe Calderón (si se le puede llamar “gobierno” a eso que ha hecho) se ha caracterizado por el repunte en los índices de pobreza. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), dependiente de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso), en un informe presentado hace poco más de una semana, indicó que desde 2006 la pobreza ha aumentado de 46.1 por ciento a 50.6 por ciento. Estas son cifras oficiales. Hay otras más alarmantes: según el investigador de El Colegio de México y colaborador de La Jornada, Julio Boltvinik, la pobreza la vive el 75 por ciento de la población mexicana. ¿Y qué hace Felipe Calderón?, ¿acaso inicia una guerra contra la marginación, contra las injusticias económicas, contra las aberrantes desigualdades sociales de este país? No, él está empecinado en ganar la conflagración contra el narcotráfico.

Miles de millones de pesos, que deberían ser invertidos en programas sociales y en paliar la pobreza en México, han sido canalizados a la “guerra contra el narcotráfico”. Una guerra que, debe decirse, desde antes de iniciada está perdida, pues no se han combatido las causas profundas del tráfico de drogas (pobreza extrema, falta de oportunidades, desempleo, un mercado inmenso de droga en Estados Unidos, corrupción, contubernio entre funcionarios de alto nivel y grandes capos de la droga, etcétera).

Calderón está obcecado en ganar su cruzada contra el narco. El jueves pasado mencionó: “De lo que se trata, señoras y señores, es de poner un alto al crimen organizado en su totalidad; es decir, un enemigo que mata, que secuestra y que tortura gente inocente; un enemigo que extorsiona amenazando la vida y la integridad de hombres y mujeres honestos; un enemigo que cancela posibilidades de desarrollo de comunidades enteras y que, en su ambición sin escrúpulos, corrompe, amenaza e, incluso, pretende suplantar a la autoridad”. Valdría la pena preguntarse: ¿cuándo se castigará a quienes, desde el gobierno, han provocado la pobreza de cientos de miles de mexicanos?, ¿cuándo estarán en las cárceles quienes han causado catástrofes económicas que han dejado en la miseria a millones de mexicanos?, ¿cuándo se condenará a los funcionarios públicos que han optado por la dilapidación de los recursos públicos (grandes comilonas, viajes por doquier, autos lujoso y un largo etcétera) en lugar de idear programas efectivos para disminuir la pobreza, procurar empleos con sueldos dignos y potenciar el mercado interno?, ¿cuándo? ¿Acaso esos personajes no son “enemigos”?, ¿acaso ellos no son personas que han cancelado “posibilidades de desarrollo de comunidades enteras y que, en su ambición sin escrúpulos, corrompen”?, ¿acaso no debería ser castigado Felipe Calderón por el caos en que ha convertido a la nación?

Mientras el país se cae en pedacitos, se viene abajo y se desmorona, Calderón despliega a cientos de efectivos castrenses en varias entidades del país: ¿cuándo entenderá que hoy, la prioridad en México, no es acabar con el narcotráfico sino disminuir la pobreza?, ¿cuándo los tecnócratas (del PAN, PRI y PRD) sabrán que lo que precisa el país es desarrollo con justicia?, ¿cuándo comprenderán que México, con las desigualdades que tiene hoy, simple y llanamente no es una nación viable? Parece que nunca.

jorge_naredo@yahoo.com


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sábado, julio 25, 2009

¿Comenzó una nueva etapa de golpes de Estado?

Foto: César Huerta/Extensión Medios

Desfiladero
Jaime Avilés
La Jornada

En los momentos en que estas palabras encuentran acomodo definitivo en este espacio, el presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya Rosales, deja Nicaragua y se interna apenas unos cuantos metros en el territorio de su país. La televisión transmite, en vivo desde el sitio donde ocurren los hechos, un episodio clásico del siglo XIX. En lugar de un carruaje como el de don Benito Juárez, o de un caballo como el de José Martí, Zelaya viaja en un jeep blanco y, en vez de un sable, empuña un teléfono celular. Más allá de la tecnología y de la parafernalia, la escena pertenece al mismo tiempo al pasado y al futuro.

A los mexicanos la perspectiva de regresar al pasado nos deja indiferentes porque vivimos en el siglo XIX hace ya muchos años: los últimos cuatro gobiernos sexenales destruyeron el pacto social que surgió de la Revolución de 1910 y nos hicieron retroceder a una época anterior al porfiriato, cuando, como ahora, no había ferrocarriles. Así que eso no nos preocupa. Somos la economía latinoamericana que ha registrado el menor crecimiento en 25 años. Intentemos atisbar, por lo mismo, qué nos reserva el futuro, al menos desde la perspectiva que anuncia el golpe de Estado en Honduras.

Zelaya pertenece a una acaudalada familia de latifundistas que, en muchas ocasiones, honró las tradiciones de crueldad e injusticia típicas de la oligarquía de su país. Una oscura leyenda habla de horrendos crímenes en la hacienda de su padre. Eso no está a discusión. Lo que interesa es que al llegar al poder emprendió reformas sociales en beneficio de los más pobres.

Aumentó los salarios mínimos, extendió la cobertura de la seguridad social y trató de reducir el analfabetismo, pero desarrolló una política exterior que molestó a los halcones de Washington y, por tanto, a las fuerzas armadas hondureñas. Específicamente, firmó con el gobierno de Hugo Chávez convenios para recibir petróleo venezolano a precios bajos y a pagar a largo plazo. Aunque los términos del pacto eran más que favorables, la oligarquía lo derrocó cuando propuso modificar la Constitución para que futuros gobernantes –no él– pudieran relegirse.

El golpe del 28 de junio, en realidad, no fue contra Zelaya sino contra Chávez y también contra Obama. Fue la respuesta de Cheney y los republicanos al discurso que el nuevo presidente demócrata leyó en Trinidad y Tobago, el 19 de abril de este año, cuando habló de su intención de establecer otro tipo de relaciones entre la Casa Blanca y América Latina. Sólo dos meses después, la caída de Zelaya lo puso a prueba: si usaba todo su poder para reinstalarlo en el cargo, en Washington lo acusarían de ser un peón a las órdenes de Chávez; si no metía las manos, quedaría en ridículo ante los votantes de habla hispana.

Obama ha reaccionado con extrema tibieza. Podía aplicar sanciones económicas que en menos de tres días habrían estrangulado al golpista Roberto Micheletti, pero prefirió que Hillary Clinton manejara la crisis por debajo del agua, concediendo a sus adversarios todas las ventajas. Estos ya preparan las elecciones de noviembre, de modo que sólo deben resistir algunos meses más para conformar un nuevo gobierno. A Zelaya, por lo contrario, el tiempo se le acaba. Su presencia en la frontera no produjo el efecto que esperaba, es decir, la salida del pueblo a las calles de todo el país para echar del poder a los usurpadores y acompañarlo en su retorno a Tegucigalpa.

Las reformas sociales de Zelaya –todo así parece indicarlo– fueron tan limitadas que el grueso de la población no se jugó la vida para defenderlas. Quienes se han manifestado exigiendo la restauración de la democracia son los sectores más lúcidos, que no confían en Zelaya pero lo ven como una posibilidad de llevar adelante cambios más profundos. En suma, las perspectivas no son lo que se llama optimistas y Felipe Calderón ya no es el único gobernante de facto de América Latina.

Después de robarse la Presidencia de la República en las elecciones de 2006, y de perder en forma patética las de 2009, reprobado por los especialistas en todas las materias, vapuleado por el narcotráfico, Calderón gobierna cada vez más con el apoyo del Ejército y observa los acontecimientos hondureños con sumo interés, tomando nota de los detalles y prendiéndole veladoras a Fujimori, el ex presidente peruano que gracias a un decreto disolvió el poder legislativo y se convirtió en dictador.

Objetivo: el petróleo

Envalentonados por su éxito y por la debilidad de Obama, los halcones de Washington avanzan rumbo al sur. Desde Colombia –que desempeña en Sudamérica el mismo papel que Israel en Medio Oriente– han lanzado una grave acusación contra el presidente de Ecuador, Rafael Correa: afirman tener pruebas de que la guerrilla de las FARC financió su campaña a la presidencia.

Al mismo tiempo, Colombia da su beneplácito para que el Pentágono ponga bases militares cerca de la frontera venezolana. Ya que los halcones no pudieron acabar con Chávez mediante el golpe militar de abril de 2002, ahora hacen pública su intención de declararle la guerra. Entre tanto, continúan saboteando de todas las formas posibles al gobierno de Evo Morales. Les queda muy claro que Ecuador, Venezuela y Bolivia poseen, además de Brasil y México, las mayores reservas de petróleo y gas natural del subcontinente. Y Estados Unidos jamás renunciará a ellas.

México está destrozado; ningún adjetivo describe mejor lo que nos han hecho los gobiernos de Salinas, Zedillo, Fox y Calderón tras el desastroso sexenio de De la Madrid. Sobrevive la mitad de los mexicanos con mil 900 pesos al mes, informó La Jornada, en su nota principal de primera plana, el domingo anterior y, al otro día, en el mismo espacio, desplegó la siguiente noticia: “Medio México, campo de batalla contra el narco”. No debemos extrañarnos: si la mitad de la población carece de lo más indispensable, es lógico que la mitad del territorio haya sucumbido a la violencia.

Pero falta lo peor. La crisis económica seguirá deteriorando las condiciones de vida de todos: aumentará el desempleo, la carestía, la falta de liquidez y la inseguridad, pero ni los dueños del país, ni los políticos a su servicio, ni los intelectuales que supuestamente deberían iluminarlos con sus reflexiones reconocen que este desastre fue causado por un modelo económico que debe ser sustituido. Lo más desesperante es que ni siquiera discuten el tema, no les pasa por la cabeza, no se les ocurre. Lo que más les preocupa, si acaso –en un plano muy secundario, además de sus continuas pérdidas económicas– es quién remplazará a Calderón en 2012.

¿Quién les administrará el rancho, quién mantendrá a raya a 80 millones de pobres? Ya lo verán en su momento. Ya decidirán, cuando llegue la hora, si el país queda en manos de Enrique Peña Nieto, el gobernador mexiquense que no oculta su admiración por Álvaro Uribe, es decir, por los ejércitos paramilitares que éste utiliza para combatir la guerrilla y el narcotráfico.

Por lo pronto, el martes próximo, Andrés Manuel López Obrador comenzará una gira por los más de 400 municipios de usos y costumbres de Oaxaca. Al final del año habrá concluido su visita a todos los ayuntamientos del país y habrá terminado de construir la red de comités del gobierno legítimo, cuyos afiliados suman ya más de 2 millones de personas.

En la ciudad de México y en otras regiones del país, entre tanto, el movimiento que encabeza espera propuestas para reanudar sus actividades. Las señales, en principio, llegarán cuando se defina la agenda legislativa del Congreso. ¿Nos impondrán ahora el IVA a alimentos y medicinas? ¿Lo permitiremos?


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México es más pobre con Calderón

Entre 2006 y 2008, cinco millones más de ciudadanos se unieron a quienes no tienen ni para comprar comida

Una mujer indigente y sus hijos, en la céntrica plaza del Zócalo en Ciudad de México en diciembre de 2008. - REUTERS

SERGIO RODRÍGUEZ - Corresponsal en México -

Público.es

Si la guerra contra el narcotráfico emprendida por el presidente mexicano, Felipe Calderón, se ha saldado con más violencia y muertes, sus políticas de desarrollo no sólo no han conseguido reducir la pobreza en México, sino que tampoco han puesto coto al aumento del número de mexicanos que viven en la más absoluta de las miserias: los que no tienen ni para comer.

Entre 2006 y 2008, los dos primeros años de su presidencia, al frente del Gobierno del conservador Partido de Acción Nacional (PAN), más de cinco millones de mexicanos engrosaron las filas de quienes no tienen medios suficientes para alimentarse correctamente lo que se conoce como pobreza alimentaria, y que ahora engloba ya a 19 millones y medio de personas en México.

El presidente mexicano presentó el empleo y la política social como dos de sus prioridades

El dato lo acaba de divulgar el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), un organismo oficial encargado de llevar a cabo informes periódicos sobre el resultado de los programas de desarrollo.

Las conclusiones de su último estudio no dejan gran lugar a la duda sobre el fracaso de las autoridades mexicanas a la hora de reducir el número de personas al borde de la indigencia. Un fracaso especialmente grave si se tiene en cuenta que Felipe Calderón que se presentaba en su campaña para las elecciones de 2006 como "el presidente del empleo" intenta desde su llegada al poder convencer a los mexicanos de que los programas sociales y la creación de empleo son dos de los ejes de su acción política.

A la luz de los resultados del documento, Calderón lo tiene ahora difícil para defender sus planes de desarrollo. En el texto se precisa que no sólo han aumentado los pobres que no tienen ni para comprar alimentos, sino que también han subido las cifras de lo que se conoce como pobreza patrimonial. Esta denominación se refiere a la incapacidad para satisfacer las necesidades de salud, educación, vivienda, vestido y transporte público.

Muchas familias tienen que poner a trabajar a sus hijos para poder alimentarse

El incremento de este tipo de pobreza fue, en los dos años estudiados, de un 4,8 %. Esto quiere decir que los 44,7 millones de mexicanos que no conseguían satisfacer estas necesidades básicas en 2006, cuando Vicente Fox dejó la presidencia del país, pasaron a ser más de 50 en 2008.

Unas cifras que podrían ser peores de no existir la emigración mexicana en Estados Unidos, cuyas remesas se elevaron en 2008 a 23.000 millones de dólares. Un dinero que va a parar en su mayor parte a las zonas rurales del país, precisamente en las que se registra el mayor porcentaje de personas en situación de miseria extrema, según precisa también el informe del CONEVAL. Algunos expertos calculan que, sin el dinero procedente de los emigrantes, la pobreza en México podría alcanzar al 75% de la población.

Recorte del gasto social

Tras la difusión de este informe, que deja tan maltrecha la lucha contra la miseria de las instituciones, el Gobierno mexicano se apresuró a asegurar, a través de su Secretaría de Desarrollo Social, que, de no existir sus programas sociales, habría 2,6 millones más de pobres de solemnidad en México. Un dato difícilmente comprobable.

Sin embargo, al mismo tiempo que se divulgaba el documento sobre la pobreza del organismo oficial, Agustín Carstens, secretario de Hacienda, anunció nuevos recortes del gasto público. Y no pequeños. La disminución de la inversión en programas de ayuda social confirmada por Carstens se elevará a 50.000 millones de pesos, que se sumarán a la reducción de otros de 35.000 millones que se aplicó hace unas semanas. En total, el Gobierno mexicano restará 85.000 millones de pesos (casi 5.000 millones de euros) a sus programas de desarrollo social.

"En México, un trabajador que recibía un salario mínimo en 2006, tenía que trabajar algo más de 13 horas para poder adquirir la cesta de alimentos básica; ahora tiene que trabajar casi 20,5 horas. Si quiere que le llegue para comer, tiene que trabajar siete horas más de lo que trabajaba hace dos años y medio, lo que es imposible para una sola persona", explica David Lozano, economista y director del Centro de Análisis Multidisciplinario mexicano.

Esta es la razón que, según Lozano, explica que "las familias mexicanas tengan que incorporar a más miembros de la familia al trabajo, sobre todo a los hijos. Eso o tener dos empleos. Ambas opciones afectan a las familias y a sus integrantes por igual".

"De las más de 43 millones de personas que tienen trabajo, casi 27 no tienen seguro médico en sus empresas. Este dato no incluye a los familiares de estos trabajadores, que también se encuentran desprotegidos a causa de esta situación. En resumen, el 62% de la población activa ha quedado despojada de los derechos conquistados a través de la lucha social", deplora el economista.

A estos trabajadores que, a pesar de estar supuestamente integrados en la economía formal, no tienen cobertura médica, hay que añadir, recuerda Lozano, "los más de 11,5 millones de mexicanos que, según las estadísticas oficiales, pertenecen al sector informal (la economía sumergida) que incluye, por ejemplo, el comercio ambulante".

La descripción de este experto convendría a un país del Tercer Mundo, pero, en realidad, desde 1993 se considera a México un país desarrollado, que forma parte del primer mundo. De ahí que el Estado mexicano no reciba ayuda al desarrollo para luchar contra la pobreza.

Las cifras del informe sobre la miseria en el país deberían bastar ahora para acabar con los sueños de grandeza del sistema político mexicano, al que el pueblo ha vuelto la espalda. Así se ha llegado a la actual situación, en la que el 65 % de los mexicanos se abstiene de participar en las elecciones.


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Disculpen la molestia: armados contra los pobres (ll parte) Eduardo Galeano


Si la justicia internacional de veras existe, ¿por qué nunca juzga a los poderosos? No van presos los autores de las más feroces carnicerías. ¿Será porque son ellos quienes tienen las llaves de las cárceles?

¿Por qué son intocables las cinco potencias que tienen derecho de veto en Naciones Unidas? ¿Ese derecho tiene origen divino? ¿Velan por la paz los que hacen el negocio de la guerra? ¿Es justo que la paz mundial esté a cargo de las cinco potencias que son las principales productoras de armas? Sin despreciar a los narcotraficantes, ¿no es éste también un caso de “crimen organizado”?

Pero no demandan castigo contra los amos del mundo los clamores de quienes exigen, en todas partes, la pena de muerte. Faltaba más. Los clamores claman contra los asesinos que usan navajas, no contra los que usan misiles.

Y uno se pregunta: ya que esos justicieros están tan locos de ganas de matar, ¿por qué no exigen la pena de muerte contra la injusticia social? ¿Es justo un mundo que cada minuto destina 3 millones de dólares a los gastos militares, mientras cada minuto mueren 15 niños por hambre o enfermedad curable? ¿Contra quién se arma, hasta los dientes, la llamada comunidad internacional? ¿Contra la pobreza o contra los pobres?

¿Por qué los fervorosos de la pena capital no exigen la pena de muerte contra los valores de la sociedad de consumo, que cotidianamente atentan contra la seguridad pública? ¿O acaso no invita al crimen el bombardeo de la publicidad que aturde a millones y millones de jóvenes desempleados, o mal pagados, repitiéndoles noche y día que ser es tener, tener un automóvil, tener zapatos de marca, tener, tener, y quien no tiene, no es?

¿Y por qué no se implanta la pena de muerte contra la muerte? El mundo está organizado al servicio de la muerte. ¿O no fabrica muerte la industria militar, que devora la mayor parte de nuestros recursos y buena parte de nuestras energías? Los amos del mundo sólo condenan la violencia cuando la ejercen otros. Y este monopolio de la violencia se traduce en un hecho inexplicable para los extraterrestres, y también insoportable para los terrestres que todavía queremos, contra toda evidencia, sobrevivir: los humanos somos los únicos animales especializados en el exterminio mutuo, y hemos desarrollado una tecnología de la destrucción que está aniquilando, de paso, al planeta y a todos sus habitantes.

Esa tecnología se alimenta del miedo. Es el miedo quien fabrica los enemigos que justifican el derroche militar y policial. Y en tren de implantar la pena de muerte, ¿qué tal si condenamos a muerte al miedo? ¿No sería sano acabar con esta dictadura universal de los asustadores profesionales? Los sembradores de pánicos nos condenan a la soledad, nos prohíben la solidaridad: sálvese quien pueda, aplastaos los unos a los otros, el prójimo es siempre un peligro que acecha, ojo, mucho cuidado, éste te robará, aquél te violará, ese cochecito de bebé esconde una bomba musulmana y si esa mujer te mira, esa vecina de aspecto inocente, es seguro que te contagia la peste porcina.

Eduardo Galeano

Primera parte

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