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domingo, mayo 09, 2010

Calderón en su burbuja

 Jorge Gómez Naredo

Yo no lo sé  de cierto, pero me parece que se está volviendo loco: ya no mira lo que tiene enfrente, mira solamente lo que quiere mirar, lo que su imaginación le pone en sus ojos. Cuando observa el color negro, él ve blanco: puro blanco. Y es que Felipe Calderón se aleja de la realidad día a día, minuto a minuto. Pierde piso: vive en una burbuja donde todo es bonanza, donde él ha hecho la proeza y todos los habitantes del mundo entero le deberíamos estar agradecidos. Una burbuja fuera de la realidad, alejada de lo que pasa, muy distante de las verdaderas vivencias de los mexicanos.

En un viaje por Alemania, Felipe Calderón arguyó que su gobierno había sorteado no cuatro sino cinco jinetes del Apocalipsis. Dijo en el país europeo: “Yo puedo decirles, amigos, que el año pasado no sólo enfrentamos una crisis en materia de salud, y la superamos, sino enfrentamos no cuatro, sino cinco jinetes del Apocalipsis el mismo año”. Y describió los males apocalípticos: el virus de la influenza, el cual, mencionó, “lo superamos”; una crisis económica de dimensiones catastróficas, a la que, arguyó, “hoy [la] estamos superando”; los matones del narcotráfico, a quienes, espetó, “los hemos enfrentado también con determinación”; una sequía asesina; y, por último, “la mayor caída en la producción de petróleo en México en toda la historia”. Calderón afirmó que todos estos males, él y su gobierno, los han enfrentado con aplomo y coraje, los han vencido: “en fin, amigas y amigos, estamos superando las crisis”.

      ¿Es acaso que el gobierno calderonista ha derrotado todos estos males? Por supuesto que no. Las crisis están ahí, afectando a la población mexicana. Basta echar un vistazo en los periódicos, cualquiera que sea éste, o voltear a nuestro alrededor, para encontrarnos los fracasos: crimen organizado que mata y mata, junto con un ejército que no respeta los derechos humanos y que agrava aún más la situación de inseguridad de todos los mexicanos. Y una crisis económica que empobrece día con día a la población: falta de empleo, míseros sueldos, empresas que cierran, negocios que no funcionan, hambre y desazón. Pero para Calderón, todo va bien.

      En Alemania, el panista mencionó: “Estamos trabajando fuerte para mejorar la infraestructura, la educación, la competitividad, la salud, y desde luego con un compromiso muy firme con el estado de derecho, porque queremos hacer de México un país seguro, no sólo para las familias mexicanas, sino también para quienes nos distinguen con su visita o con su inversión”. ¿Es estado de derecho que varias indígenas sean encarceladas, de manera absurda, por supuestamente secuestrar a varios policías armados con rifles asesinos?, ¿es estado de derecho que el ejército asesine a niños y estudiantes?, ¿es estado de derecho que una caravana que busca la paz sea tiroteada por un grupo paramilitar? ¿Es estado de derecho un país donde la justicia no se aplica, o más bien, donde solamente hay justicia para quien la puede pagar? ¿Son avances que instituciones públicas de salud no tengan los medicamentos necesarios para curar a la población mexicana? ¿Es acaso un logro que cientos de miles de mexicanos se queden sin educación básica por falta de recursos? Calderón, cada vez más, se aleja de la realidad que vive este país. Él solamente ve bonanzas, mira el color blanco donde solamente hay negro: puro negro.

      El viernes pasado, en una gira por Chiapas, Calderón, vestido con indumentaria indígena de la región, dijo que ojalá el “Dios que cuida y protege a San Juan Chamula, pueda iluminarnos a los gobernantes para gobernar y trabajar siempre, especialmente, en favor de los más pobres”. ¿Qué quiso decir Calderón?, ¿busca acaso la iluminación del Espíritu Santo para gobernar?, ¿todo queda en manos de Dios? Días antes, el Secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, como clarividente reputado con una bola de cristal que muestra el futuro, argumentó que “creemos que vamos a ver una disminución de las cifras [por hechos violentos del crimen organizado] tal vez a fines de este año y luego será una curva sostenida por un proceso institucional que hará de esto una cifra estable”. Ante declaraciones como éstas, donde sin base científica, política, policial o jurídica, se establece que habrá una “caída” en los índices de criminalidad  y se pide además un ayuda divina para auxiliar y/o guiar a los gobernantes, uno no sabe si reír, llorar o hacer un coraje. De verdad, uno no sabe.

      Mientras todo, abajo, se mira gris, se mira negro, Felipe Calderón observa un país color de rosa: lleno de futuro boyante, pletórico de oportunidades, con un gobierno que salvó al mundo de una epidemia mortal, que ha conseguido sortear crisis económicas, ecológicas y petroleras, que casi erradicar la violencia del narcotráfico y además que es guiado por Dios. La realidad, la terca realidad, demuestra lo contrario y exhibe a Felipe Calderón como un personaje lejano de lo que realmente aqueja a sus supuestos gobernados, encerrado en su burbuja, esa burbuja donde todo, absolutamente todo, es bonanza. Burbuja que, por cierto, la amplia mayoría de los mexicanos ni siquiera sabe de su existencia.

jorge_naredo@yahoo.com

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miércoles, agosto 26, 2009

Revelan desigualdad en ingresos de hogares en Jalisco

Foto: César Huerta/Extensión Medios

La Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares de Jalisco muestra que el hogar que obtiene menos recursos percibe 8 mil 346 pesos trimestrales, mientras, el de mayores ingresos recibe 144 mil 531 pesos

Mae López Aranda
El Universal
Guadalajara, Jalisco Martes 25 de agosto de 2009

El hogar que menos recursos percibe en Jalisco obtiene 8 mil 346 pesos trimestrales, mientras que el hogar con mayores ingresos percibe 144 mil 531 pesos, es decir, una desigualdad de 17 veces ese monto, de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares de Jalisco (ENIGH 2008).

Durante la presentación de los resultados de la encuesta, Humberto Gutiérrez Pulido, director general del Consejo Estatal de Población Jalisco (COEPO), comentó que a nivel nacional, la desigualdad es mayor con una diferencia de ingresos de 22 veces.

Gutiérrez Pulido manifestó que el ingreso monetario de los hogares en Jalisco proviene de las remuneraciones del trabajo subordinado con 64.8 por ciento, trabajo independiente 16.4 por ciento, transferencias 9.5 puntos porcentuales y renta de una propiedad 6.3 por ciento.

Entre los datos que analizó la COEPO es que en 2008 las familias gastaron más en alimentos y menos en educación.

En los hogares jaliscienses se utiliza el 34.5 por ciento en alimentos, bebidas y tabaco; en trasporte el 18.3 por ciento, mientras que en educación y esparcimiento apenas el 12.9%.

Humberto Gutiérrez señaló que entre los resultados arrojados de la encuesta, el gasto trimestral en alimentos, bebidas y tabaco de los hogares jaliscienses ascendió a 8 mil 313 pesos, mientras que la media nacional fue de 7 mil 389.

Así como que en vivienda y combustibles, el gasto de los hogares jaliscienses es mayor que la media nacional. Mientras que una familia en promedio gasta 2 mil 820 pesos trimestrales en la entidad, en el país, la cifra baja a 2 mil 207 pesos.

Del total de ingresos de una familia, el 53.9% es de remuneraciones por trabajo subordinado, así como especificó que el 7.9 por ciento de los ingresos provienen de programas gubernamentales.

"En el estado más o menos 200 mil hogares reciben algún tipo de apoyo gubernamental", añadió el funcionario.

Para la encuesta en Jalisco participaron 3 mil 6 hogares, mismos que fueron visitados del 21 de agosto al 17 de noviembre, esta es la segunda ocasión que el estado es parte de la muestra, la anterior fue en la ENIGH de 1996.

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jueves, agosto 20, 2009

Existen en México 54.8 millones de pobres, 51% de la población

Sólo entre 2006 y 2009 surgieron 10 millones más en el país, según estudio del BM

Este año aumentarán en 8.3 millones en América Latina, la mitad de los cuales se encuentran en territorio nacional

La crisis será inusualmente dura con la clase media, advierte el banco

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Imagen del subempleo y la pobreza en ChiapasFoto Archivo de La Jornada

Roberto González Amador

La recesión en que cayó la economía mexicana este año sumió en la pobreza a por lo menos 4.2 millones de personas, adicionales a los 5.9 millones que cayeron en esa condición entre 2006 y 2008, reveló un reporte del Banco Mundial (BM). Si se toman en cuenta los 50.6 millones de pobres registrados en datos oficiales hasta 2008, se obtiene un total de 54.8 millones de mexicanos en esta condición, o sea, 51.02 por ciento de la población del país, del conjunto de 107.4 millones a junio de 2009.

El organismo indicó que la crisis de este año, que interrumpió un lustro de crecimiento económico en Latinoamérica y el Caribe, provocó un aumento de 8.3 millones de pobres en la región, de los cuales la mitad vive en México.

De esta manera, México se convirtió en el país más afectado por la crisis económica en la región, y también en el que un mayor número de sus habitantes cayó en la pobreza durante este año, de acuerdo con el documento del Banco Mundial, que constituye la primera evaluación sobre las consecuencias de la actual crisis económica en los indicadores de pobreza en América Latina, la región con mayor desigualdad en la distribución del ingreso.

Entre 2006 y 2008, los dos primeros años de la actual administración federal, el número de pobres en México aumentó en 5.9 millones de personas, hasta alcanzar 50.6 millones, 47.4 por ciento de la población total del país, según publicó el 18 de julio pasado el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), organismo oficial encargado de la medición de la pobreza en el país.

El periodo evaluado por el Coneval cubre básicamente los dos años en que el alza en el precio internacional de los alimentos se expresó en México en mayores costos al consumidor final de bienes básicos como la tortilla, en general los granos y carnes, de las que el país depende del exterior.

En el mundo, según estimaciones del Banco Mundial, la crisis alimentaria provocó un aumento de 100 millones en el número de pobres. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) calculó que 10 millones de ellos correspondían a personas que viven en esta región.

La nueva evaluación del Banco Mundial calculó por primera vez el efecto de la actual crisis económica, que se comenzó a resentir desde mediados del año pasado, sobre la pobreza en América Latina y el Caribe.

El Banco Mundial estima que la crisis económica empujará a 8.3 millones de latinoamericanos a la pobreza. Para poner ese número en perspectiva, 60 millones de habitantes de la región habían salido de la pobreza en el periodo de 2002 a 2008, gracias al crecimiento más rápido, a las mejores políticas sociales y a las mayores remesas, indica el informe Latinoamérica más allá de la crisis; impactos, políticas y oportunidades.

Abunda: Se espera que la crisis sea inusualmente dura con la clase media, por la caída en la demanda por exportaciones no tradicionales que tienden a emplear a trabajadores formales, urbanos y tecnológicamente más avanzados.

El informe, concluido en julio y publicado este mes, indica que la crisis económica provocará que la tasa de pobreza en la región aumente este año en 8.3 millones de personas respecto de 2008. Alrededor de la mitad de esas personas que caerán en pobreza este año están en México (4.15 millones), una quinta parte (1.66 millones) en Brasil y el resto están distribuidos en Argentina, Colombia, Ecuador, Guatemala y Venezuela.

De los 8.3 millones de nuevos pobres en América Latina, 3.6 millones serán personas que caerán en extrema pobreza, una manera de decir que no dispondrán de ingreso suficiente para comprar la comida mínima necesaria.

Hasta el año pasado, según el Banco Mundial, 181.3 millones de personas eran pobres en América Latina y el Caribe y de ese universo, 73.3 millones vivían en pobreza extrema. .

Durante las décadas de los años 80 y 90 del siglo pasado, el número de pobres en la región se elevó, al pasar de 160.5 millones en 1981 a 240.6 millones en 2002. El universo de personas en extrema pobreza, en ese periodo, creció de 90 millones a 114 millones. Desde 2002 el número de pobres disminuyó a una velocidad sin precedente, de tal forma que en 2008 bajó a 181.3 millones.

Durante el periodo de fuerte crecimiento, de 2002 a 2008, alrededor de 60 millones de latinoamericanos salieron de la pobreza y 41 millones de ellos dejaron la pobreza extrema. Ello se expresó en que hacia 2007 y 2008 se registró una reducción en las tasas de pobreza. Desafortunadamente, la reciente recesión mundial ha puesto fin a ese progreso, indicó el reporte.


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viernes, agosto 07, 2009

Seguimos en Oaxaca

Polimnia Romana

SDP Noticias

Tiene poco más de 9 años, un ojo morado y el cabello seco y enredado. Las chanclas le quedan grandes y tropieza a cada paso, su ropita sucia y rota apenas la cubre del aironazo que baja del peñasco. Se llama Alma. Cuando te mira parece que sus ojos están vacíos, irónicamente, sin alma. Su mamá trabaja en la ciudad y de su papá nadie le da razón. Su abuelita con trabajos la cuida y la alimenta. Su primo grande la golpea con saña. Dejé de hacerle preguntas a la pequeña Alma cuando me contó que un señor le da dinero y la trata "bien bonito". No quise imaginar ya nada. La solución a los problemas de Alma no es aplicar la ley y encarcelar al primo, a la madre o al señor que la toca con "cariño". No sería justo porque ellos son víctimas al igual que la niña. Sin justificarlos, pienso que la situación los ha orillado a actuar de esa manera. Alma no necesita un litro de leche y unos zapatos nuevos, lo que le urge es el cariño y la protección de una familia, y para eso tendrían que suceder muchas cosas en Oaxaca, y en todo México.

Si su padre hubiera tenido trabajo en su pueblo, no se hubiera largado pal otro lado. Si su madre tuviera un trabajo digno no sería sirvienta en el D.F. Si su abuela tuviera atención médica y medicinas no estaría postrada en un petate, y si su primo asistiera a una preparatoria no desquitaría su frustración con la pobre de Alma.El amor, al igual que el odio se potencializan. A partir de una sola acción se desencadenan conductas que se hacen costumbres, para bien o para mal.

Con un gobernador como Ulises Ruiz y un presidente como Calderón sólo se pueden esperar desgracias en Oaxaca y a todo lo largo y ancho del país. Familias desintegradas, jóvenes sin estudios, niños sin porvenir, mujeres solas, ancianos desamparados, campos abandonados, delincuentes y políticos corruptos es lo que han dejado a su paso las políticas económicas neoliberales al servicio del mercado. Cuánto dolor recorre nuestro territorio y cuánto daño a la patria que amamos tanto. Quienes lo palpamos de cerca, con dolor en el alma y por Alma, seguimos luchando por un cambio verdadero. Quienes sabiendo esta situación la ignoran, la ocultan o la disfrazan para seguir explotando al pueblo, no sienten dolor porque no tienen alma.

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sábado, agosto 01, 2009

Desfiladero: López Obrador, la gallina muerta y el perrito

Foto
Elementos de la PF ocupan las oficinas de Pemex, en la colonia Anáhuac, como parte de la investigación sobre el robo de combustible en la paraestatal Víctor CamachoFoto

Jaime Avilés

La Jornada

E
stán ocurriendo extrañas cosas en las cloacas del país, es decir, en los más altos niveles del gobierno federal (o lo que sea). Por ejemplo, hace unos días, la casa encuestadora GEA –sí, una de las empresas particulares del director general de Petróleos Mexicanos, Jesús Reyes Heroles González Garza– reveló que en la nueva Cámara de Diputados, recién electa el pasado 5 de julio, Felipe Calderón tendrá bajo su control directo 16 legisladores, mientras Andrés Manuel López Obrador dispondrá de 29 y Enrique Peña Nieto, de 46.

La respuesta de Los Pinos, aparentemente, llegó ayer, menos de una semana después, con la noticia de que la Procuraduría General de la República descubrió una red de 12 bandas delictivas que desde hace 10 años se dedican a robar, adulterar y vender gasolinas y diesel. Sólo en 2008, agrega la PGR, extrajeron casi 5 millones de barriles, causando un perjuicio económico estimado en 9 mil 300 millones de pesos.

¿Hay una relación de causa y efecto entre ambos hechos? ¿Reyes Heroles se distrae de sus ocupaciones petroleras para difundir que ahora Calderón vale políticamente menos que López Obrador y mucho menos que Peña Nieto y, por tanto, la PGR lo amonesta insinuando que debería prestar más atención al negocio que regentea y evitar que sus empleados se lleven a casa la mercancía? Como dijo Descartes, no lo descartes...

Otra. La prensa amiga del régimen realiza un hallazgo escalofriante, inesperado, devastador. Investigaciones independientes llegan a la conclusión de que diversos actores políticos desvían los fondos del Procampo a sus propias cuentas bancarias. Más: las pesquisas ponen de relieve que esta práctica, insólita e insospechada, se realiza desde hace nueve años. ¿Por qué nadie se había dado cuenta? ¿No habrá un error en la información? ¿Estarán hablando en serio?

Todo parece indicar que sí. Es más, según fuentes bien calificadas, los economistas de Los Pinos discuten ya la forma de acabar de una vez por todas con ese foco de corrupción que es Procampo. O dicho de otro modo, como el calendario electoral quedó atrás, el gobierno (o lo que sea) recortará drásticamente los programas sociales en el presupuesto del año próximo.

La columna Dinero, de Enrique Galván Ochoa, informó ayer que la producción industrial de (Japón) la segunda potencia del mundo, dio un salto impresionante en el segundo trimestre del año, creció 8.3 por ciento, el mayor estirón desde 1953. China (...) había bajado el ritmo, pero en el segundo trimestre del año retomó la ruta de desarrollo de dos dígitos. El gobierno aplicó una inyección de 586 mil millones de dólares para reactivar la economía.

Luego de repasar los casos de Brasil y Chile, donde también hubo signos de recuperación en abril, mayo y junio, Galván subraya que es en el mismo segundo trimestre cuando la economía de México registró una de las mayores caídas de los tiempos recientes, de 10 u 11 por ciento.

El año pasado, cuando la crisis económica estalló en toda su magnitud, López Obrador propuso con insistencia un programa de austeridad que, mediante la reducción de salarios en los altos niveles de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, permitiría ahorrar 200 mil millones de pesos, mismos que podrían ser inyectados, como lo hicieron los chinos, a diversos sectores productivos.

Como era de esperarse, Calderón no se dio por enterado. Atado de pies y manos por sus compromisos con todos aquellos a quienes les juró servirlos de rodillas a cambio de que lo dejaran ponerse la banda presidencial, no tuvo más remedio que mantener intactos los sueldos y las faraónicas prestaciones de sus colaboradores y cómplices en el gobierno, en las cámaras y en la Corte. Ahora, como ya pasaron las elecciones, el presupuesto del año entrante, destinado a las actividades agropecuarias, sufrirá una drástica disminución, mientras los ingresos de los altos funcionarios del régimen serán reforzados, vamos a ver cómo, para que no sufran las consecuencias de la Ley de Salarios Máximos, que entrará en vigor en 2010.

En noviembre de 2004, después de la relección de George WC Bush a la presidencia de Estados Unidos, la columnista Amy Goodman relató en este diario una anécdota de su infancia. Contó que en su pueblo natal, cuando un perro mataba una gallina, era castigado con saña didáctica: le amarraban la gallina al pescuezo hasta que se pudriera, y andaba con ella, enfermo de repugnancia, soportando la peste, durante días. Para que nunca más lo volviera a hacer.

El gobierno surgido del fraude electoral de 2006 llegó a su fin el 5 de julio de 2009, hace menos de un mes. Si Calderón, a lo largo de 2007 y 2008, fue incapaz de obtener el respeto de nadie –ni del pueblo, que nunca lo reconoció como presidente, ni de los gobernadores priístas, que lo ayudaron a llegar a Los Pinos a cambio de impunidad absoluta–, hoy, después de la debacle, políticamente, es un fantasma.

En la metáfora de Amy Goodman, Calderón es la gallina muerta y nosotros, los ciudadanos, el perro que la traerá atada al cuello durante los próximos tres años y medio, hasta diciembre de 2012. Pero entonces tomará el poder Peña Nieto para que nada cambie por lo menos hasta diciembre de 2018, y aun después. Así es como tienen planificado el futuro inmediato las 30 familias propietarias de nuestro país, es decir, de nosotros mismos, de nuestros sueños y de nuestro destino.

Este es el significado profundo del manifiesto que López Obrador publicó el jueves, dirigido al pueblo de México. En la época del PRI-gobierno, recordó, al final de cada sexenio el presidente saliente era devorado por el sistema –sus errores, fracasos, abusos y excesos de repente salían a la luz y los repudiaba todo mundo– para que el entrante, con plena comodidad, se adueñara del escenario y renovara las esperanzas de las mayorías. Hoy está ocurriendo lo mismo, sólo que a destiempo. Después del desastre electoral del 5 de julio, afirma el político tabasqueño, una vez más estamos siendo testigos de la recomposición del mismo régimen (...) cuando el gobierno de Calderón ni siquiera ha cumplido tres años.

Esto explica por qué la oligarquía impulsó, o cuando menos permitió que resurgiera el PRI y progresara la intentona de imponer a Enrique Peña Nieto como candidato a la Presidencia de la República en 2012, para seguir manteniendo la misma política de corrupción y de privilegios. El diagnóstico es correcto; el pronóstico, en cambio, parece difuso.

De todos los aspirantes presidenciales del PRI, Peña Nieto es el más joven. Tendrá que resistir, sin desgastarse, de aquí a noviembre de 2011, cuando tal vez lo destapen. Faltan muchos meses y muchos días. Su imposición está muy lejos de ser un designio fatal. Por eso, el manifiesto de López Obrador llama a sus seguidores a seguir sumando a más representantes del gobierno legítimo, esto es, a seguir construyendo una nueva fuerza política en todo el país para ganar las elecciones de 2012, echar a la basura el modelo neoliberal y desatar un proceso de transformaciones profundas a corto y a largo plazos. No es tarea fácil, pero tampoco imposible.


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domingo, julio 26, 2009

De pobreza y “guerra” contra el narcotráfico

Foto: César Huerta/Extensión Medios

Jorge Gómez Naredo

La Jornada Jalisco

El país se cae en pedacitos, se viene abajo y se desmorona; mientras, Calderón solamente piensa en lucha contra el narco y más lucha contra el narco. La situación económica se vive mal, no solamente abajo, sino también arriba: hay cientos de empresas que han cerrado, dinero que vale cada día menos (es decir, inflación que crece, crece y crece), trabajadores despedidos, hambre, pobreza y pobreza extrema, lágrimas de cientos de mexicanos que cruzan fronteras para buscar en Estados Unidos las oportunidades que acá, en su país, no encuentran. Hay crisis. Y Calderón solamente piensa en más sangre a derramar, en más sacrificios para un “México sin delincuencia”.

El déficit público es un hecho: el presupuesto ha sufrido ya dos recortes porque no hay dinero, porque la captación de impuestos ha disminuido (a pesar de la “gran reforma fiscal” aprobada por panistas y priístas), al igual que las ganancias provenientes de la exportación de crudo. Hasta la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) ha manifestado que el desempleo seguirá creciendo. Sí, cientos de miles de personas más perderán sus fuentes de trabajo en el sexenio de quien dijo sería “el presidente del empleo”. Las palabras de Miguel Messmacher, titular de la Unidad de Planeación Económica de la SHCP, son claras: “el empleo tarda más tiempo para recuperarse. Todavía estaremos observando caídas en el empleo durante un cierto periodo, después de que la economía empiece a repuntar”. El país se dirige a una catástrofe económica. Mientras esto acontece, Calderón sigue en su lucha solitaria: la “guerra” contra el narco. Dijo el jueves pasado: “hoy México encara nuevos enemigos, criminales que desafían al Estado, desafían a sus instituciones y que asedian y lastiman a la sociedad; que amenazan a la nación”.

El gobierno de Felipe Calderón (si se le puede llamar “gobierno” a eso que ha hecho) se ha caracterizado por el repunte en los índices de pobreza. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), dependiente de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso), en un informe presentado hace poco más de una semana, indicó que desde 2006 la pobreza ha aumentado de 46.1 por ciento a 50.6 por ciento. Estas son cifras oficiales. Hay otras más alarmantes: según el investigador de El Colegio de México y colaborador de La Jornada, Julio Boltvinik, la pobreza la vive el 75 por ciento de la población mexicana. ¿Y qué hace Felipe Calderón?, ¿acaso inicia una guerra contra la marginación, contra las injusticias económicas, contra las aberrantes desigualdades sociales de este país? No, él está empecinado en ganar la conflagración contra el narcotráfico.

Miles de millones de pesos, que deberían ser invertidos en programas sociales y en paliar la pobreza en México, han sido canalizados a la “guerra contra el narcotráfico”. Una guerra que, debe decirse, desde antes de iniciada está perdida, pues no se han combatido las causas profundas del tráfico de drogas (pobreza extrema, falta de oportunidades, desempleo, un mercado inmenso de droga en Estados Unidos, corrupción, contubernio entre funcionarios de alto nivel y grandes capos de la droga, etcétera).

Calderón está obcecado en ganar su cruzada contra el narco. El jueves pasado mencionó: “De lo que se trata, señoras y señores, es de poner un alto al crimen organizado en su totalidad; es decir, un enemigo que mata, que secuestra y que tortura gente inocente; un enemigo que extorsiona amenazando la vida y la integridad de hombres y mujeres honestos; un enemigo que cancela posibilidades de desarrollo de comunidades enteras y que, en su ambición sin escrúpulos, corrompe, amenaza e, incluso, pretende suplantar a la autoridad”. Valdría la pena preguntarse: ¿cuándo se castigará a quienes, desde el gobierno, han provocado la pobreza de cientos de miles de mexicanos?, ¿cuándo estarán en las cárceles quienes han causado catástrofes económicas que han dejado en la miseria a millones de mexicanos?, ¿cuándo se condenará a los funcionarios públicos que han optado por la dilapidación de los recursos públicos (grandes comilonas, viajes por doquier, autos lujoso y un largo etcétera) en lugar de idear programas efectivos para disminuir la pobreza, procurar empleos con sueldos dignos y potenciar el mercado interno?, ¿cuándo? ¿Acaso esos personajes no son “enemigos”?, ¿acaso ellos no son personas que han cancelado “posibilidades de desarrollo de comunidades enteras y que, en su ambición sin escrúpulos, corrompen”?, ¿acaso no debería ser castigado Felipe Calderón por el caos en que ha convertido a la nación?

Mientras el país se cae en pedacitos, se viene abajo y se desmorona, Calderón despliega a cientos de efectivos castrenses en varias entidades del país: ¿cuándo entenderá que hoy, la prioridad en México, no es acabar con el narcotráfico sino disminuir la pobreza?, ¿cuándo los tecnócratas (del PAN, PRI y PRD) sabrán que lo que precisa el país es desarrollo con justicia?, ¿cuándo comprenderán que México, con las desigualdades que tiene hoy, simple y llanamente no es una nación viable? Parece que nunca.

jorge_naredo@yahoo.com


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sábado, julio 25, 2009

¿Comenzó una nueva etapa de golpes de Estado?

Foto: César Huerta/Extensión Medios

Desfiladero
Jaime Avilés
La Jornada

En los momentos en que estas palabras encuentran acomodo definitivo en este espacio, el presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya Rosales, deja Nicaragua y se interna apenas unos cuantos metros en el territorio de su país. La televisión transmite, en vivo desde el sitio donde ocurren los hechos, un episodio clásico del siglo XIX. En lugar de un carruaje como el de don Benito Juárez, o de un caballo como el de José Martí, Zelaya viaja en un jeep blanco y, en vez de un sable, empuña un teléfono celular. Más allá de la tecnología y de la parafernalia, la escena pertenece al mismo tiempo al pasado y al futuro.

A los mexicanos la perspectiva de regresar al pasado nos deja indiferentes porque vivimos en el siglo XIX hace ya muchos años: los últimos cuatro gobiernos sexenales destruyeron el pacto social que surgió de la Revolución de 1910 y nos hicieron retroceder a una época anterior al porfiriato, cuando, como ahora, no había ferrocarriles. Así que eso no nos preocupa. Somos la economía latinoamericana que ha registrado el menor crecimiento en 25 años. Intentemos atisbar, por lo mismo, qué nos reserva el futuro, al menos desde la perspectiva que anuncia el golpe de Estado en Honduras.

Zelaya pertenece a una acaudalada familia de latifundistas que, en muchas ocasiones, honró las tradiciones de crueldad e injusticia típicas de la oligarquía de su país. Una oscura leyenda habla de horrendos crímenes en la hacienda de su padre. Eso no está a discusión. Lo que interesa es que al llegar al poder emprendió reformas sociales en beneficio de los más pobres.

Aumentó los salarios mínimos, extendió la cobertura de la seguridad social y trató de reducir el analfabetismo, pero desarrolló una política exterior que molestó a los halcones de Washington y, por tanto, a las fuerzas armadas hondureñas. Específicamente, firmó con el gobierno de Hugo Chávez convenios para recibir petróleo venezolano a precios bajos y a pagar a largo plazo. Aunque los términos del pacto eran más que favorables, la oligarquía lo derrocó cuando propuso modificar la Constitución para que futuros gobernantes –no él– pudieran relegirse.

El golpe del 28 de junio, en realidad, no fue contra Zelaya sino contra Chávez y también contra Obama. Fue la respuesta de Cheney y los republicanos al discurso que el nuevo presidente demócrata leyó en Trinidad y Tobago, el 19 de abril de este año, cuando habló de su intención de establecer otro tipo de relaciones entre la Casa Blanca y América Latina. Sólo dos meses después, la caída de Zelaya lo puso a prueba: si usaba todo su poder para reinstalarlo en el cargo, en Washington lo acusarían de ser un peón a las órdenes de Chávez; si no metía las manos, quedaría en ridículo ante los votantes de habla hispana.

Obama ha reaccionado con extrema tibieza. Podía aplicar sanciones económicas que en menos de tres días habrían estrangulado al golpista Roberto Micheletti, pero prefirió que Hillary Clinton manejara la crisis por debajo del agua, concediendo a sus adversarios todas las ventajas. Estos ya preparan las elecciones de noviembre, de modo que sólo deben resistir algunos meses más para conformar un nuevo gobierno. A Zelaya, por lo contrario, el tiempo se le acaba. Su presencia en la frontera no produjo el efecto que esperaba, es decir, la salida del pueblo a las calles de todo el país para echar del poder a los usurpadores y acompañarlo en su retorno a Tegucigalpa.

Las reformas sociales de Zelaya –todo así parece indicarlo– fueron tan limitadas que el grueso de la población no se jugó la vida para defenderlas. Quienes se han manifestado exigiendo la restauración de la democracia son los sectores más lúcidos, que no confían en Zelaya pero lo ven como una posibilidad de llevar adelante cambios más profundos. En suma, las perspectivas no son lo que se llama optimistas y Felipe Calderón ya no es el único gobernante de facto de América Latina.

Después de robarse la Presidencia de la República en las elecciones de 2006, y de perder en forma patética las de 2009, reprobado por los especialistas en todas las materias, vapuleado por el narcotráfico, Calderón gobierna cada vez más con el apoyo del Ejército y observa los acontecimientos hondureños con sumo interés, tomando nota de los detalles y prendiéndole veladoras a Fujimori, el ex presidente peruano que gracias a un decreto disolvió el poder legislativo y se convirtió en dictador.

Objetivo: el petróleo

Envalentonados por su éxito y por la debilidad de Obama, los halcones de Washington avanzan rumbo al sur. Desde Colombia –que desempeña en Sudamérica el mismo papel que Israel en Medio Oriente– han lanzado una grave acusación contra el presidente de Ecuador, Rafael Correa: afirman tener pruebas de que la guerrilla de las FARC financió su campaña a la presidencia.

Al mismo tiempo, Colombia da su beneplácito para que el Pentágono ponga bases militares cerca de la frontera venezolana. Ya que los halcones no pudieron acabar con Chávez mediante el golpe militar de abril de 2002, ahora hacen pública su intención de declararle la guerra. Entre tanto, continúan saboteando de todas las formas posibles al gobierno de Evo Morales. Les queda muy claro que Ecuador, Venezuela y Bolivia poseen, además de Brasil y México, las mayores reservas de petróleo y gas natural del subcontinente. Y Estados Unidos jamás renunciará a ellas.

México está destrozado; ningún adjetivo describe mejor lo que nos han hecho los gobiernos de Salinas, Zedillo, Fox y Calderón tras el desastroso sexenio de De la Madrid. Sobrevive la mitad de los mexicanos con mil 900 pesos al mes, informó La Jornada, en su nota principal de primera plana, el domingo anterior y, al otro día, en el mismo espacio, desplegó la siguiente noticia: “Medio México, campo de batalla contra el narco”. No debemos extrañarnos: si la mitad de la población carece de lo más indispensable, es lógico que la mitad del territorio haya sucumbido a la violencia.

Pero falta lo peor. La crisis económica seguirá deteriorando las condiciones de vida de todos: aumentará el desempleo, la carestía, la falta de liquidez y la inseguridad, pero ni los dueños del país, ni los políticos a su servicio, ni los intelectuales que supuestamente deberían iluminarlos con sus reflexiones reconocen que este desastre fue causado por un modelo económico que debe ser sustituido. Lo más desesperante es que ni siquiera discuten el tema, no les pasa por la cabeza, no se les ocurre. Lo que más les preocupa, si acaso –en un plano muy secundario, además de sus continuas pérdidas económicas– es quién remplazará a Calderón en 2012.

¿Quién les administrará el rancho, quién mantendrá a raya a 80 millones de pobres? Ya lo verán en su momento. Ya decidirán, cuando llegue la hora, si el país queda en manos de Enrique Peña Nieto, el gobernador mexiquense que no oculta su admiración por Álvaro Uribe, es decir, por los ejércitos paramilitares que éste utiliza para combatir la guerrilla y el narcotráfico.

Por lo pronto, el martes próximo, Andrés Manuel López Obrador comenzará una gira por los más de 400 municipios de usos y costumbres de Oaxaca. Al final del año habrá concluido su visita a todos los ayuntamientos del país y habrá terminado de construir la red de comités del gobierno legítimo, cuyos afiliados suman ya más de 2 millones de personas.

En la ciudad de México y en otras regiones del país, entre tanto, el movimiento que encabeza espera propuestas para reanudar sus actividades. Las señales, en principio, llegarán cuando se defina la agenda legislativa del Congreso. ¿Nos impondrán ahora el IVA a alimentos y medicinas? ¿Lo permitiremos?


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México es más pobre con Calderón

Entre 2006 y 2008, cinco millones más de ciudadanos se unieron a quienes no tienen ni para comprar comida

Una mujer indigente y sus hijos, en la céntrica plaza del Zócalo en Ciudad de México en diciembre de 2008. - REUTERS

SERGIO RODRÍGUEZ - Corresponsal en México -

Público.es

Si la guerra contra el narcotráfico emprendida por el presidente mexicano, Felipe Calderón, se ha saldado con más violencia y muertes, sus políticas de desarrollo no sólo no han conseguido reducir la pobreza en México, sino que tampoco han puesto coto al aumento del número de mexicanos que viven en la más absoluta de las miserias: los que no tienen ni para comer.

Entre 2006 y 2008, los dos primeros años de su presidencia, al frente del Gobierno del conservador Partido de Acción Nacional (PAN), más de cinco millones de mexicanos engrosaron las filas de quienes no tienen medios suficientes para alimentarse correctamente lo que se conoce como pobreza alimentaria, y que ahora engloba ya a 19 millones y medio de personas en México.

El presidente mexicano presentó el empleo y la política social como dos de sus prioridades

El dato lo acaba de divulgar el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), un organismo oficial encargado de llevar a cabo informes periódicos sobre el resultado de los programas de desarrollo.

Las conclusiones de su último estudio no dejan gran lugar a la duda sobre el fracaso de las autoridades mexicanas a la hora de reducir el número de personas al borde de la indigencia. Un fracaso especialmente grave si se tiene en cuenta que Felipe Calderón que se presentaba en su campaña para las elecciones de 2006 como "el presidente del empleo" intenta desde su llegada al poder convencer a los mexicanos de que los programas sociales y la creación de empleo son dos de los ejes de su acción política.

A la luz de los resultados del documento, Calderón lo tiene ahora difícil para defender sus planes de desarrollo. En el texto se precisa que no sólo han aumentado los pobres que no tienen ni para comprar alimentos, sino que también han subido las cifras de lo que se conoce como pobreza patrimonial. Esta denominación se refiere a la incapacidad para satisfacer las necesidades de salud, educación, vivienda, vestido y transporte público.

Muchas familias tienen que poner a trabajar a sus hijos para poder alimentarse

El incremento de este tipo de pobreza fue, en los dos años estudiados, de un 4,8 %. Esto quiere decir que los 44,7 millones de mexicanos que no conseguían satisfacer estas necesidades básicas en 2006, cuando Vicente Fox dejó la presidencia del país, pasaron a ser más de 50 en 2008.

Unas cifras que podrían ser peores de no existir la emigración mexicana en Estados Unidos, cuyas remesas se elevaron en 2008 a 23.000 millones de dólares. Un dinero que va a parar en su mayor parte a las zonas rurales del país, precisamente en las que se registra el mayor porcentaje de personas en situación de miseria extrema, según precisa también el informe del CONEVAL. Algunos expertos calculan que, sin el dinero procedente de los emigrantes, la pobreza en México podría alcanzar al 75% de la población.

Recorte del gasto social

Tras la difusión de este informe, que deja tan maltrecha la lucha contra la miseria de las instituciones, el Gobierno mexicano se apresuró a asegurar, a través de su Secretaría de Desarrollo Social, que, de no existir sus programas sociales, habría 2,6 millones más de pobres de solemnidad en México. Un dato difícilmente comprobable.

Sin embargo, al mismo tiempo que se divulgaba el documento sobre la pobreza del organismo oficial, Agustín Carstens, secretario de Hacienda, anunció nuevos recortes del gasto público. Y no pequeños. La disminución de la inversión en programas de ayuda social confirmada por Carstens se elevará a 50.000 millones de pesos, que se sumarán a la reducción de otros de 35.000 millones que se aplicó hace unas semanas. En total, el Gobierno mexicano restará 85.000 millones de pesos (casi 5.000 millones de euros) a sus programas de desarrollo social.

"En México, un trabajador que recibía un salario mínimo en 2006, tenía que trabajar algo más de 13 horas para poder adquirir la cesta de alimentos básica; ahora tiene que trabajar casi 20,5 horas. Si quiere que le llegue para comer, tiene que trabajar siete horas más de lo que trabajaba hace dos años y medio, lo que es imposible para una sola persona", explica David Lozano, economista y director del Centro de Análisis Multidisciplinario mexicano.

Esta es la razón que, según Lozano, explica que "las familias mexicanas tengan que incorporar a más miembros de la familia al trabajo, sobre todo a los hijos. Eso o tener dos empleos. Ambas opciones afectan a las familias y a sus integrantes por igual".

"De las más de 43 millones de personas que tienen trabajo, casi 27 no tienen seguro médico en sus empresas. Este dato no incluye a los familiares de estos trabajadores, que también se encuentran desprotegidos a causa de esta situación. En resumen, el 62% de la población activa ha quedado despojada de los derechos conquistados a través de la lucha social", deplora el economista.

A estos trabajadores que, a pesar de estar supuestamente integrados en la economía formal, no tienen cobertura médica, hay que añadir, recuerda Lozano, "los más de 11,5 millones de mexicanos que, según las estadísticas oficiales, pertenecen al sector informal (la economía sumergida) que incluye, por ejemplo, el comercio ambulante".

La descripción de este experto convendría a un país del Tercer Mundo, pero, en realidad, desde 1993 se considera a México un país desarrollado, que forma parte del primer mundo. De ahí que el Estado mexicano no reciba ayuda al desarrollo para luchar contra la pobreza.

Las cifras del informe sobre la miseria en el país deberían bastar ahora para acabar con los sueños de grandeza del sistema político mexicano, al que el pueblo ha vuelto la espalda. Así se ha llegado a la actual situación, en la que el 65 % de los mexicanos se abstiene de participar en las elecciones.


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