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sábado, noviembre 08, 2008

Es imposible desligar los factores políticos y sociales de la criminalidad


Paco Ignacio Taibo II

Eduardo Corrales
Letralia 198

“Es imposible desligar los factores políticos y sociales de la criminalidad en nuestros países: están tan absoluta e íntimamente vinculados, que el hecho del crimen es un reflejo de los comportamientos, los modelos y los conflictos de cada una de nuestras sociedades”, afirma el escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II.

A punto de aparecer en las librerías latinoamericanas su biografía de Tony Guiteras —un revolucionario cubano de la década de 1930—, que lleva por título Un hombre guapo, e inmerso en la escritura de una novela, el creador del entrañable detective Héctor Belascoarán Shyne ha pasado por Nueva York.

“Cada vez más, en América Latina el neopoliciaco se está volviendo la gran literatura social”, acota y —ante la multiplicidad de los hechos y procesos que identifican la política con la corrupción y el delito en general— parece redundar cuando juzga con exactitud que “no puede hacerse literatura policiaca sin hacer novela social y política por lo tanto”.

Por fortuna, en el terreno de la creación artística la infame combinación de crimen y poder —muy a menudo sin castigo— tiene la posibilidad de transformarse en un digno hecho literario. “El neopoliciaco en América Latina es una literatura que tiene un montón de elementos de experimento y búsqueda literaria y formal; de tal manera que compite en términos de calidad con cualquier otra literatura”, comenta el autor de Días de combate (1976).

“La novela policiaca estuvo en una especie decadencia a fines del siglo pasado. Había un montón de repetición, una tremenda influencia del best-seller norteamericano, que es una novela sin atmósfera, sin contenido, sólo con trama; muy débil en la construcción del ámbito social y también en los términos del experimento literario”, anota.

“El neopoliciaco en América Latina vino a reverdecer eso y a enriquecerlo de una manera inmensa, así como el neopoliciaco en países como Francia o Italia también operó en ese sentido”, agrega.

“Yo diría que a fines del siglo pasado se creó lo que podríamos llamar un arco latino en la nueva novela policiaca, con autores que venían de España, Francia y América Latina y revivieron el género”, acota el autor de La bicicleta de Leonardo (1994), quien, además, desde hace dos décadas organiza el certamen que, bajo la denominación de la Semana Negra en Gijón, reúne anualmente a escritores que cultivan el género policial.

Si bien la cuasi fusión de la política y el crimen no constituyen patrimonio de ningún país, Paco Ignacio Taibo II observa que el (sub)género se ha ido (con)formando en respuesta a procesos históricos específicos.

“Cada país tuvo su historia y todas confluyeron al final: en España el neopoliciaco apareció a partir de la quiebra de franquismo y la necesidad de contar la transición. En México el neopoliciaco surgió después del movimiento del ‘68 y la necesidad de narrar el país otra vez, de otra manera”, afirma.

“En Argentina se dio después de la dictadura militar, antes era prácticamente imposible; mientras que en Cuba nació como una literatura laudatoria, de la lucha contra los Estados Unidos y la guerra sucia —en las novelas de contraespionaje— y luego empezó a evolucionar hacia una novela más crítica de la realidad cubana”, reflexiona.

“Cada país tiene su historia, pero todos confluyeron en la idea de que la narrativa policiaca podía ser la gran narrativa del fin del milenio en cuanto a la descripción de las sociedades en las que viven”, sintetiza.



Paco Ignacio Taibo IILo que queda de 1968, cuarenta años después

Paco Ignacio Taibo II (Francisco Ignacio Taibo Mahojo) nació en Gijón (Asturias), el 11 de enero de 1949. Llegó a México llevado por su familia (sus dos abuelos habían participado en la Guerra Civil española resistiendo contra el bando nacional) en 1958.

Se considera un hombre de izquierda de toda la vida y en su juventud militó en la Liga Comunista Espartaco, habiendo participado activamente en el movimiento estudiantil de 1968.

A cuatro décadas de distancia reflexiona acerca de lo que dejaron esas intensas y dramáticas jornadas: “Creo que quedó un espíritu libertario que sigue corriendo en la sociedad mexicana, que confrontó a las clases medias ilustradas con el autoritarismo del gobierno priista. Eso permanece y pervive”.

El autor precisa que “cada ’68 —aunque se le ponga la fecha y se creen identidades— tiene una historia nacional diferente: no es lo mismo el de Praga que el mexicano, el brasileño o el francés”.

En cuanto a la vigencia de las iniciativas políticas que se reclaman de izquierda comenta: “El péndulo del neoliberalismo ha llegado a tocar el tope. La gente ya no cree en el proyecto neoliberal en ninguna parte de América Latina y lo está revisando críticamente desde posiciones de izquierda —más suave o más fuerte— en todos lados”.

Pero el escritor no abandona su visión crítica y también observa que “hay un proceso de descomposición, burocratización, y pérdida ideológica en toda la izquierda y hay que rescatar el sentido romántico y épico de la propuesta de la izquierda a escala universal; en ese sentido, la cultura es uno de los valores dinamizadores”.

En 2005 escribió la novela Muertos incómodos, conjuntamente con el dirigente zapatista que se hace llamar Subcomandante Marcos, y es autor también de los volúmenes biográficos Ernesto Guevara, también conocido como El Che (1996) y Pancho Villa, una biografía narrativa (2006).

“Necesitamos saber de dónde venimos para ver hacia dónde vamos. En esa línea se inscriben mis trabajos sobre Pancho Villa, el Che y —el más reciente— una biografía de Tony Guiteras, un personaje prácticamente desconocido”.

Paco Ignacio Taibo II opina también acerca de las experiencias de los gobiernos izquierdistas en la región: “En Bolivia, la transformación viene teniendo tremendas dificultades y está en un momento muy crítico pero creo que va a seguir para delante”.

En cuanto a la experiencia venezolana aprecia que “hay que verla en toda su riqueza. Ha sido vista muy esquemáticamente desde fuera y muy en torno la figura de Chávez. No es justo medir la transformación venezolana a partir sólo de Chávez; hay que ver las cosas que se han hecho en cultura, en educación y salud en estos últimos años, son muy impresionantes”.

Y en relación al proceso cubano apunta: “Hay una crisis postergada que tarde o temprano va estallar. El modelo cubano tuvo la utilidad de desarrollar —en un determinado momento— inmensas fuerzas sociales y productivas, la cultura, el deporte, la educación y la salud, pero frenó el debate ideológico, que es fundamental. Esa crisis está pospuesta y tiene que resolverse tarde o temprano”.



::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Lic. Andrés Manuel López Obrador en 2008::

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