De la desazón al alivio
La Jornada
Ya descubrí qué me ha estado pasando en los últimos meses. Yo pensaba que era mi salud física la que estaba flaqueando (y algo hay de eso), pero en realidad se trata de mi profunda preocupación por lo que hacen y dicen algunas izquierdas en el mundo. Era desazón provocada por los malabarismos que realizan muchos de izquierda para justificarse ante sus lectores u oyentes, aunque para ello tengan que tergiversar la verdad y los hechos de ciertos fenómenos sociales despojándolos de su origen y dinámica interna y cubriéndolos de ideología (a menudo "políticamente correcta").
Pondré un ejemplo que me provocó molestia desde el principio: el segundo movimiento de Atenco (que en realidad surgió en Texcoco). El inicio fue que ocho vendedores de flores, cuyos nombres desconocemos hasta la fecha, no quisieron quitar sus puestos de venta de una banqueta en Texcoco, municipio vecino al de San Salvador Atenco. El desenlace, lamentable por muchos conceptos, lo conocemos todos; sin embargo, nadie nos ha explicado, hasta la fecha, qué pasó con los floristas -repito- anónimos. Otro aspecto curioso del asunto fue que el primer movimiento de Atenco fue en contra de la construcción de un aeropuerto en sus tierras. La lucha fue por la defensa de sus tierras y de sus formas de vida. El segundo movimiento no, y aun así se dijo que era por la tierra, cuando se trataba de un pedazo de banqueta y de su uso para vender flores. Vale recordar que otros muchos vendedores callejeros (cientos, no ocho) ya habían aceptado su reubicación en un local cubierto construido con ese propósito. Aclaro, para evitar equívocos, que a pesar de lo extraño de este segundo movimiento, no pude ni puedo estar de acuerdo con la brutalidad policiaca ni con las condenas que están sufriendo sus líderes en la cárcel. Pero este es otro tema. Hay más ejemplos que podría citar, pero no es el caso por ahora.
El descubrimiento de mi desazón me lo facilitó un filósofo español, director del Centro de Estudios Karl Marx de Las Palmas (supongo que de Gran Canaria). Este pensador publicó un artículo realmente fantástico en www.rebelion.org, y se refiere al uso de un chándal marca Adidas por Fidel Castro en varias fotografías que hemos visto en los periódicos. Personalmente debo decir, ni cuenta me había dado de qué tipo de ropa usaba Castro, y si es Adidas no me fijé, pero el filósofo marxista sí y nos explica por qué lo usa el líder cubano. Su texto me parece la mejor justificación de la sociedad de consumo que hubiera podido hacerse: fulano usa un Bentley de 450 mil dólares no porque le guste y puede pagarlo sino porque al adquirirlo reconoce a los miles de trabajadores que construyeron su automóvil, usarlo no es consumo de lujo sino un homenaje a los trabajadores. ¿Me volví loco? No, así ha justificado el filósofo marxista español el hecho de que Castro use una prenda Adidas en lugar de pensar que alguien quizá se la regaló, o que la había comprando como yo compré una camisa marca Constitución de 1917 (de verdad) o los zapatos tenis que uso para caminar en las mañanas. Uno compra lo que hay en el mercado, en la medida del gusto y de las posibilidades, ¿o no? Como el lector pensará que estoy exagerando, cito al filósofo marxista español, llamado Francisco Umpiérrez Sánchez:
"¿Quién hizo el chándal que llevaba puesto Fidel Castro? ¿Quizás los propietarios de la empresa Adidas? Resueltamente que no. ¿Quiénes lo hicieron entonces? Lo hicieron los trabajadores de la empresa Adidas. No podía ser de otro modo. Así que el chándal de Adidas sólo es un símbolo del capitalismo para el burgués o para el apologista del sistema burgués, pero para los marxistas es signo del trabajo. Y en consecuencia Fidel Castro debería felicitar a los 15,876 empleados de Adidas por su encomiable trabajo y comunicarles que usa esa prenda como homenaje a ellos.
"Ante las pirámides de Egipto el burgués sólo ve al faraón que las mandó a construir, mientras que el marxista ve a los esclavos que las crearon. Igual sucede con el chándal de Adidas: el ideólogo burgués sólo ve a los propietarios de la empresa, mientras que el marxista ve a los trabajadores que lo crearon. Por lo tanto, mientras que el burgués de pensamiento superficial ve en el chándal de Adidas usado por Fidel Castro una victoria del capitalismo sobre el socialismo, el marxista sólo ve el disfrute de un producto del trabajo por parte de uno de los grandes representantes mundiales de los intereses de los trabajadores." (Se ha respetado la redacción del original tomado de www.rebelion.org, 11/06/07.)
Cuando uno lee textos como el citado y otros muchos de este tipo para justificar símbolos emblemáticos y ejemplares de la izquierda (que por cierto no requieren justificación sino más bien análisis), se llega a la conclusión de que las actuales izquierdas han perdido algo que, a mi juicio, antes tenían: claridad en el discurso y consistencia de éste con el objetivo que se perseguía.
Gracias a este notable filósofo ya entendí lo que me ocurría y por qué me he sentido deprimido en los últimos tiempos: la izquierda está tan desorientada que ya no sabe qué defender ni cómo, y esto es equivalente a que el edificio que uno ha tratado de construir durante años se derrumbe de golpe y nos caiga encima. Muy frustrante. ¿O no es frustrante que buena parte de las izquierdas hayan perdido su agudeza en el análisis y que tiendan a sustituir éste por juicios demagógicos y explicaciones ideológicas sin ningún fundamento científico, con frecuencia determinadas por moralinas de la peor especie pero "políticamente correctas"?
Gracias al señor Umpiérrez Sánchez. A él le debo parte de mi recuperación anímica. Antes de leerlo yo creía que estaba equivocado al intentar el análisis de lo que ocurre, y que lo que debía hacer, como hacen muchos, era alinearme con lo "políticamente correcto". Ya no. Pasé de la desazón al alivio, y lo "políticamente correcto" me tiene sin cuidado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario