Ma. Candelaria Ochoa Avalos
A propósito de Centanarios, este 8 de marzo se cumplen 100 años que las mujeres exigen, luchan, desean y aspiran a ser ciudadas con derechos plenos. Este es un día para recordar la lucha en pro de la igualdad, es para reflexionar acerca de las condiciones de discriminación que aún persisten y de las alternativas para conquistar un mundo más igualitario en donde hombres y mujeres tengamos las mismas oportunidades de desarrollo.
El 8 de marzo es para recordarnos un anhelo elemental que hoy nos parece indiscutible, y a veces hasta parece chocante y exagerado pero que aún no se logra, y es la igualdad entre hombres y mujeres.
Tanto en la vida pública como en la privada, podemos ver la persistencia de la discriminación. A pesar de que las mujeres somos la mitad de la población, la representación política está muy por debajo de esa proporción. En el ámbito familiar, las labores domésticas siguen siendo atendidas en un 99% por las mujeres.
Para justificar estas desigualdades, se ha dicho que las mujeres realizamos las labores domésticas porque nos corresponden, porque esas tareas las hacemos mejor, que las realizamos por amor a los hijos, para estar cerca de ellos y poder educarlos bien, que somos más sensibles y que por ello lo hacemos mejor.
¿Se han preguntado por qué las mujeres no tenemos las mismas condiciones y oportunidades para acceder a la toma decisiones y que para ello tenemos que vencer más obstáculos? ¿Por qué el trabajo doméstico no tiene el mismo reconocimiento social y las mismas prestaciones sociales que otras actividades consideradas "productivas"? sobre todo, cuando el trabajo doméstico como lavar, planchar, hacer la comida, cuidar los hijos es fundamental para el desarrollo de una sociedad. Además, a las mujeres se nos responsabiliza del "cuidado" de la familia, como si fuéramos las únicas responsables, ya que cuando se dice que hay "pérdida de valores" ¿que acaso la sociedad en su conjunto no es responsable de promover valores como la justicia, la equidad, la no violencia y el respeto? De seguro hay mejores y más educativas formas de convivir con los hijos que lavar la ropa y limpiar la casa, y sobre todo, si todo ello se hace de manera conjunta.
Hoy resulta más difícil de creer que el hombre no es apto para las labores domésticas y culinarias, cuando los que son reconocidos como los mejores cheff son hombres y cuando ya hay aparatos domésticos que realizan prácticamente cualquier labor del hogar, ¿No acaso es el hombre quien se ufana de manejar mejor las maquinas?
El 8 de marzo no fue establecido por un grupo marginal de mujeres resentidas, el Día Internacional de la Mujer fue proclamado por las Naciones Unidas en 1974 como un reconocimiento a la lucha por la igualdad y la equidad de género y como una forma de incentivar las mejoras en beneficio de las mujeres. Se tomó esa fecha, porque el 8 de marzo de 1905 las obreras rusas hicieron una huelga y tres años más tarde en la misma fecha las obreras de la costura en Nueva York, realizaron una huelga exigiendo la jornada de 8 horas, la fábrica fue incendiada por los patrones y murieron en su interior 129 trabajadoras.
Como cualquier otro movimiento social libertario, los logros y mejoras en beneficio de las mujeres, se ha conquistado gracias a años de lucha y de sacrificio del movimiento de mujeres, sacrificio que ha costado vidas, encarcelamientos, represiones y burlas. Como dice la filósofa Amelia Valcárcel, los derechos de las mujeres no son un regalo, sino una conquista. Los frutos y avances de los que hoy gozamos, son el esfuerzo de generaciones pasadas y presentes que lucharon y luchan por mejorar su condición social y por aspirar a ser tratadas como personas completas y como adultas que no necesitan tutelaje.
La historia del derecho al voto femenino, no es una historia color de rosa, ni un proceso alfombrado, exento de riesgos y de esfuerzos. Es la historia de una lucha, de un movimiento social que tuvo que enfrentar y vencer, no sin dificultades numerosos obstáculos antes de hacer valer un derecho que hoy nos parece tan elemental y tan obvio, gracias precisamente al trabajo de esas luchadoras que lo volvieron “natural y normal” que hasta parece que siempre ha existido y reconocido por todos.
Pero no siempre fue así, antes no era normal y era tan antinatural, que en la Revolución Francesa Olimpia de Gouges, quien escribió la Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana, la primera declaración sobre los derechos de las mujeres, fue guillotinada por criticar a “los padres de la patria”.
En Inglaterra en 1905 Cristabel Pankhurst fue la primera mujer en ir a la cárcel por exigir el derecho al voto públicamente. En los años posteriores las sufragistas inglesas se ven obligadas a enfrentar al poder público, rompen escaparates, interrumpen comunicaciones y hasta colocan bombas como protesta por la negativa de reconocer sus derechos políticos. Es hasta mayo de 1917 cuando se aprueba el voto femenino en Inglaterra después de 50 años de lucha.
México no ha sido la excepción, tuvieron que pasar más de 40 años para que se reconociera los derechos políticos de las mujeres. En 1917 en el Constituyente Hermila Galindo propuso al Congreso que se incluyera el derecho al voto para las mujeres, sin embargo su solicitud fue rechazada, nadie respaldó su propuesta porque consideraban que las mujeres eran incapaces para ejercer adecuadamente esos derechos por carecer de educación para elegir y ser electas.
Para obtener el derecho al sufragio fue necesario la organización y lucha de las mujeres, crear frentes y convocar a congresos nacionales, de esta necesidad las mujeres del siglo pasado conformaron un gran pacto y realizaron congresos nacionales de mujeres en los años de 1931, 33 y 34 y ese mismo año, conformaron el Frente Único Pro Derechos de la Mujer.
En 1918 Hermila Galindo, en 1926 Elvia Carrillo Puerto y en 1937 Refugio García, triunfan como candidatas a diputadas, pero no se les reconoce su triunfo con el argumento legal de que las mujeres no tenían derechos políticos. En 1938 el Frente realiza una huelga de hambre frente a los Pinos, encabezada por las excandidatas, para exigir los derechos políticos para las mujeres, logrando que el Presidente Cárdenas enviara la iniciativa al Congreso de la Unión, quien la aprueba, pero un duende machista evita que sea publicada en el Diario Oficial. Es hasta 1953 cuando se otorga el voto femenino y lo ejercemos por primera vez hasta el año siguiente.
En los años setenta, después de un periodo de letargo, se renueva la movilización social femenina, poniendo el acento en los derechos reproductivos, en la lucha contra la violencia intra familiar y en acciones afirmativas para garantizar una mayor representación en los órganos de gobierno.
Como parte de esa movilización social, surgen en México centros de estudio en muchas de las universidades, dedicados a analizar la problemática de la desigualdad de las mujeres y se publican libros, revistas y suplementos donde se aborda el tema.
En las últimas décadas el activismo social de las mujeres y de los hombres a favor de la igualdad de género ha conseguido reformas al Código Civil para castigar la violencia, a la ley electoral para promover las candidaturas de las mujeres a puestos de elección popular, cuotas de acción positiva en las directivas de algunos partidos, comisiones de género para legislar en torno al tema en las Cámaras y en los Cabildos, y el establecimiento de instituciones y programas a favor de las mujeres en los diferentes niveles de gobierno.
Aún sin ser suficiente, existe un interés y una mayor preocupación por la situación de la mujer en México y un reconocimiento de la necesidad de fortalecer la lucha contra la desigualdad. Hoy podemos decir, que en todos los discursos políticos, en los partidos, en las universidades, ese es un tema de discusión. Hoy estamos aquí producto de esta nueva cultura, sin embargo, en muchas ocasiones se está pervirtiendo este discurso de la igualdad, porque nuevamente quieren traer al debate, que los problemas sociales son porque las mujeres hay "descuidado" a la familia. Este es un falso debate, porque entonces habría que preguntarnos ¿en dónde están los hombres y cuáles valores promueven? ¿qué hacen esos hombres para fortalecer los lazos familiares? sobre todo en una sociedad que carece de la participación activa de ellos en el afecto, cuidado y trato con los y las hijas.
Hoy queremos que se respeten nuestros derechos como ciudadanas plenas, que se reformen las leyes y códigos que nos discriminan, que cambie la cultura que dice que las mujeres valemos menos que los hombres, que la maternidad sea una opción y no una obligación social, que la sexualidad sea placentera y sin culpa, que la violencia de género se castigue, que no exista el hostigamiento sexual como condición para acceder y ascender en el empleo, que los partidos respeten que tenemos derecho a ser electas.
Debo reconocer que tenemos logros, sin duda, no nos hemos quedado con los brazos cruzados, cada una de nostras todos los días administra los recursos para que nos alcance para comer y sobrevivir y eso no se reconoce como un logro de las mujeres, quienes tienen que partir y compartir. Hemos sido presas de las crisis económicas, especialmente las mujeres más pobres, con menos recursos y menos educadas, son las más afectadas. Por eso también hoy se reconoce que las mujeres viven condiciones de pobreza mayor que los hombres -aun cuando estos sean pobres- porque ellas, comen menos y de menor calidad. Todos estos estudios son parte del pensamiento feminista. Hoy hemos ganado algunas leyes como la que penaliza la violencia y quizá ustedes no están informadas de ella, así que las conmino a acompañarnos en esta tarea, unas con pensamientos y acciones, otras con acciones, otras con solicitar información, pero todas, exigiendo que se nos respeten nuestros derechos como ciudadanas plenas. En esto sí, no debemos dar ni un solo paso atrás.
Cuando me refiero a nuevos valores en la sociedad y en la familia, me refiero a esos valores concretos con los que se construye una sociedad y que sin duda deberían estar presentes en la familia, pero que parece que se olvidan: la justicia en el trato significa que mujeres y niñas tienen derecho a ser tratadas con ella; la equidad tiene significado si compensamos las condiciones de vida; la no discriminación significa, que ser mujeres no es estar al "servicio" de los varones; la no violencia se refiere precisamente a ello, a no vivir violencia en la calle ni en el hogar, que no se supone que nos dicen que ese es el espacio más seguro para nosotras y a veces se convierte en el espacio del miedo y el terror.
Un país más democrático es aquel que disminuye en mayor medida las condiciones de desigualdad entre mujeres y hombres y en ese caso en México nos falta todavía mucho. Según el Foro Económico Mundial, México está en el lugar 99 de 134 países, y ocupamos el lugar 19 de los 20 de América Latina, sólo un lugar arriba de Guatemala que es el último. Este dato mide la brecha entre mujeres y hombres en el acceso a dichos recursos y oportunidades.
Hay que cerrar la brecha entre mujeres y hombres en los espacios de toma de decisiones: porque los poderes reconocidos como legales son masculinos: el poder político, el poder económico, el poder militar y el poder eclesiástico.
La equidad de género en la vida de mujeres y de hombres implica: compartir equitativamente cuidado del hogar, trabajo remunerado y crianza infantil; compartir equitativamente tiempo de trabajo y tiempo de ocio; compartir equitativamente las decisiones políticas y las y decisiones económicas.
Aspiramos a la igualdad como seres humanos y a la equidad como un reconocimiento a nuestras diferencias. La equidad, como la cualidad por la cual ninguna parte sea favorecida de manera injusta en perjuicio de otra.
Falta mucho camino por andar para conseguir la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres y según Amelia Valcarcel, esta es la palabra que más miedo nos da por sus implicaciones, también se requiern nuevos contratos sociales, pero lo que se ha conseguido, y seguramente lo que se conseguirá mañana, sólo será posible con la participación y el esfuerzo de las mujeres, que tenemos derecho a la mitad del cielo y la experiencia indica que para acceder a él, tendremos que conquistarlo con mucho esfuerzo.
::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Lic. Andrés Manuel López Obrador en 2010::
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