La Feria
Jornada Jalisco
Emilio González tiene en sus manos la oportunidad de dar a la cultura de Jalisco una dimensión más vigorosa y ciudadana durante su mandato. Tiene la oportunidad de realizar un programa cultural acorde con la riqueza de la historia cultural de la entidad. De estar a la altura del pasado de Jalisco, un pasado creado por autores de la talla de Victoriano Salado, José María Vigil, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, Agustín Yáñez, Juan José Arreola y Juan Rulfo, entre muchos otros; de estar a la altura de artistas gráficos como Clemente Orozco, María Izquierdo, Lola Alvarez Bravo, entre otros, o de músicos como Blas Galindo, Pablo Moncayo, Higinio Ruvalcaba, Domingo Lobato o Manuel Enríquez. En fin, de estar a la altura que el momento exige.
Hay que recordar lo que Felipe Vicencio, ex senador panista y actual funcionario del Ayuntamiento de Zapopan, ha repetido una y otra vez: si los políticos entendieran la importancia de la promoción cultural, le destinarían muchos recursos más de los que le otorgan ahora. La cultura permite elevar el nivel de vida de los ciudadanos –sigue diciendo Vicencio– y las autoridades hasta por conveniencia propia; para consolidar su imagen, deberían destinar más atención a las tareas culturales.
Lamentablemente son muy pocos los políticos que piensan en ello. Ahora, por ejemplo, ya corre la versión de que el gobernador electo, Emilio González Márquez, piensa en una mujer que tiene cierta experiencia en un museo local para colocarla como nueva secretaria de Cultura. Se dice que cumple con dos requisitos: ser mujer y con ello llenar el hueco femenino en el gabinete, y tener fuertes relaciones de apoyo en la ciudad de México, allá en las alturas de la política nacional.
Ojalá que el gobernador electo piense en términos culturales, no en cuestión de cubrir cuotas ni considerando a la Secretaría de Cultura como un sitio en el que hay que mandar al recomendado que ya no cupo en el gabinete.
Muchos integrantes de ese conglomerado que se denomina “comunidad cultural” han pedido a Emilio en muchos tonos, en los foros que ha organizado y en lo privado, que el próximo secretario de Cultura sepa de política cultural, pertenezca a la comunidad cultural y que, por lo menos, entienda quién es quién en materia de creación artística y difusión en Jalisco. Alguien que sepa que la cultura es uno de esos poquísimos espacios en los que grupos antagónicos pueden coincidir para fortalecer la identidad jalisciense.
Es cierto que Emilio tiene muy poco material para elegir. En el PAN, lamentablemente, son pocos los políticos que han querido desarrollarse en el ámbito de la cultura. Carlos Lara, uno de esos raros ejemplos, prefirió emigrar a la capital de la República, ante la falta de oportunidades para seguir en la cultura de Guadalajara. Edgar Chávez, ya ni se diga, vuela en otras alturas, al lado del actual secretario de Gobernación. Santiago Baeza, el hombre de la cultura de Emilio a su paso por el Ayuntamiento tapatío, obtuvo logros que quedarán para la historia urbana (como la creación de la Vía RecreActiva, por ejemplo), pero le faltó ejercicio administrativo, así que no sería extraño que arribe a la Secretaría de Cultura en calidad de director general de actividades culturales, en donde se requiere creatividad pero no tanto ejercicio burocrático.
Y nos vamos quedando sin nombres. En las semanas recientes se mencionó con insistencia a Alejandro Cravioto, pero en los últimos días sus actividades lo han perfilado más hacia la Secretaría de Educación, en donde podría ocupar el segundo puesto de a bordo... Y párele de contar.
Ante esa escasez de nombres en las filas panistas, surge el riesgo de que Emilio busque una secretaria de relleno, lo que daría a la cultura de Jalisco una temporada sexenal gris, sin lustre ni programa. Algo como volver a empezar de cero, algo como lo que está pasando en el Ayuntamiento de Guadalajara, en donde el nombramiento se realizó sólo para llenar el hueco, y se perdió una estupenda oportunidad de utilizar el presupuesto cultural más cuantioso de Jalisco para un verdadero programa cultural.
Ojalá que Emilio deseche tentaciones. La comunidad cultural tiene los ojos puestos en él. Ojalá que miré también hacia otras latitudes. Que dialogue con las instituciones que saben de cultura, que escuche a la comunidad, que recoja nombres (si no de la Universidad, por el momento que se vive en la relación) del Colegio de Jalisco, de la Sociedad de Geografía y Estadística, de las instituciones de escritores, de los organismos de culturas populares. Que busque gente que imprima a la Secretaría de Cultura una fuerte sinergia (lo que vestiría a su gobierno) con las instituciones de la capital del país y de otros estados; y no, por el contrario, que designe una persona ajena a la comunidad, que arme su equipo con base en compadrazgos y amistades y le genere más problemas que ganancias.
Finalmente, la deuda con el anterior gobernador ya está cubierta con los tres o cuatro funcionarios que ocuparán cargos en el gabinete. Ahora sólo le falta elegir una pieza apropiada para la cultura y negociarla con el PAN, pues bien sabemos que la voz de Eduardo Rosales suena tan fuerte que llega a todos los rincones de la administración estatal. Ojalá que en este caso, el propio Eduardo Rosales apoye a Emilio en busca de una decisión inteligente y no que se utilice el cargo de secretario de Cultura para pagar un favor o colocar a alguien que aún no tiene chamba en el gobierno.
Y eso es todo por ahora. Nos leemos el lunes en esta página, no sin antes comentar la foto que apareció el miércoles en La Jornada nacional, con el título “Abrazo eterno”. Es el retrato de dos esqueletos de 5 mil o 6 mil años de edad, uno de un muchacho y el otro de una muchacha, abrazándose. Fueron encontrados en Italia. ¿Por qué fueron enterrados así? ¿Qué historia de amor pudo vivirse hace cinco milenios para que los cuerpos de estos jóvenes terminaran así? Imagine usted, tal vez, una bella y trágica novela.
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