México y América Latina
Jornada Jalisco
La primera gira internacional que realizó Felipe Calderón como presidente electo (impuesto) fue a Latinoamérica y que como presidente en funciones visitó de nueva cuenta un país de América Latina, cuando asistió a la toma de posesión del presidente Daniel Ortega en Nicaragua. En esa ocasión afirmó que “independientemente de que geográficamente pertenezcamos a la región de América del Norte, nuestra esencia, pasado y futuro, sabemos que están en América Latina, porque México es esencialmente latinoamericano”, todo ello, con la intención de marcar una clara diferencia entre la política de su gobierno hacia América Latina y la puesta en marcha por el gobierno de Vicente Fox, tratando así de retomar una política de acercamiento con el subcontinente. Bueno, pues a pesar de ello, en su gira por Europa el discurso cambió.
Resulta evidente que durante el mandato de Vicente Fox, la característica principal de la política exterior mexicana hacia Latinoamérica estuvo llena de profundos desencuentros. Luego de seis años de una errática política exterior mexicana hacia el Cono Sur que llegó a límites insospechados como el “comes y te vas” sugerido a Fidel Castro; o los pleitos, también con el gobierno de Cuba, por el caso Ahumada; los agarrones con Hugo Chávez y las descalificaciones a las políticas integristas de Argentina, Brasil, Venezuela y Bolivia; era harto necesario recomponer el rumbo latinoamericano de México.
Así, las primeras declaraciones de Felipe Calderón para tender puentes con Latinoamérica fueron bien recibidas por algunos sectores, aunque para otros eran sólo palabras que pronto serían rebasadas por las acciones. No fue necesario esperar mucho tiempo para comprobar que la posición discursiva de Calderón se la llevaba el viento. La realidad se impone y la Presidencia de México continúa jugando el papel de escudero del gobierno norteamericano.
Fue al calor de las discusiones en el Foro Económico de Davos, Suiza, donde Felipe Calderón mostró la verdadera cara de la diplomacia mexicana hacia Latinoamérica. Siguiendo el guión de su política electorera del año pasado, buscó mostrar sus “fortalezas” con base en la descalificación de las políticas de algunos países sudamericanos para resaltar las bondades de las políticas económicas puestas en marcha en nuestro país.
A lo largo de su gira por Europa, Felipe Calderón atacó sistemáticamente a los gobiernos de Venezuela, Argentina y Bolivia; arremetió en contra de sus políticas de nacionalización, mientras asumía como propios los lineamientos de la política exterior y de seguridad del gobierno de George W. Bush, olvidando que si algo le ha dado viabilidad económica al gobierno mexicano han sido precisamente la nacionalización del petróleo y de la industria eléctrica.
Fue evidente, en esos días, la sincronía en los ataques lanzados por el presidente de México; el subsecretario de Estado norteamericano, John D. Negroponte y el ex presidente y ahora “flamante conferencista”, Vicente Fox contra los presidentes de Venezuela y Bolivia, Hugo Chávez y Evo Morales respectivamente por sus políticas nacionalistas en defensa de sus recursos naturales, principalmente agua, gas y petróleo. Las críticas no pararon ahí, Calderón cuestionó los prejuicios contra el libre comercio que impidieron el establecimiento y funcionamiento del Acuerdo de Libre Comercio para las Américas (ALCA); y sin mencionar nombre alguno atacó a lo que llamó las “dictaduras personales vitalicias”. Todo lo anterior en el marco de un debate con el presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, quien reivindicó el bloque sudamericano para enfrentar con mayor fuerza las políticas salidas de Estados Unidos para dominar América Latina.
Para el presidente mexicano, por el contrario, el reto es avanzar en términos de mercado e inversión y no regresar a viejas políticas del pasado, ni efectuar expropiaciones ni nacionalizaciones, que para Felipe Calderón han empobrecido como nunca a la población en América Latina. Por lo visto, el jefe del Ejecutivo olvida que más de la mitad de la población del subcontinente es pobre a causa de las políticas neoliberales impuestas a nuestros pueblos desde 1982. Su perorata llegó hasta el punto de ofrecer nuestro territorio a las empresas afectadas por las nacionalizaciones en Venezuela y Bolivia para que inviertan en México donde, remató, sí hay seguridad para los inversionistas.
Con el botón de muestra que nos regaló Felipe Calderón en su primera gira europea, no podemos llamarnos a sorpresa de que en América Latina, México se vea como el aliado incondicional de Estados Unidos y la punta de lanza de los proyectos económicos y políticos del vecino del norte para dominar América Latina; el gobierno de Felipe Calderón se ve menos como un aliado latinoamericano y más como un matraquero estadounidense que apoya el ALCA y arremete contra la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba) y el MERCOSUR.
¿Por qué el gobierno mexicano continúa empeñado en hacer suya una agenda política y económica que se diseña por el gobierno de Estados Unidos al que poco le interesa nuestro desarrollo? ¿Por qué el gobierno hace suya la tan manoseada y corrupta “lucha internacional contra el terrorismo”, financiada entre otros gobiernos por el de George W. Bush? ¿Por qué se aferra el gobierno mexicano en ser el arma ideológica de las potencias del norte para evitar que nuestros países apliquen su propia agenda para el desarrollo? ¿Por qué criticar las expropiaciones impulsadas por el eje que representan Venezuela y Bolivia, cuando no son otra cosa que las acciones mínimas de soberanía de un pueblo frente al embate de los capitales extranjeros y nacionales? ¿Por qué la negativa de los dos últimos gobiernos panistas de mirar hacia Latinoamérica y aferrarse a un modelo que lo único que ha traído al país es miseria y desigualdad? Y no sólo el gobierno mexicano no mira al sur, sino que se convierte en uno de los críticos más recalcitrantes de los proyectos nacionales y autónomos que han puesto en marcha varios países del Cono Sur.
Es una lástima que al interior del gobierno calderonista persista la falsa idea de que la puerta para salir de nuestros problemas está en el norte y no en el sur, cuando es en el centro y no en la periferia donde se generan las políticas económicas que han empobrecido a nuestra región.
ihuatzio@hotmail.com
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