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viernes, febrero 16, 2007

Opinión - Ruben Martín

Gabinete: el desprecio por la gente

Publico

rmartin@milenio.com

El lunes, una vez que terminó la ceremonia de presentación del gabinete de Emilio González Márquez, uno de los nominados preguntó a los reporteros impresiones sobre el equipo. Faltan mujeres, se le dijo al constatar que únicamente se nombró a dos en el grupo de 28 personas. Su respuesta sería jocosa, si no fuera en serio. “Pero todavía falta nombrar a la titular del Instituto Jalisciense de la Mujer”. Nada más faltaría que pusieran a un varón en ese cargo.

Esta anécdota revela el predominio del punto de vista masculino en la actividad pública. El mismo panista dijo en serio que es difícil encontrar mujeres aptas para los distintos cargos públicos.

Como lo revelan los datos duros, el perfil de los integrantes del gabinete de Emilio va a contrapelo de la diversidad social, de saberes y múltiples experiencias de género y profesionales que hay en la sociedad jalisciense. Sin embargo, toda esta diversidad, toda esta vasta experiencia es hecha a un lado, incluso despreciada, por quienes ocupan los mandos del poder.

Para entender mejor este monopolio de la política que tienen los varones, los políticos profesionales, los empresarios, y supuestos técnicos, conviene hacer un contraste entre el perfil del gabinete y el perfil de la sociedad jalisciense. Mientras que en Jalisco 51 por ciento de la población la componen mujeres, en el gabinete apenas hay 6.8 por ciento de espacios para ellas. Mientras hay una diversidad de trabajos que desempeña la gente para ganarse la vida, el gabinete está dominado por ingenieros, abogados y contadores públicos.

Es un gabinete conformado, mayoritariamente, por varones mayores de 46 años, que viven en las zonas acomodadas del poniente de la ciudad, acostumbrados a ser atendidos por su servidumbre doméstica o en sus oficinas. Acostumbrados a mandar y a que los obedezcan, y algunos habituados a dar un trato despótico a sus colaboradores.

El perfil de la sociedad jalisciense es otro. Según datos oficiales, los trabajadores formales perciben en promedio 65 mil pesos al año, la mitad no tiene prestaciones sociales y padece relaciones laborales autoritarias y explotadoras.

Emilio ha dicho que su principal objetivo es que haya trabajo para las personas y que el producto de ese trabajo rinda más. En cambio, puso en el “gabinete de crecimiento y empleo” a empresarios que se han dedicado justamente a explotar el trabajo de los demás y a buscar ganancias privadas por encima del interés público. De modo que los fines no se corresponden con los medios.

Tres de cada cuatro trabajadores afiliados al IMSS ganan entre uno y cuatro salarios mínimos, lo que obviamente no alcanza para mantener de manera decente a una familia de cuatro o más miembros. Eso obliga a los habitantes de cada hogar a desarrollar estrategias para buscar más ingresos, ya sea produciendo algo, vendiendo en el comercio informal u obligando a los menores a trabajar. ¿Qué saben de estas estrategias de sobreviviencia este grupo de políticos que forman parte del 1 por ciento de la pirámide de ingresos? ¿Cómo pensar que serán sensibles a las necesidades de la mayoría de la población si viven en un mundo social totalmente distinto?

Más allá de las personas, el próximo equipo gobernante revela los límites y la crisis de la política liberal. Muestra la crisis de la visión patriarcal en la política, la crisis del pensamiento tecnocrático que desprecia los saberes comunes, muestra la relación asimétrica entre quienes están en los puestos de mando y la mayoría de la población, que se harta de los abusos y privilegios de quienes ocupan esos puestos.

La crisis más profunda del liberalismo se manifiesta en la enorme brecha entre el orden racional y formal que se quiere imponer desde el poder, un orden vertical y unificador, y la diversidad, variedad y viveza de las formas de vida de la población que apenas hace caso o de plano ignora a instituciones y mandos políticos que les son ajenos.

No es difícil anticipar que los buenos deseos y la línea que tiró Emilio a sus colaboradores terminarán en eso. En buenos deseos. Un cambio radical de las condiciones de vida, como el que necesita la mayoría de la gente, no surgirá de este grupo de políticos comprometidos consigo mismos y con los que detentan los privilegios en esta región.

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