El despido de Carmen Aristegui una de las periodistas con más prestigio y audiencia representa un duro golpe a la libertad de prensa en nuestro país. Se hace visible una vez más la práctica de la censura por parte de los miembros de la élite dominante, quienes están dispuestos a no permitir la libre expresión cuando las ideas son contrarias a su forma de pensar.
Acceder  a los medios de comunicación en México no es cosa sencilla, mucho menos  para los periodistas que disienten con el poder. En lo que va del  sexenio de Felipe Calderón se han ido cerrando los pocos espacios  informativos que gozaban de prestigio y credibilidad en los medios  electrónicos. Periodistas como Gutiérrez Vivo y medios como Proceso han  sido amedrentados mediante el boicot publicitario o han sido perseguidos  y amenazados de muerte, tal es el caso de la periodista Anabel  Hernández quien junto a otros corresponsales y periodistas padecen la  violencia en todas sus expresiones.
Muchas  empresas periodísticas se han olvidado de la deontología en el  periodismo para abocar todas sus energías en noticieros que cuentan de  manera diferente la realidad, se destacan notas irrelevantes o se  hace de las noticias un espectáculo, casi siempre destinadas al morbo  social. Han quedado atrás los pilares del buen periodismo y el cuidado  del contenido ético a la hora de informar. La televisión y la radio en  su mayoría se encuentran cooptadas por unos cuantos empresarios que  cuentan con el capital suficiente para entrar en la industria del  entretenimiento y el periodismo representa parte de ello.
Carmen  Aristegui durante toda su trayectoria ha optado por no acallar las  voces que otros han decidido ignorar. Ha hecho del periodismo  comprometido e independiente su bandera y ha puesto su ética y calidad  profesional al servicio de los demás. Aristegui simboliza un respiro, es  una de las pocas periodistas que han podido expresar otra realidad, de  ahí el motivo de su despido y el intento de silenciarla, pues no se  encuentra bajo propiedad de los dueños del país.
La empresa MVS por medio de su director Alejandro Vargas @avargasmvs  antepuso el interés comercial a la libertad de prensa. La radio en la  actualidad sigue siendo uno de los medios masivos de comunicación. Ese  es el juego, no permitir que el periodismo de Aristegui se difunda  masivamente. A los periodistas cercanos al poder les cuesta cada vez  mayor trabajo escuchar con claridad las demandas de la sociedad. Carmen  Aristegui rechazó la opción de leer públicamente la disculpa redactada  desde la presidencia, justificada como una violación a su ética  profesional.
Como  bien dice el periodista y escritor Eduardo Galeano "En la ópera china  clásica, el Emperador decapita al mensajero que trae malas noticias".  ¿Cuánto falta para que a los mexicanos nos obliguen también a callar,  reír, silbar o cantar? Ella ha dicho lo que tiene que decir. Nosotros la  hemos escuchado con atención. La censura contra ella es también contra  nosotros.
César Huerta
Extensión Medios 

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