Páginas

::::

Mostrando las entradas con la etiqueta seguridad pública. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta seguridad pública. Mostrar todas las entradas

jueves, octubre 09, 2008

Indignación.

Luis Fernando Torres (lftm79@gmail.com), vecino de Lagos de Moreno, me envió el siguiente correo:

Soy de Lagos de Moreno una ciudad pacifica hasta hace poco... Hace menos de un mes asesinaron a tres policías ministeriales, hace menos de un mes secuestraron a un microempresario, hace dos días asesinaron a cinco policías; ahora me dicen que son once los asesinados.

Que se pudran los narcos en su mierda, que chingen a su madre las autoridades ineptas y corruptas.

Estoy que me lleva la chingada hijos de puta los zetas, la familia y todos los putos narcos, que se vayan mucho a chingar a su madre los que los alaban, sea con su música o sus putos comentarios de mierda.

No tengo posibilidad de escribir en este momento, pero quiero poner patente mi estado de rabia.


::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Lic. Andrés Manuel López Obrador en 2008::

lunes, agosto 18, 2008

Opinión -Bernardo Bátiz-

Bernardo Bátiz V.
jusbbv@hotmail.com

Seguridad y descomposición social

Una muestra muy lamentable de la descomposición social que estamos viviendo en México es la forma torpe y superficial con la cual las autoridades y algunos sectores de la sociedad afrontan la turbulencia mediática provocada por la lamentable tragedia de un menor, víctima de secuestro y homicidio. Sobre este tema ¿qué vemos, qué oímos? Declaraciones ampulosas, convocatorias a grandes frentes que de tan grandes se convierten en mastodontes paralíticos, histeria de conductores y comentaristas de radio y televisión, cambios cosméticos y formaciones apresuradas de nuevos grupos policiacos de elite, como los 300 elementos que la Policía Federal Preventiva pretende dedicar en todo el país al combate del secuestro. Este último es precisamente un ejemplo de las propuestas ingenuas o al menos inexplicables, pero sin duda apresuradas de las autoridades; nueve o diez elementos por estado que, divididos en dos turnos, serán unos cuatro o cinco policías antisecuestros, actuando en contra de las, según los medios, poderosas e imbatibles bandas de secuestradores.

Los problemas son de más fondo; los delitos en singular tienen causas subjetivas, tanto de la víctima como del victimario; cualquiera, dada la naturaleza humana, puede cometer un ilícito, y cualquiera, sea cual sea su edad o su situación social, puede en un momento ser víctima de un delito. Individualmente, víctimas y victimarios poseen características personales que los inclinan o los hacen propensos a contar en las estadísticas de los que cometen los actos antisociales o de los que son sujetos pasivos de los mismos.

Pero hay también factores de carácter estructural que propician y facilitan la comisión de los delitos; los criminólogos saben que hay zonas en las ciudades que son propicias a las actividades antisociales; se les denomina zonas criminógenas: son barrios enteros, calles, plazuelas, antros y tugurios, recovecos de las grandes urbes, donde son más frecuentes los delitos y sus detonantes.

Hay otros factores de un ámbito más amplio que facilitan los delitos, que dan el clima social favorable, son problemas más profundos y difíciles de modificar o corregir. Son carencias en materia económica, fallas en la educación, o en los ámbitos de la recreación o de la vida familiar; en buena medida, quienes cometen un delito son moldeados y formados por su medio ambiente, familiar, escolar y social en general.

Muchachos que salen de la adolescencia mal preparados, rodeados de ejemplos negativos y con mínimas oportunidades de empleo, serán candidatos inmejorables para ser reclutados por las bandas formales o informales de la delincuencia.

Otro factor que propicia que se incrementen los índices delictivos es la convicción compartida de que para triunfar socialmente y ser apreciado y reconocido por la colectividad se necesita tener dinero y “disfrutar de la vida” a como dé lugar; ésa es la pauta conceptual que los medios masivos de comunicación, en especial la televisión, nos presentan todos los días, a todo momento y con un bombardeo de mensajes e imágenes que dificulta que otros modelos, mejores que ésos, puedan permear en las mentes de los niños y los jóvenes que se inician en la socialización .

Si las más altas autoridades de la sociedad sobreviven en el poder a partir de mentiras repetidas en insultantes campañas de publicidad, si todo mundo se percata de cómo se hacen grandes negocios al amparo del poder y de qué manera los magnates están dispuestos a romper todas las reglas empezando por la fundamental en un estado de derecho, como es la Constitución, ¿cómo podemos exigir a los jóvenes que cumplan con la normatividad social, si sus paradigmas, que ven todos los días en imágenes reiteradas en los medios de comunicación, demuestran una gran superficialidad, insensibilidad social y aun cinismo; si triunfan personajes de la picaresca política por decir lo menos, y se llevan a cabo alianzas que en otros momentos de nuestra historia serían vergonzosas? ¿Cómo podemos pedir a los menos favorecidos que respeten y cumplan con toda la pesada cauda de responsabilidades y reglas difíciles de cumplir?

Para exigir seguridad, tenemos primero que componer y arreglar nuestros maltrechos lazos que hacen de un conglomerado informe una verdadera sociedad coherente, con fines compartidos y con espíritu solidario. Para combatir el delito –no sólo los casos más publicitados de delitos aislados, sino el delito como fenómeno social–, es necesario atacar las causas de fondo, las que lo generan; es necesario modificar estructuras sociales dañinas y dañadas, pero estos cambios ciertamente no pasan ni por penas más elevadas y absurdas, ni por la pena de muerte, ni por garrotes más pesados a los gendarmes, armas de fuego de mayor calibre, más policías y más persecución. Se necesita un gobierno en el que el pueblo confíe, una mejor distribución de la riqueza, más oportunidades de educación y de empleo, y mejor dirección social; sólo frenando con organización y capacitación, con solidaridad y participación popular, podremos remontar el avance de la delincuencia y detener la galopante descomposición social.

Otro sí digo: Me enteré por casualidad de un caso indignante de injusticia: un pobre trabajador, padre de familia de más de 60 años, encargado en una empresa editorial de compaginar las hojas de los periódicos para que puedan ser repartidos en la mañana, al salir de su trabajo, llevándose tres ejemplares del diario que compaginaba, uno de los cuales se le obsequiaba y los otros dos los tomó de los que diariamente se desperdician, fue detenido por policías y abogados de la empresa por el terrible delito. Este “peligroso criminal” hace ya varias semanas que padece en el Reclusorio Norte, procesado por un juez implacable e impoluto como reo de delincuencia organizada, porque cuando se llevó los periódicos, que valdrían a lo sumo 20 pesos, se encontraba con otros compañeros.



::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando a Andrés Manuel López Obrador en 2008::

domingo, agosto 10, 2008

Delincuencia y secuestros: problemas de fondo

Un extraordinario texto del Mtro. Jorge G Naredo, quien reflexiona sobre la seguridad pública en México, ya que éste es un problema de fondo y no se resuelve con un acto propagandista de Fecal.

JORGE GÓMEZ NAREDO

Felipe Calderón ha decidido aumentar las penas a quienes secuestran. Serán castigados con cadena perpetua. No setenta ni ochenta ni cien años. No. ¡Cadena perpetua! Así de simple. Quien habita en Los Pinos lo anunció días después de haberse dado un inusitado seguimiento periodístico al secuestro y asesinato del joven Fernando Martí Haik, hijo de un acaudalado empresario dueño de tiendas deportivas.

Quienes maten o mutilen al secuestrar, quienes rapten menores de edad o quienes siendo policías se enrolen en las filas de los secuestradores, serán castigados con cadena perpetua. Ya nunca saldrán de la cárcel. Eso dijo Calderón, eso prometió, eso intenta. Pero, ¿será una medida efectiva? En las pantallas de televisión, en muchas radiodifusoras y en varios periódicos, los siempre aplaudidores de las medidas gubernamentales han dado apoyo a la decisión del panista.

Sin embargo, habría que reflexionar y observar muchas aristas en todo lo referente a la inseguridad. Para los grandes empresarios, políticos de “realce” y demás miembros de la élite mexicana, la delincuencia tiene como componente principal el secuestro porque ellos son el blanco. Si bien es cierto también los clase medieros (e incluso los estratos populares) han comenzado a sufrir los estragos del secuestro, los ricos de este país son los que tienen mayor posibilidad de sufrir uno. Por eso llevan escoltas, viajan siempre con preocupación y asistir a un evento se convierte en una odisea. Algunos se compran helicópteros para sentirse más seguros y sus hogares tienen son vigiladas como si fueran sucursales de la Casa Blanca. Cuando una organización delictiva secuestra a un miembro de una familia (política y/o económicamente) poderosa, los gobernantes se ponen a temblar: los reclamos serán muchos y deben ser escuchados.

La medida pretendida por Felipe Calderón, es decir, cadena perpetua a secuestradores, fue más una estrategia mediática que una acción efectiva y eficaz. Actualmente las penas por secuestro varían de 30 a 60 años. Si a ellas se les agregan más delitos o agravantes, se puede dar el caso de un delincuente sentenciado a 70 años de cárcel. Es decir, una cadena perpetua. Eso para los secuestradores y también para algunos luchadores sociales, como los líderes del pueblo de San Salvador Atenco, quienes fueron sentenciados injustamente a más de 60 años de reclusión.

A diario, decenas de mexicanos muere debido a la inseguridad y la violencia. Asesinatos, robos, extorsiones, etcétera. Esas cifras siempre pasan desapercibidas en los discursos oficiales y en las pantallas de televisión. Pero cuando sucede algo a un potentado, los medios de comunicación y los políticos dicen “basta” y espetan un “hasta aquí”. ¿Por qué vale más el hijo de un empresario que el hijo de un obrero? Si se habla de delincuencia que se hable de toda la delincuencia, de la que afecta a los ricos y a los pobres, de la que lacera al trabajador y al gerente. De toda.

Ahora bien, ¿por qué la seguridad no es un asunto netamente punitivo? La actual administración piensa que con mayores penas y más años en la cárcel los delincuentes no actuarán. Es un absurdo. La delincuencia existe porque hay pobreza, porque hay carestía, por las grandes desigualdades económicas y porque no hay trabajo, no hay dinero. Las opciones de miles de mexicanos ante el fracaso económico nacional son la migración y la delincuencia (sea ésta relacionada con el tráfico de drogas o con otra actividad ilícita). Si no se ataca la carestía, si no se da trabajo digno y si la desigualdad económica continúa agrandándose, la delincuencia persistirá.

El ex senador y actual coordinador de la bancada priísta en la Cámara de Diputados, Emilio Gamboa Patrón, abogó, a título personal, por la pena de muerte a secuestradores. Poco se discute, sin embargo, la corrupción, los bajos salarios de las policías y las fallas del sistema judicial mexicano. Si estos problemas no se resuelven, tampoco habrá resultados positivos en el combate a la delincuencia.

La cadena perpetua o una improbable pena de muerte no son soluciones a la descomposición social. Lo que se necesita es mejorar la calidad de vida de los mexicanos y erradicar la insultante desigualdad económica en el país. Si no existe una política eficaz para solucionar estos lastres, la delincuencia continuará, al igual que la migración de miles de connacionales hacia Estados Unidos. Sin embargo, a Felipe Calderón, que llegó al poder gracias a un fraude electoral, no se le ven capacidades para enfrentar tan graves conflictos que están, incluso, exasperando a quienes lo impusieron en la Presidencia.

jorge_naredo@yahoo.com

::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Peje en 2008::

radioamloTV