Constitución
Publico
Por esas extrañas razones propias del escatológico surrealismo político mexicano, los mexicanos decidimos vivir en una ficción constitucional gracias a la cual gozamos de algunos merecidos días de asueto.
Por eso y como los temas políticos importantes ya se agotaron, urge que los ciudadanos bien nacidos de estas latitudes se sumen a la importantísima propuesta del gobierno católico del Estado de Jalisco para que de una vez por todas se cambie el formato del informe y que, en vez de un día feriado, haya unos tres o cuatro más al año.
Lo importante es que el 5 de febrero vaya acompañado de otra fecha importante, sea municipal, estatal o nacional, para que la Constitución no se quede tan sola el día de su cumpleaños y se evite que caiga drásticamente en el olvido al que está destinada.
Desafortunadamente las ficciones no son para toda la vida. Todos algún día de nuestra vida tuvimos que enfrentar el duro golpe que significó enterarnos de la inexistencia de los Reyes Magos o del niñito Dios. De alguna manera, llegará el día en que los ciudadanos mexicanos, ya mayores de edad, comprendan que la Constitución fue un pretexto más para festejar.
Se dirá que la mató la globalización. Que era imposible que una Constitución engendrada en medio de luchas de clanes y caudillos pudiera representar para siempre las aspiraciones de un pueblo que poco a poco se fue transformando en ciudadano.
Se dirá también que aunque sirvió como garante para consolidar al Estado mexicano, en los tiempos actuales cuando todo apunta a la desaparición de los Estados nacionales y la modernización pasa necesariamente por la globalización, nuestra Carta Magna no tiene ningún sentido y aferrarse a ella nos convierte en un pueblo nacionalista y arcaico.
Para qué queremos Constitución si ya tenemos Wikipedia y Google. De qué sirve conmemorar un esqueleto sobre el que todos bailan. Para qué sirven las garantías individuales, gran aporte de la Constitución del 17, cuando el Ejército ocupa poblaciones, impide el libre tránsito, realiza funciones de Ministerio Público y hasta asesina en nombre de la lucha contra el narcotráfico.
De qué sirve un Estado laico, también garantizado por esa misma vieja Constitución, cuando gracias a Dios ya tenemos gobiernos católicos con todo y su cardenal a la cabeza.
Las playas, las costas, el subsuelo y los mexicanos estarían mejor si se subastaran en un portal de la web y dejaran de ser protegidos por nuestra vetusta Carta Magna.
¿Valdrá la pena rescatar una ficción histórica?
rcastela@cencar.udg.mx
::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Peje en 2008::
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