La Feria
Calderón coloca la trampa: "el petróleo se acaba"
Fox no previó el problema con 180 mil mdd extras
Jornada Jalisco
En cuestión de petróleo la situación se vuelve cada vez más clara y más triste para México. El arribo de Felipe Calderón al poder condena al país a entregar a manos privadas lo que le queda de su riqueza petrolera; tal y como lo previeron los poderes fácticos que lo apoyaron; tal y como lo previeron los gobernantes que ya comenzaron hace 20 años la privatización, no de Pemex, sino de su riqueza.
Y para documentar nuestro pesimismo, resulta que Cuauh-témoc Cárdenas, hijo de Lázaro, representante de la “izquierda” y fundador del PRD, fue más allá que Calderón y propuso, con ese rostro adusto que le caracteriza, la participación de la iniciativa privada “de forma limitada” (ni modo que ilimitada) en “algunos” proyectos de la industria petrolera. Ello sería, dice, “para evitar el deterioro de ese sector”. En esa forma, el hombre que se empleó por unos meses como comparsa de Fox para organizar las fiestas del bicentenario de la Independencia, aseguró que “la inversión privada puede robustecer dentro de la ley un sector maltrecho pero clave para el país”.
Ha sido gracias al petróleo que México, a pesar de los salinas, zedillos, foxes y calderones, sobrevive en medio de las tempestades financieras mundiales. Ha sido gracias al petróleo que no hemos caído en una crisis similar a la que vivió Argentina, en una descomposición social como ocurre en ciudades importantes de Brasil, o en la pobreza generalizada de algunos países de Centroamérica. Pero ahora resulta que la riqueza generada por el petróleo será para beneficiar a unas cuantas manos y no al pueblo.
Al celebrar ayer el aniversario número 69 de la Expropiación de la Industria Petrolera, Calderón acomodó la trampa. Dijo que sólo quedan reservas petrolíferas para los próximos nueve años y exhortó a los poderes de la Unión a que busquen soluciones al problema “sin perjuicios partidistas”. El mensaje de Calderón difiere de las declaraciones aún recientes de Vicente Fox, quien triunfalista afirmaba que había petróleo para los próximos 20 años. Ahora resulta que no y que hay que buscar soluciones inmediatas.
Ya en el mes de noviembre pasado, el entonces diputado perredista Alejandro Sánchez Camacho, casi con clarividencia, previno al país de que el grupo gobernante, y poderosos consorcios privados vinculados a él, intentarían demostrar ante la opinión pública que Pemex se encuentra en malas condiciones para justificar su privatización; una privatización que no necesariamente puede ser abierta, sino que más bien se mantendrá velada, bajo esquemas de legalidad que permitan su saqueo.
Entre las muchas preguntas que podemos plantear, está la siguiente: ¿por qué el gobierno de Vicente Fox, que recibió aproximadamente 180 mil millones de dólares por excedentes en los precios del petróleo a lo largo de su mandato, no fortaleció a Pemex; por qué no permitió que la paraestatal empleara estos recursos para fortalecer su infraestructura, para reforzar sus exploraciones y para consolidarse como la quinta empresa petrolera más importante del mundo?, ¿por qué ahora Calderón, a boca de jarro, nos lanza a la cara que el petróleo está por terminarse, cuando su partido tuvo seis años y mucho dinero extra para atender el problema?
La privatización, no de Pemex, pero sí de la riqueza que genera el petróleo mexicano, ya está en marcha. En el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (el gran privatizador) se crearon los contratos especiales para permitir que empresas extranjeras participaran en la explotación de la riqueza petrolera, a través de subsidiarias de Pemex en países extranjeros, y por lo mismo lejos de ámbito de las leyes mexicanas.
Más tarde, con Zedillo, se creó otro instrumento mortífero. Los Proyectos de Impacto Diferido en el Registro del Gasto (Pidiregas), que son contratos para que empresas privadas financien y construyan obras de infraestructura para Pemex, que, más tarde, debe pagar las obras más las utilidades pactadas con las empresas más el costo de los intereses. ¡Qué tajada! Y nuevamente surgen preguntas. ¿Por qué si Fox recibió 180 mil millones de dólares extras por excedentes en el precio del petróleo, otorgó contratos a constructores privados (entre ellos, a la empresa Swecomex, de Carlos Slim) para que realizaran obras por las que el país (con la riqueza de Pemex, claro) deberá pagar 30 mil millones de dólares en los próximos dos años?
El dinero del petróleo, en una u otra forma, es el seguro de vida para la economía nacional. Pero nuestros gobiernos, minados hasta las alturas por la corrupción, no han sabido defenderlo. La idea básica parece ser permitir que Pemex siga debilitándose para entregarlo a los “salvadores” de la iniciativa privada. Calderón, sin ningún recato, a sólo 100 días de su arribo al poder, ya está anunciando la debacle.
A su vez, las bancadas del PAN y del PRI en el Congreso de la Unión, salvo algunas honrosas excepciones, ya afinan nuevos instrumentos de participación privada para llevar a manos de empresas nacionales y extranjeras, no a Pemex, no, los ambiciosos no quieren el armazón completo, sino la riqueza que esta industria genera. Y qué mejor forma que permitiendo que los salvadores lleguen, inviertan, salven a la empresa, y luego cobren con creces su participación. No estoy seguro de que el pueblo de México merezca a sus gobernantes. Y eso es todo por ahora, nos leemos mañana en esta misma Feria.
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