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viernes, enero 21, 2011

Glosario de la "guerra contra el narcotráfico" en México

 
Gilberto López y Rivas
El gobierno de Felipe Calderón ha trascendido en el ámbito noticioso mundial a partir de su anunciada guerra contra el narcotráfico. Como además resulta que recientemente anunció que no anunció lo que anunció, considero conveniente ofrecer un glosario de términos claves para mayor comprensión de los analistas extranjeros que frecuentemente se interrogan sobre la escalofriante y trágica realidad mexicana.
1) Guerra contra el narcotráfico. Eufemismo con el que se pretende ocultar:
a) la estrategia de un usurpador para afianzarse en el poder;
b) el emplazamiento del Ejército en todo el territorio como fuerza de ocupación represiva;
c) el apoyo a uno de los cárteles frente a sus rivales a través de una carnicería sin fin;
d) el incremento del enriquecimiento inexplicable de una buena parte de la jerarquía castrense, policiaca, judicial, religiosa y de la clase política en general;
e) el afianzamiento de la injerencia y control de Estados Unidos sobre México;
f) la criminalización de los movimientos sociales;
g) la guerra social contra jóvenes y pobres y la guerra sucia contra los opositores.
2) Guerra sucia. Crimen de Estado que al margen de la Constitución tiene como propósito el aniquilamiento de los considerados enemigos internos por medio de su localización, seguimiento, captura, interrogatorio a través de la tortura, mantenimiento en cárceles clandestinas, desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales por parte de las fuerzas armadas, agentes policiacos, de inteligencia y grupos paramilitares que actúan bajo las órdenes –usualmente– de la sección segunda del Ejército.
3) Estado fallido:
a) término utilizado para describir a los gobiernos trasnacionalizados y colaboracionistas que fallan en todas sus tareas sociales, mientras fortalecen sus aparatos y estrategias privatizadoras, desnacionalizadoras y represivas;
b) también es utilizado para justificar la ocupación militar de países, obviamente humanitaria y democratizadora, de Estados Unidos, cuyos ejemplos más recientes son Irak y Afganistán.
4) Crimen organizado:
a) empresa diversificada y floreciente que constituye la faceta clandestina y delincuencial del sistema –también organizado– de explotación imperante;
b) corporación paralela que retroalimenta la economía formal a través de una constante circulación o flujo de efectivo;
c) modus vivendi de al menos 500 mil familias mexicanas.
5) Comandante supremo. Grado que recurrentemente ostenta Felipe Calderón a través de casacas militares de tallas grandes, quepis de cinco estrellas y una águila, en ceremonias, ejercicios y desfiles marciales en los que expresa su vocación frustrada o su trauma por no haber jugado de niño con soldaditos de plomo.
6) Búnker presidencial. Costoso y supuestamente secretísimo espacio donde juega Felipillo a la guerra.
7) Vamos ganando la guerra. Estribillo repetido por el ocurrente comandante supremo ante el incremento anual en el número de muertes que hasta ahora ofrece más de 34 mil bajas en lo que va de su sexenio; esta declaración puede variar con otras frases igualmente ingeniosas y originales como la violencia viene de los violentos, haremos retroceder a la delincuencia, los mexicanos estamos en pie, etcétera.
8) Retén militar. Bloqueo en calles y carreteras del país utilizado por el Ejército para asesinar a civiles indefensos, a quienes sin excepción se culpa de ser parte del crimen organizado.
9) Daño colateral. Otro sarcasmo manejado por los voceros de Sedena y los medios desinformativos para justificar los asesinatos de civiles inocentes y desarmados, que incluyen una alta proporción de mujeres y niños y que son perpetrados por fuerzas militares o policiacas en enfrentamientos armados diarios.
10) Fuero militar. Permiso para matar; protección ilegal e inconstitucional para garantizar la impunidad de los militares en los numerosos casos de abusos y asesinatos de población civil.
11) Recomendaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Documentos siempre condenatorios que las autoridades civiles y militares mexicanas tiran al cesto de la basura sin haberlos leído.
12) Iniciativa Mérida:
a) negocio redondo de Estados Unidos y sus socios menores mexicanos en el que se otorga dinero al gobierno mexicano para que lo gaste comprando equipos, servicios y armas a empresas casualmente estadunidenses;
b) medio a través del cual agentes de todos los servicios de inteligencia de Estados Unidos se establecen en México con funciones operativas sancionadas por la Constitución pero apoyadas abierta o solapadamente por el gobierno colaboracionista de Felipe Calderón.
13) Armada de México. Cuerpo castrense –los marines mexicanos– afín a Estados Unidos, cuyos comandos operan cuando en una plaza en pugna el Ejército está tan involucrado con los chicos malos que no resulta confiable; se espera que en poco tiempo este grupo de elite tampoco sea confiable.
14) Procuraduría General de la República, Secretaría de Seguridad Pública y Agencia Federal de Investigación. Organismos costosos e inservibles para contener el avance del crimen organizado, las ejecuciones de los cárteles de la droga en México y garantizar una seguridad pública efectiva, profesional y respetuosa de los derechos humanos de los ciudadanos; por esta razón, el comandante supremo utiliza a las fuerzas armadas que –como se ha demostrado en estos cuatro años– tampoco pueden con la delincuencia organizada, incrementan en gran número las ejecuciones sumarias, no garantizan la seguridad pública de extensas regiones del país y, sobre todo, no respetan los derechos humanos.
15) Estadística aplicada. Incremento sostenido en:
a) la cantidad mensual de muertos por violencia en México;
b) los ingresos irrestrictos de la industria y el comercio de armas en Estados Unidos.
¡No más sangre!
¿Guerra? ¿Lucha?

Jorge Camil
En días pasados Felipe Calderón, ya en plena campaña electoral para 2012, rechazó en forma contundente que él hubiese caracterizado el ¿esfuerzo?, ¿embate?, ¿ataque? de su gobierno como una guerra contra el crimen organizado. Lo calificó de lucha. ¿Cuál es la diferencia, si gramaticalmente guerra es una lucha armada entre naciones o grupos contrarios, y lucha es un combate en el que se utilizan la fuerza o las armas? ¿Y qué ha sido su gobierno, si no una lucha armada entre las fuerzas contrarias del Ejército y el narco? ¿Y cuál ha sido su legado histórico, ahora que hemos llegado al fin del camino, si no un combate en el que han proliferado el uso de la fuerza y la fuerza de las armas?
Así que resulta ocioso enfrascarse en discusiones bizantinas, cuando la evidencia nos golpea en la cara: casi 40 mil muertos, miles de millones de pesos en armamento y gastos militares, ciudades y estados de la República fuera del control gubernamental, y un gobierno (regreso al lugar común del legado histórico) donde han sobresalido la muerte, las ejecuciones, los secuestros, las balaceras, los daños colaterales y las oportunidades perdidas: un conflicto que merece el incuestionable calificativo de guerra civil.
Qué bueno que aclaró las cosas el Presidente, porque todos nos habíamos referido a su lucha contra el crimen organizado como la “guerra contra el narco”. Yo mismo estuve equivocado, porque a partir de 2007 he escrito por lo menos 20 artículos publicados en La Jornada, y recogidos en mi página de Internet (www.jorgecamil.com), inspirados total o parcialmente en esta controvertida guerra de todos contra todos: del gobierno contra el narco, de los cárteles entre sí, y pronto, si no tenemos cuidado en este año de crudo debate electoral, entre partidos políticos.
(No falta nada para que la diatriba entre izquierdas y derechas desate en México incidentes como el ocurrido en Tucson, Arizona, donde un desequilibrado sin fortuna, que pretendía eliminar a una congresista defensora de los derechos de los indocumentados, asesinó a seis civiles, incluyendo una niña de nueve años interesada en la política, que había asistido al mitin de Gabrielle Giffords para conocer a la congresista. Aquí, en México, Marcela Turati describió con dramatismo en un adelanto de su libro Fuego cruzado (Proceso, 1785) la tragedia de los cientos de niños mexicanos muertos en la guerra de la que hoy pretende deslindarse el Presidente.)
Volviendo a la guerra de Calderón, creo que algunos de los títulos más significativos de mis artículos hablan por sí mismos: ¿Existe un Estado mexicano?, México insurgente, “El Titanic mexicano”, Fuero de guerra, “El narco, un Estado paralelo”, Guerra civil, Las palabras de mi general, Cuernavaca: de la mano de la DEA, Guerra fallida o estrategia política, Espejo de un Estado fallido, Calderón, ¿gobierna un Estado fallido?, Que renuncie el gobierno y ¿México puede desaparecer?. Todos, repito, inspirados en la guerra contra el narco, o en los graves efectos políticos y sociales que este conflicto innecesario ha producido en el sistema político y la estabilidad del Estado. Y como yo, muchos analistas más. ¿Estamos equivocados? ¿Hemos engañado a los lectores?
Va a ser difícil escribir sin usar la palabra correcta. ¿Cómo referirnos al conflicto que destruye la República sin llamarle guerra? ¿Cómo describir la masacre entre mexicanos sin llamarle guerra civil? Es entendible que hoy, cinco años después, cuando la prioridad es conservar el poder, el conflicto con el narco se vuelva lucha (mañana pudiera ser desavenencia), y el uso del español se dicte por decreto presidencial. Hemos regresado a la vieja práctica priísta de permitir que el Presidente, en su discreción infinita, dicte las horas del reloj.
Recientemente dije que Calderón descansó al conocer la derrota de la Propuesta 19 en California (¿Existe un Estado mexicano?, La Jornada, 11/11/10), porque de haberse destapado el uso legal de la mariguana en Estados Unidos hubiese sido imposible continuar justificando una estrategia que no va a ninguna parte; el costo estratosférico del embate militar, las violaciones flagrantes a los derechos humanos y los casi 40 mil muertos sembrados en el territorio nacional: sicarios, soldados, madres y padres de familia, estudiantes, niños: ¡todos mexicanos!
¿Por qué califico a esta administración en función de lo que pase en Estados Unidos? Porque en forma por demás obsecuente, y violando la soberanía nacional, ha permitido que Estados Unidos combata en México al demonio del narcotráfico, a cambio de las migajas dispensadas con cuentagotas en la triste Iniciativa Mérida.
Prepárese para celebrar con júbilo en 2011 las cifras económicas maquilladas, porque el gobierno comienza a hablar de crecimiento del empleo, a vanagloriarse de las reservas internacionales y a prometer un supuesto crecimiento económico. Resulta obvio que en esta guerra que no es guerra, en este país que ha dejado de ser país, y en este gobierno que no es gobierno, lo importante ahora son las elecciones de 2012.

::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Lic. Andrés Manuel López Obrador en 2011::

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