The Guardian
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández |
Mañana por la mañana, al soldado de primera clase Bradley Manning le obligarán a permanecer desnudo mientras pasan lista, como cada día, en la base de marines estadounidense en Quantico, Virginia, donde se encuentra recluido con múltiples cargos, incluyendo “ayudar al enemigo”, por su supuesto papel en la filtración a WikiLeaks de decenas de miles de archivos reservados del gobierno estadounidense. La razón de mantenerle desnudo es que Manning se había quejado de estar siendo constantemente observado, al parecer como parte de un régimen para “impedir que se autolesionara”, y había comentado con sarcasmo que si quisiera hacerse daño podría conseguirlo hasta con el elástico de la cinturilla de sus calzoncillos o con sus chanclas. Como consecuencia, le confiscaron los calzoncillos y el calzado durante la noche y tiene que presentarse desnudo para la inspección de por la mañana antes de que le sean devueltos.
Si Manning ha leído “Catch-22”, [de Joseph Heller], como sin duda habrá hecho, debería saber por la experiencia del Capitán Yossarian que el ejército estadounidense no se anda con bromas. En confinamiento solitario, como lleva ya diez meses, quizá se esté preguntando qué es lo que se sabe en el mundo exterior de su angustiosa situación. En muchos sentidos, se ha convertido en el hombre olvidado de la historia de WikiLeaks aunque es Manning quien se enfrenta a las penas más graves y es Manning quien está acusado de haber filtrado al mundo los asuntos más explosivos a través de WikiLeaks, especialmente el video del “asesinato colateral” de un ataque contra civiles en Iraq en 2007 perpetrado desde un helicóptero Apache estadounidense.
Una persona que ha alzado su voz en defensa de Manning es Daniel Ellsberg, que fue él mismo acusado de arriesgar vidas y de comportarse como un traidor por publicar hace cuarenta años los Papeles del Pentágono acerca de las conductas de la guerra de Vietnam. Como relata en sus memorias, “Secrets”, Ellsberg se convirtió en el receptor final de la rabia de un gobierno y ejército estadounidenses furiosos. No sólo hubo una trama para irrumpir en la consulta de su psicoanalista tratando de descubrir información que pudiera perjudicarle sino que también contrataron un equipo de exiliados cubanos para que reventaran un mitin en el que estaba participando y le rompieran las piernas. De forma escalofriante, el entonces secretario de estado, Henry Kissinger, y el Presidente Nixon estuvieron discutiendo cómo podrían hacerle más daño. Gracias a las grabaciones de la época, sabemos que Kissinger sugirió esperar hasta que la guerra hubiera terminado en Vietnam y “entonces podremos decir que este hijo de puta casi la jode… Después, a nadie le importará un comino los crímenes de guerra”.
Manning, como Ellsberg, se dejó llevar por el idealismo en vez de por algo más siniestro o mercenario. Debe confiar en que a la gente sí le importan los crímenes de guerra y continuará pensando así hasta que finalmente se produzca su juicio. Sus denuncias de cómo los estadounidenses quitan la vida y toda la hipocresía que ha quedado al descubierto son mucho más graves que los delitos de los que se le acusa. La forma en que le están tratando y la acusación de “ayudar al enemigo” –qué enemigo es ése aún no ha quedado muy claro, aunque sin duda que al final encontrarán alguno- son muy parecidas a la forma en que se persiguió a Ellsberg.
El abogado de Manning, David E. Coombs, señala en su página en Internet que “la decisión de despojar de su ropa cada noche al soldado de primera clase durante un período indefinido de tiempo es un hecho de naturaleza claramente punitiva… No hay justificación y no puede haberla para tratar a un detenido de una forma degradante y humillante”. Está claro que Manning se siente cada vez más aislado y puede que necesite toda la ayuda que pueda conseguir en los meses anteriores al juicio. La Red de Apoyo a Bradley Manning informa detalladamente de la concentración prevista en su apoyo en Quantico el 20 de marzo. Sería una cruel ironía más que el hombre acusado de atraer los focos sobre conductas incalificables sufriera ahora porque no se presta suficiente atención a su grave situación.
Fuente: http://www.guardian.co.uk/ commentisfree/cifamerica/2011/ mar/07/bradley-manning- wikileaks?CMP=twt_fd
tomado de rebelion.org
::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Lic. Andrés Manuel López Obrador en 2011::
Si Manning ha leído “Catch-22”, [de Joseph Heller], como sin duda habrá hecho, debería saber por la experiencia del Capitán Yossarian que el ejército estadounidense no se anda con bromas. En confinamiento solitario, como lleva ya diez meses, quizá se esté preguntando qué es lo que se sabe en el mundo exterior de su angustiosa situación. En muchos sentidos, se ha convertido en el hombre olvidado de la historia de WikiLeaks aunque es Manning quien se enfrenta a las penas más graves y es Manning quien está acusado de haber filtrado al mundo los asuntos más explosivos a través de WikiLeaks, especialmente el video del “asesinato colateral” de un ataque contra civiles en Iraq en 2007 perpetrado desde un helicóptero Apache estadounidense.
Una persona que ha alzado su voz en defensa de Manning es Daniel Ellsberg, que fue él mismo acusado de arriesgar vidas y de comportarse como un traidor por publicar hace cuarenta años los Papeles del Pentágono acerca de las conductas de la guerra de Vietnam. Como relata en sus memorias, “Secrets”, Ellsberg se convirtió en el receptor final de la rabia de un gobierno y ejército estadounidenses furiosos. No sólo hubo una trama para irrumpir en la consulta de su psicoanalista tratando de descubrir información que pudiera perjudicarle sino que también contrataron un equipo de exiliados cubanos para que reventaran un mitin en el que estaba participando y le rompieran las piernas. De forma escalofriante, el entonces secretario de estado, Henry Kissinger, y el Presidente Nixon estuvieron discutiendo cómo podrían hacerle más daño. Gracias a las grabaciones de la época, sabemos que Kissinger sugirió esperar hasta que la guerra hubiera terminado en Vietnam y “entonces podremos decir que este hijo de puta casi la jode… Después, a nadie le importará un comino los crímenes de guerra”.
Manning, como Ellsberg, se dejó llevar por el idealismo en vez de por algo más siniestro o mercenario. Debe confiar en que a la gente sí le importan los crímenes de guerra y continuará pensando así hasta que finalmente se produzca su juicio. Sus denuncias de cómo los estadounidenses quitan la vida y toda la hipocresía que ha quedado al descubierto son mucho más graves que los delitos de los que se le acusa. La forma en que le están tratando y la acusación de “ayudar al enemigo” –qué enemigo es ése aún no ha quedado muy claro, aunque sin duda que al final encontrarán alguno- son muy parecidas a la forma en que se persiguió a Ellsberg.
El abogado de Manning, David E. Coombs, señala en su página en Internet que “la decisión de despojar de su ropa cada noche al soldado de primera clase durante un período indefinido de tiempo es un hecho de naturaleza claramente punitiva… No hay justificación y no puede haberla para tratar a un detenido de una forma degradante y humillante”. Está claro que Manning se siente cada vez más aislado y puede que necesite toda la ayuda que pueda conseguir en los meses anteriores al juicio. La Red de Apoyo a Bradley Manning informa detalladamente de la concentración prevista en su apoyo en Quantico el 20 de marzo. Sería una cruel ironía más que el hombre acusado de atraer los focos sobre conductas incalificables sufriera ahora porque no se presta suficiente atención a su grave situación.
Fuente: http://www.guardian.co.uk/
tomado de rebelion.org
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