Por: Michael Liebig del "Solon Line"
Reseña Estratégica, 3 de agosto de 2007(http://www.msia.org.br).-
Estos días, no sólo la prensa financiera europea sino la prensa internacional en general se sumieron en un mar de temores por las últimas turbulencias de los mercados financieros. El 26 de julio, los mercados financieros de Europa, América del Norte y del Sur y, al día siguiente, Asia, sufrieron una caída de más de 2 por ciento. El 27 de julio no se produjo el "rebote," aun cuando George W. Bush, el secretario de Hacienda de los Estados Unidos, Hank Paulson, y la oportuna difusión de algunas "buenas noticias económicas" quisieron convencer a los "mercados" de que las cosas estaban bien sujetas. Muchos artículos de la media electrónica usaban intimidados expresiones como "perdida de confianza", o de plano "pánico", para describir el estado de espíritu de los mercados financieros.
The Guardian de Londres llegó inclusive a preguntarse si este no sería el "grande". Yo, francamente, lo dudo mucho. Para todos aquellos que han esperado con impaciencia un "mega derrumbe sistémico" y que ahora pudieran pensar "finalmente llegó", he aquí unas cuantas palabras con la cabeza fría.
Si la prensa financiera y la mayoría de los "mercados participantes" quedaron sorprendidas por la pasada ruptura financiera, los bancos centrales no. El Banco de Liquidaciones Internacionales (BIS), el Banco Central Europeo (ECB) y el Banco de Inglaterra han insistido en los últimos meses que la "complacencia" y los anuncios de desaparición de peligros podrían tener consecuencias desagradables en los mercados financieros.
Las bolsas de valores de todo el mundo han crecido con rapidez en 2007 y han dejado atrás las alzas nunca antes vistas de 2000, el momento culminante de la pirámide de la "Nueva economía". Así que si los índices accionarios declinan 10% ó hasta 20% sencillamente se aproximarían a las alturas que llegaron hace uno o dos años.
Los bancos centrales no intervendrán en los mercados para protegerlos de los especuladores codiciosos. Los bancos centrales no van a salvar a los que pusieron oídos sordos a sus advertencias. Habrá, entonces, algunos "baños de sangre" de muchos de los que participan en los mercados que acumularon riesgos de más en sus portafolios.
Sin embargo, los bancos centrales actuarán con diligencia a los primeros signos de que los "baños de sangre" de los mercados financieros se estén convirtiendo en un derrumbe mayor que amenace el sistema financiero en su conjunto. Entonces el "Grupo de trabajo del presidente para mercados financieros" -conocido como el "Equipo de protección de zambullidas"- se pondrá en movimiento en los Estados Unidos. Con el secretario de hacienda Hank Paulson, la Reserva Federal y los principales bancos estadounidenses a la cabeza, se pondrán en marcha medidas a gran escala para administrar la crisis. En Europa, el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra adoptarán medidas similares para intervenir en los mercados amenazados por el desplome.
Basura tóxica en el sistema financiero.
Lo que desencadenó esta caída en picada de los mercados financieros fueron los efectos de la crisis de las hipotecas sub-prime de los Estados Unidos, los problemas de las empresas de inversión y de los grandes bancos para financiar los créditos para adquisiciones gigantes en la primera mitad de 2007. Todos esos problemas se conocen desde hace tiempo.
Desde mediados del año pasado la burbuja especulativa estadounidense de la vivienda inflada entre 2002 y 2006 se ha estado desinflando. En estos últimos 12 meses la construcción de vivienda, la venta de casas nuevas y usadas, los intereses de las hipotecas y -lo más importante- los precios de las viviendas, han disminuido, en tanto que los inventarios de casas sin vender y los incumplimientos de hipotecas han crecido.
Los incumplimientos han sido peores en el sector de las hipotecas sub-prime que se estima en 800.000 millones de dólares. Las hipotecas sub-prime fueron para personas que no encajaban en ninguna categoría razonable. Dado que los pagos de los intereses de las hipotecas son rigurosos, el siguiente segmento que está por meterse en problemas son las hipotecas con "intereses ajustables", en oposición a las hipotecas tradicionales con intereses fijos a pagar en 30 años.
Desde los años ochentas, las empresas dedicadas a otorgar hipotecas han estado vendiendo su cartera a grandes bancos privados o a compañías semi públicas conocidas como "Fannie Mae" y "Freddie Mac." A su vez conservan hipotecas "liadas" de diferentes calidades y riegos en "valores asegurados con activos" que tienen que vender a los inversionistas. Esta fue la medida decisiva para "distribuir" los riesgos de los préstamos por todos los mercados financieros. Además, desde finales de los años noventa, los derivados de créditos han crecido enormemente -se estima que en un monto de 3 billones de dólares a finales de 2006-. Estas "Obligaciones de Deuda Subsidiarias" (CDO) son "productos estructurados" y reúnen todo tipo de deuda de calidades diferentes. Un CDO se divide luego en fragmentos de diferentes grados de riesgo que se venden a compañías de crédito, fondos de pensiones y aseguradoras. El efecto es una nueva distribución generalizada del riesgo de los emprésitos por los mercados financieros.
El crecimiento de los incumplimientos de las hipotecas sub-prime se tiene que mostrar en el componente de las hipotecas sub-prime de los DCO -y lo hacen-. La primera gran advertencia apareció a principios de julio con la quiebra de facto de dos compañías de inversión, propiedad de la firma de inversión Bear Stearns, con una cartera muy grande de CDO que contenían componentes sub-prime. Bear Steaarns prometió pagar las pérdidas de muchos miles de millones de dólares de las dos compañías. Varios bancos europeos de importancia, en particular el suizo UBS, también tuvieron pérdidas.
Estos días, no sólo la prensa financiera europea sino la prensa internacional en general se sumieron en un mar de temores por las últimas turbulencias de los mercados financieros. El 26 de julio, los mercados financieros de Europa, América del Norte y del Sur y, al día siguiente, Asia, sufrieron una caída de más de 2 por ciento. El 27 de julio no se produjo el "rebote," aun cuando George W. Bush, el secretario de Hacienda de los Estados Unidos, Hank Paulson, y la oportuna difusión de algunas "buenas noticias económicas" quisieron convencer a los "mercados" de que las cosas estaban bien sujetas. Muchos artículos de la media electrónica usaban intimidados expresiones como "perdida de confianza", o de plano "pánico", para describir el estado de espíritu de los mercados financieros.
The Guardian de Londres llegó inclusive a preguntarse si este no sería el "grande". Yo, francamente, lo dudo mucho. Para todos aquellos que han esperado con impaciencia un "mega derrumbe sistémico" y que ahora pudieran pensar "finalmente llegó", he aquí unas cuantas palabras con la cabeza fría.
Si la prensa financiera y la mayoría de los "mercados participantes" quedaron sorprendidas por la pasada ruptura financiera, los bancos centrales no. El Banco de Liquidaciones Internacionales (BIS), el Banco Central Europeo (ECB) y el Banco de Inglaterra han insistido en los últimos meses que la "complacencia" y los anuncios de desaparición de peligros podrían tener consecuencias desagradables en los mercados financieros.
Las bolsas de valores de todo el mundo han crecido con rapidez en 2007 y han dejado atrás las alzas nunca antes vistas de 2000, el momento culminante de la pirámide de la "Nueva economía". Así que si los índices accionarios declinan 10% ó hasta 20% sencillamente se aproximarían a las alturas que llegaron hace uno o dos años.
Los bancos centrales no intervendrán en los mercados para protegerlos de los especuladores codiciosos. Los bancos centrales no van a salvar a los que pusieron oídos sordos a sus advertencias. Habrá, entonces, algunos "baños de sangre" de muchos de los que participan en los mercados que acumularon riesgos de más en sus portafolios.
Sin embargo, los bancos centrales actuarán con diligencia a los primeros signos de que los "baños de sangre" de los mercados financieros se estén convirtiendo en un derrumbe mayor que amenace el sistema financiero en su conjunto. Entonces el "Grupo de trabajo del presidente para mercados financieros" -conocido como el "Equipo de protección de zambullidas"- se pondrá en movimiento en los Estados Unidos. Con el secretario de hacienda Hank Paulson, la Reserva Federal y los principales bancos estadounidenses a la cabeza, se pondrán en marcha medidas a gran escala para administrar la crisis. En Europa, el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra adoptarán medidas similares para intervenir en los mercados amenazados por el desplome.
Basura tóxica en el sistema financiero.
Lo que desencadenó esta caída en picada de los mercados financieros fueron los efectos de la crisis de las hipotecas sub-prime de los Estados Unidos, los problemas de las empresas de inversión y de los grandes bancos para financiar los créditos para adquisiciones gigantes en la primera mitad de 2007. Todos esos problemas se conocen desde hace tiempo.
Desde mediados del año pasado la burbuja especulativa estadounidense de la vivienda inflada entre 2002 y 2006 se ha estado desinflando. En estos últimos 12 meses la construcción de vivienda, la venta de casas nuevas y usadas, los intereses de las hipotecas y -lo más importante- los precios de las viviendas, han disminuido, en tanto que los inventarios de casas sin vender y los incumplimientos de hipotecas han crecido.
Los incumplimientos han sido peores en el sector de las hipotecas sub-prime que se estima en 800.000 millones de dólares. Las hipotecas sub-prime fueron para personas que no encajaban en ninguna categoría razonable. Dado que los pagos de los intereses de las hipotecas son rigurosos, el siguiente segmento que está por meterse en problemas son las hipotecas con "intereses ajustables", en oposición a las hipotecas tradicionales con intereses fijos a pagar en 30 años.
Desde los años ochentas, las empresas dedicadas a otorgar hipotecas han estado vendiendo su cartera a grandes bancos privados o a compañías semi públicas conocidas como "Fannie Mae" y "Freddie Mac." A su vez conservan hipotecas "liadas" de diferentes calidades y riegos en "valores asegurados con activos" que tienen que vender a los inversionistas. Esta fue la medida decisiva para "distribuir" los riesgos de los préstamos por todos los mercados financieros. Además, desde finales de los años noventa, los derivados de créditos han crecido enormemente -se estima que en un monto de 3 billones de dólares a finales de 2006-. Estas "Obligaciones de Deuda Subsidiarias" (CDO) son "productos estructurados" y reúnen todo tipo de deuda de calidades diferentes. Un CDO se divide luego en fragmentos de diferentes grados de riesgo que se venden a compañías de crédito, fondos de pensiones y aseguradoras. El efecto es una nueva distribución generalizada del riesgo de los emprésitos por los mercados financieros.
El crecimiento de los incumplimientos de las hipotecas sub-prime se tiene que mostrar en el componente de las hipotecas sub-prime de los DCO -y lo hacen-. La primera gran advertencia apareció a principios de julio con la quiebra de facto de dos compañías de inversión, propiedad de la firma de inversión Bear Stearns, con una cartera muy grande de CDO que contenían componentes sub-prime. Bear Steaarns prometió pagar las pérdidas de muchos miles de millones de dólares de las dos compañías. Varios bancos europeos de importancia, en particular el suizo UBS, también tuvieron pérdidas.
El 6 de julio, el director ejecutivo del UBS, Peter Wuffli, fue despedido. La compañía de inversión Dillon Reed, propiedad de UBS, había perdido unos 500 millones de dólares en transacciones relacionadas con hipotecas sub-prime. Luego, el 10 de julio, las agencias calificadores Standard & Poor y Moody's degradaron los CDO con componentes de hipotecas sub-prime. Los "mercados" ya no podían decir que ignoraban que los mercados gigantes de valores asegurados con activos y los derivados de créditos estaban atestados de "basura tóxica" -los componentes sub-prime.
Entonces se presentó el segundo signo. En la primera mitad de 2007 las compras con ventajas -muchas hechas por firmas de inversiones privadas- llegaron a los 2.5 billones de dólares. Los bancos habían sido generosos en extremo en la concesión de créditos convenientemente blandos para dichas adquisiciones -hasta ahora-.
Una de las razones para estas condiciones generosas en el otorgamiento de crédito era que los bancos casi podían emplear de inmediato la deuda no pagada a manera de "subsidiaria" para bonos y CDO que se venderían a las compañías de inversión, aseguradoras y otros bancos. Pero, en la última semana de julio, los intentos de vender bonos que abarcaran las compras con ventajas de Chrysler por la firma privada Ceberus y la de la cadena de farmacias británica Alliance Boots por Kohlberg Kravis Roberts fracasó. Y esta parece ser tan sólo la punta del témpano.
El Banco de Inglaterra dice a principios de mayo en su Financial Stability Report: "Si la calidad del crédito para las compañías se debilita de forma pronunciada, una parte creciente de la deuda de riesgo de las compañías quedaría sin protección. En dicho caso, la experiencia sufrida del marcado crecimiento de los incumplimientos de las hipotecas sub-prime de los Estados Unidos sería ilustradora, pues hay similitudes entre los mercados de hipotecas sub-prime y los mercados de compañías con ventajas".
Entonces se presentó el segundo signo. En la primera mitad de 2007 las compras con ventajas -muchas hechas por firmas de inversiones privadas- llegaron a los 2.5 billones de dólares. Los bancos habían sido generosos en extremo en la concesión de créditos convenientemente blandos para dichas adquisiciones -hasta ahora-.
Una de las razones para estas condiciones generosas en el otorgamiento de crédito era que los bancos casi podían emplear de inmediato la deuda no pagada a manera de "subsidiaria" para bonos y CDO que se venderían a las compañías de inversión, aseguradoras y otros bancos. Pero, en la última semana de julio, los intentos de vender bonos que abarcaran las compras con ventajas de Chrysler por la firma privada Ceberus y la de la cadena de farmacias británica Alliance Boots por Kohlberg Kravis Roberts fracasó. Y esta parece ser tan sólo la punta del témpano.
El Banco de Inglaterra dice a principios de mayo en su Financial Stability Report: "Si la calidad del crédito para las compañías se debilita de forma pronunciada, una parte creciente de la deuda de riesgo de las compañías quedaría sin protección. En dicho caso, la experiencia sufrida del marcado crecimiento de los incumplimientos de las hipotecas sub-prime de los Estados Unidos sería ilustradora, pues hay similitudes entre los mercados de hipotecas sub-prime y los mercados de compañías con ventajas".
Los efectos en la economía real.
El efecto de esos asuntos complejos e interrelacionados es una demoledora del crédito en dos sectores del sistema financiero internacional:
1) el sector estadounidense de bienes raíces, y
2) el financiamiento de las compras de acciones con ventaja internacionalmente.
Se puede pensar que el efecto demoledor sobre el crédito se irradiará por todo el sistema financiero internacional. Y esto representa una enorme volatilidad de los mercados financieros en general.
Si, y en qué medida, la demolición del crédito, además de la volatilidad, secarán la enorme liquidez y la inflación de los precios de los activos, que vienen de los tiempos del reinado de Alan Greenspan en la Reserva Federal estadounidense, es difícil de estimar. Tarde que temprano, la restricción del crédito tendrá por resultado la presión sobre los bancos centrales para que liberen la liquidez de nuevo. Pero no será fácil porque suceda la que suceda en los mercados de crédito, las presiones inflacionarias persistirán elevadas, conducidas por los costos de la energía, las materias primas y los alimentos.
Y así llegamos a la economía real. Los efectos de la crisis de los bienes raíces estadounidenses en los mercados de crédito internacionales será espantosa y desestabilizadora, pero lo que realmente cuenta son las consecuencias en la economía real. La crisis del sector estadounidense de los bienes raíces tiene y tendrá consecuencias negativas para el consumo de los Estados Unidos. Inclusive si los propietarios de casas están condicionados mentalmente para no preocuparse demasiado de sus deudas, el gasto del consumidor se reducirá -quizá no espectacularmente, pero si de forma constante-. Y esto significa que la economía de los Estados Unidos se está sumiendo en una recesión. El crecimiento económico de los Estados Unidos pronto se detendrá. Y aun si la Reserva Federal libera las tasas de interés por presiones políticas -el año entrante es de elecciones en los Estados Unidos- es poco probable la recuperación del gasto del consumidor.
El gobierno estadounidense y la Reserva Federal pueden obstaculizar una caída grave del mercado, pero ¿pueden detener una recesión? El problema es doble. Por un lado está la enorme acumulación de la deuda interna y externa. Esta carga, en particular en los hogares, es un enorme impedimento para "estimular" la economía, nuevas inversiones y más consumo. Por otro lado, el "keynesianismo" contrario a los ciclos ha sido por décadas un componente fundamental del arsenal de la política económica del "libre mercado" de los Estados Unidos. Pero, dichas doctrinas de gasto keynesianas se han dirigido casi exclusivamente al "complejo militar-industrial" y al sector de tecnología de la información. Cambiar los fondos públicos de que dispone este gigantesco aparato militar para dirigirlos a la inversión productiva en el sector civil, con su enorme déficit de inversión en industria e infraestructura, será enormemente difícil y dilatado. Ese cambio tendrá lugar más tarde, pero no antes que pueda evitar una grave recesión un periodo muy amplio de crisis grave en la economía real -junto con desplomes financieros-. Es más probable que una crisis semejante sea el catalizador de un cambio de la política económica.
Mucha gente cree todavía que la recesión (o algo peor) de los Estados Unidos tendrá consecuencias devastadoras para el resto de la economía mundial. "Si los Estados Unidos se resfrían, al resto del mundo le da pulmonía" suele decirse. ¿Esto es real en una economía mundial multipolar? No lo pienso así.
El peso de las economías que están adquiriendo relevancia en el mundo ha aumentado tanto que el debilitamiento de los Estados Unidos ya no puede arrastrarlas -como sí hubiese sucedido hace diez años-. Claro que China y Europa tendrán problemas graves, en tanto que se reorientan y se adaptan a los acontecimientos de los mercados nacionales y a la cooperación Euroasiática y Sur-Sur. Pero ese reajuste ya está en marcha y se puede conducir con éxito.
Resulta interesante ver que el mismo Fondo Monetario Internacional parece pensar en esta dirección. En la actualización de su Perspectiva Económica Mundial del mes de julio, el FMI destaca que el intenso crecimiento sostenido de China, India, Rusia y otras economías "emergentes" podrían compensar una economía estadounidense estancada a consecuencia de la crisis del mercado de viviendas. Más de la mitad del crecimiento de 5.2% de la economía mundial en 2007 y 2008 provendrá de China, Rusia y la India, dice el FMI. Larry Eliott, periodista de The Guardian de Londres, resume las declaraciones del vice director de Investigación del FMI, Charles Collyns: "El auge asiático ayuda a la economía mundial a aminorar los efectos de la declinación de la declinación del mercado de la vivienda de los Estados Unidos."
Se puede decir con alguna certeza que las rupturas graves continuarán en los mercados financieros de todo el mundo. Mientras las condiciones de los mercados sigan siendo volátiles y turbulentas, se debe ser muy cuidadoso con los escenarios de "derrumbes apocalípticos". Aunque la economía de los Estados Unidos se seguirá despeñando a una grave recesión, el resto de la economía mundial no tiene por qué ser arrastrada mecánicamente por ella.
Si, y en qué medida, la demolición del crédito, además de la volatilidad, secarán la enorme liquidez y la inflación de los precios de los activos, que vienen de los tiempos del reinado de Alan Greenspan en la Reserva Federal estadounidense, es difícil de estimar. Tarde que temprano, la restricción del crédito tendrá por resultado la presión sobre los bancos centrales para que liberen la liquidez de nuevo. Pero no será fácil porque suceda la que suceda en los mercados de crédito, las presiones inflacionarias persistirán elevadas, conducidas por los costos de la energía, las materias primas y los alimentos.
Y así llegamos a la economía real. Los efectos de la crisis de los bienes raíces estadounidenses en los mercados de crédito internacionales será espantosa y desestabilizadora, pero lo que realmente cuenta son las consecuencias en la economía real. La crisis del sector estadounidense de los bienes raíces tiene y tendrá consecuencias negativas para el consumo de los Estados Unidos. Inclusive si los propietarios de casas están condicionados mentalmente para no preocuparse demasiado de sus deudas, el gasto del consumidor se reducirá -quizá no espectacularmente, pero si de forma constante-. Y esto significa que la economía de los Estados Unidos se está sumiendo en una recesión. El crecimiento económico de los Estados Unidos pronto se detendrá. Y aun si la Reserva Federal libera las tasas de interés por presiones políticas -el año entrante es de elecciones en los Estados Unidos- es poco probable la recuperación del gasto del consumidor.
El gobierno estadounidense y la Reserva Federal pueden obstaculizar una caída grave del mercado, pero ¿pueden detener una recesión? El problema es doble. Por un lado está la enorme acumulación de la deuda interna y externa. Esta carga, en particular en los hogares, es un enorme impedimento para "estimular" la economía, nuevas inversiones y más consumo. Por otro lado, el "keynesianismo" contrario a los ciclos ha sido por décadas un componente fundamental del arsenal de la política económica del "libre mercado" de los Estados Unidos. Pero, dichas doctrinas de gasto keynesianas se han dirigido casi exclusivamente al "complejo militar-industrial" y al sector de tecnología de la información. Cambiar los fondos públicos de que dispone este gigantesco aparato militar para dirigirlos a la inversión productiva en el sector civil, con su enorme déficit de inversión en industria e infraestructura, será enormemente difícil y dilatado. Ese cambio tendrá lugar más tarde, pero no antes que pueda evitar una grave recesión un periodo muy amplio de crisis grave en la economía real -junto con desplomes financieros-. Es más probable que una crisis semejante sea el catalizador de un cambio de la política económica.
Mucha gente cree todavía que la recesión (o algo peor) de los Estados Unidos tendrá consecuencias devastadoras para el resto de la economía mundial. "Si los Estados Unidos se resfrían, al resto del mundo le da pulmonía" suele decirse. ¿Esto es real en una economía mundial multipolar? No lo pienso así.
El peso de las economías que están adquiriendo relevancia en el mundo ha aumentado tanto que el debilitamiento de los Estados Unidos ya no puede arrastrarlas -como sí hubiese sucedido hace diez años-. Claro que China y Europa tendrán problemas graves, en tanto que se reorientan y se adaptan a los acontecimientos de los mercados nacionales y a la cooperación Euroasiática y Sur-Sur. Pero ese reajuste ya está en marcha y se puede conducir con éxito.
Resulta interesante ver que el mismo Fondo Monetario Internacional parece pensar en esta dirección. En la actualización de su Perspectiva Económica Mundial del mes de julio, el FMI destaca que el intenso crecimiento sostenido de China, India, Rusia y otras economías "emergentes" podrían compensar una economía estadounidense estancada a consecuencia de la crisis del mercado de viviendas. Más de la mitad del crecimiento de 5.2% de la economía mundial en 2007 y 2008 provendrá de China, Rusia y la India, dice el FMI. Larry Eliott, periodista de The Guardian de Londres, resume las declaraciones del vice director de Investigación del FMI, Charles Collyns: "El auge asiático ayuda a la economía mundial a aminorar los efectos de la declinación de la declinación del mercado de la vivienda de los Estados Unidos."
Se puede decir con alguna certeza que las rupturas graves continuarán en los mercados financieros de todo el mundo. Mientras las condiciones de los mercados sigan siendo volátiles y turbulentas, se debe ser muy cuidadoso con los escenarios de "derrumbes apocalípticos". Aunque la economía de los Estados Unidos se seguirá despeñando a una grave recesión, el resto de la economía mundial no tiene por qué ser arrastrada mecánicamente por ella.
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