Disonancias del arco iris.
de : Poemas Elásticos.
Disonancias del arco iris en la telegrafía inalámbrica de la Torre Mediodía
Medianoche
En todos los rincones del universo se murmura: "Merde"
Rayos
Cromo amarillo
Nos hemos contactado
Los transatlánticos se acercan desde todas las direcciones
Desaparecen
Todos están en movimiento
Y los relojes marchan
Paris-Midi informa que un profesor alemán fue devorado por los caníbales en el Congo
Bien hecho
L´Intransigeant publicó esta noche poemas para tarjetas postales
Es idiota que los astrólogos roben las estrellas
Cuando ya no se pueden ver
Le pregunto al cielo
El servicio meteorológico indica que el tiempo empeorará.
Prosa del Transiberiano y la pequeña Juana de Francia.
-Fragmento-
En aquel tiempo yo era un adolescente
Apenas tenía dieciséis años y ya no recordaba mi infancia
Estaba a 16.000 leguas del lugar de mi nacimiento
Me hallaba en Moscú,
en la ciudad de los mil tres campanarios y las siete estaciones
Y no me bastaban las siete estaciones y las mil tres torres
Porque mi adolescencia era tan ardiente y loca
Que mi corazón, alternativamente,
ardía como el templo de Efeso o como la Plaza Roja de Moscú
Cuando se pone el sol.
Y mis ojos iluminaban antiguos senderos.
Y yo era tan mal poeta
Que no sabía llegar hasta el fondo de las cosas.
El Kremlin era como una inmensa torta tártara
Crujiente de oro.
Con las grandes almendras de las catedrales
inmensamente blancas
y el oro empalagoso de las campanas...
Un viejo monje me leía la leyenda de Novgorode
Yo tenía sed
Y descifraba caracteres cuneiformes
Luego, de pronto, las palomas del Espíritu Santo volaron sobre la plaza y también mis manos alzaban el vuelo, con susurros de albatros
y esto era las últimas reminiscencias del último día
Del postrer viaje
y del mar.
No obstante, yo era un poeta muy malo.
No sabía llegar al fondo de las cosas.
Tenía hambre
Y a todos los días, y a todas las mujeres en los cafés, y a todas las copas
Habría querido beberlas y romperlas
Y a todas las vitrinas y a todas las calles
Y a todas las casas y a todas las vidas
Y a todas las ruedas de los coches que giraban
como torbellinos sobre los malos empedrados
Habría querido hundirlas en un gran horno de espadas
y habría querido moler todos los huesos
Y arrancar todas las lenguas
y licuar todos esos grandes cuerpos extraños
y desnudos bajo la ropa que me vuelve loco...
Presentía la llegada del gran Cristo rojo de la revolución rusa…
Y el sol era una inmensa herida que se abría como un brasero.
En aquel tiempo yo era un adolescente
Apenas tenía dieciséis años y ya no recordaba mi nacimiento
Estaba en Moscú, donde quería alimentarme de llamas
y no me bastaban las torres y las estaciones que cubrían mi ojos de estrella
En Siberia rugía el cañón, había guerra
Hambre frío peste cólera
y las aguas fangosas del Amor arrastraban millones de carroñas
(...)
Desde el fondo de mi corazón me brotan lágrimas
Si pienso, Amor, en mi querida;
Ella no es más que una niña, a quien encontré así
Pálida, inmaculada, en el fondo de un burdel.
No es más que una niña, rubia, risueña y triste,
No sonríe y nunca llora;
Pero en el fondo de sus ojos, cuando te deja beber de ellos,
Tiembla un dulce lis de plata, la flor del poeta.
Es dulce y muda, sin ningún reproche,
Con un largo estremecimiento cuando tú te aproximas;
Pero cuando yo voy hacia ella, por aquí, por allá, festivo,
Ella da un paso, luego cierra los ojos, y da un paso.
Porque es mi amor, y las otras mujeres
Sólo tienen vestidos de oro sobre grandes cuerpos llameantes,
Mi pobre amiga está tan desamparada,
Está toda desnuda, no tiene cuerpo, es demasiado pobre.
No es más que una flor cándida, endeble,
La flor del poeta, un pobre lis de plata,
Muy frío, muy solo, y ya tan mustio
Que me brotan las lágrimas si pienso en su corazón.
Y esta noche es similar a otras cien mil cuando un tren rasga la noche
- Caen los cometas-
Y el hombre y la mujer, aún jóvenes, se divierten haciendo el amor.
(...)
«Dime, Blaise, ¿estamos muy lejos de Montmartre?»
Tengo piedad tengo piedad ven a mí te contaré una historia
Ven a mi cama
Ven a mi corazón
Te contaré una historia...
¡Oh ven! ¡ven!
En Fidji reina la primavera eterna
La pereza
El amor extasía a las parejas en la hierba alta
y la sífilis ronda bajo los bananeros
¡ Ven a la islas perdidas del Pacífico!
Se llaman Fénix, Marquesas
Borneo y Java
y Célibes con forma de gato.
No podemos ir al Japón
¡Ven a México!
En sus altiplanicies florecen los tulipaneros
Las lianas tentaculares son la cabellera del sol
Se hablaría de la paleta y los pinceles de un pintor
Colores fragorosos como gongs,
Allí estuvo Rousseau
Allí deslumbró su vida
Es el país de los pájaros
El pájaro del paraíso, el ave lira
El tucán, el sinsonte
Y el colibrí anida en el corazón de los lirios negros
¡Ven!
Nos amaremos en las majestuosas ruinas de un templo azteca
Tú serás mi ídolo
Un ídolo abigarrado infantil un poco feo y extrañamente raro
¡Oh ven!
Si quieres iremos en aeroplano y volaremos sobre el país de los mil lagos,
Allí las noches son desmesuradamente largas
el antepasado prehistórico tendrá miedo de mi motor
aterrizaré
Y construiré un hangar para mi avión con los huesos fósiles de un mamut
El fuego primitivo recalentará nuestro pobre amor
Samovar
Y nos amaremos muy burguesmente cerca del polo
¡Oh ven!
Juana Juanita Ninita Nita Tetita Ninón
Mi chiquita mi cosita mi tesoro mi Perú
Arroró Arrorró
Pompón mi bombón
Mi preferida corazoncito
Nenita
Querida gatita
Mi lindo pecadito
Chuchita
Cucú
Se durmió
Ella se durmió ...
Blaise Cendrars, Frederic Sauser-Hall. (Francia, 1887-1961).
Poeta, novelista y ensayista francés. Su verdadero nombre era Frederic Sauser-Hall. Nació en La Chaux-de-Fonds, de padre suizo y madre escocesa, y obtuvo la nacionalidad francesa tras la I Guerra Mundial. Abandonó pronto sus estudios y viajó por Europa, Rusia y Asia, desempeñando diversos oficios. Blaise Cendrars fue ante todo poeta y en 1909 publicó La leyenda de Novgorod, y más tarde Pascua en Nueva York (1912), y el famoso Prosa del transiberiano y de la pequeña Juana de Francia (1913). Al igual que Apollinaire, despreciaba los poemas breves por lo limitado de su alcance y creó un estilo nuevo basado en la sucesión de impresiones, temas y sentimientos en los que la nostalgia y la desilusión se combinan con una visión cósmica del mundo. En 1914 ingresó en el ejército francés y sirvió en el cuerpo de voluntarios extranjeros. En 1915 perdió la mano derecha tras ser alcanzado por una granada. Su talento lírico quedó entonces destruido y hasta 1926 sólo escribió ensayos sobre pintores, relatos y una Anthologie nègre (1921). Este sentimiento de pérdida se observa también en El oro (1925), su primera novela. Moravagine (1926), una novela surrealista publicada un año más tarde, marcó su regreso a la violencia narrativa y fue al mismo tiempo una expresión autobiográfica de su vida aventurera. Blaise Cendrars fue también un aventurero de las formas literarias y un innovador de la ficción y el ritmo sincopado. Sus cuatro novelas más importantes, El hombre fulminado (1945), La mano cortada (1946), Bourlinguer (1948) y Le Lotissement du ciel (1949), demuestran que su autor entendía la literatura como una conquista del yo. Recibió la Legión de Honor y la Medalla Militar. En 1961, el mismo año de su muerte, fue galardonado con el Gran Premio Literario de la Villa de París.
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