Esta nota de público es típica de un gobierno fascista, intolerante y sin conocimiento histórico. Resulta que unos organilleros de la ciudad de México se dieron una vuelta por Guadalajara para sacar un poco de dinero y para rescatar una TRADICIÓN muy común en la ciudad de México que acá, en Guadalajara, ya no existe. Pero no han podido, les ha ido en chingada porque en la ciudad de los panuchos son re ojetes. Alfonso Petersen les dijo que se quedaran, pero que no podían pedir dinero. Miren nomás lo aberrante que es este señor que se dice alcalde de Guadalajara, imagínense que nosotros le decimos al Petersen: “oiga, usté nomás trabaja pero nada de feria, ningún sueldo millonario”. ¿Qué cara pondría? Seguramente ya no le gustaría la idea de ser alcalde y trabajar por el “bien” de los tapatíos, pero bueno, esas barrabasadas dice el alcalde que manda detener a cuantas personas estén en la calle vendiendo, cantando o lo que sea porque quiere que los únicos ganones de feria en el centro sean los establecidos, la gente bien, pues, como los panaderos les dicen.
¿Y la sociedad organizada? ¿Dónde están las protestas? No, no, si los tapatíos somos masoquistas, nos gusta sufrir, y claro, después de tener la cara golpeada, la cartera “sin un cinco”, y ver que otros se la pasan de lo lindo, seguimos (o siguen, porque yo JAMÁS he votado por la derecha), misteriosamente, sufragando por el PAN. Pero bueno, tenemos el gobierno que nos merecemos...., la gente votó por el PAN. Falta conciencia social, falta solidaridad...
¿Y la sociedad organizada? ¿Dónde están las protestas? No, no, si los tapatíos somos masoquistas, nos gusta sufrir, y claro, después de tener la cara golpeada, la cartera “sin un cinco”, y ver que otros se la pasan de lo lindo, seguimos (o siguen, porque yo JAMÁS he votado por la derecha), misteriosamente, sufragando por el PAN. Pero bueno, tenemos el gobierno que nos merecemos...., la gente votó por el PAN. Falta conciencia social, falta solidaridad...
Y del centro “ya se va el organillero...”El sueño de dos trabajadores capitalinos de incorporar la nostalgia musical a las calles de esta ciudad se ha visto frustrado.
Dolores Reséndiz Mora
Público
En la canción de Agustín Lara: “El organillero se va y nadie sabe a dónde va”. En Guadalajara, el organillero llegó de la ciudad de México con la intención de hacer sonar el aparato, pero no lo consiguió.
Este miércoles, Adhair Vázquez y dos hermanos, vestidos de uniforme color caqui, boina oscura y cargando el organillo o cilindro con un peso de 48 kilogramos, le pidieron al alcalde de Guadalajara, Alfonso Petersen, permiso para tocar en el centro tapatío. La respuesta fue negativa, como ocurre desde el 15 de noviembre pasado, por el decreto municipal que impide el comercio ambulante del primer cuadro del centro de la ciudad.“Negados todos los tipos de servicios comerciales que se otorguen a cambio de obtener un beneficio económico”, respondió Petersen Farah, quien les propuso tocar en el lugar que buscan, pero sin recibir dinero a cambio.
Continúa la canción de Agustín Lara: “Pobrecito el organillero, si el manubrio se cansó dale vuelta al corazón”. Adhair Vázquez carga el aparato, importado de Alemania y con una antigüedad que data desde 1884. Es uno de 38 aparatos a los que todavía se les arrancan sonidos en las calles defeñas. Después de pedir permiso para tocar el cilindro afuera de la Basílica de Zapopan, en los alrededores del Parián de Tlaquepaque, en donde estuvieron a punto de decomisarle el histórico organillo, y en la Plaza de Armas de Guadalajara, Adhair Vázquez decidió regresar a la ciudad de México. Decepcionado, sin duda, porque creyó que podría ser el impulsor del retorno del organillo a las calles tapatías.“Lo que pasa es que nos habían dicho que aquí en Guadalajara ya no hay cilindros y pues decidimos venir a ver qué tal nos iba, pero ya nos estamos arrepintiendo porque ya no nos dan permiso de tocar. Fuimos a Tlaquepaque, al centro de Guadalajara, a donde está la Basílica”, explicó Adhair, mientras recargaba el soporte del organillo o cilindro en un árbol.
Dice el compositor veracruzano en su canción dedicada al oficio de organillero, que “ya se va con su tema juguetón: es olvido y es amor, y se aturde todo el barrio y se salta el corazón”Mientras esperaba al alcalde tapatío, quien visitaba la colonia Vallarta San Jorge, Adhair habló con algunas señoras, algunas le pedían tarjetas para contratarlos en fiestas particulares y otras se acercaban con el propósito de escuchar la música del cilindro o contar acerca del sonido que les recordaba sus años de juventud.
El intento de recuperar la tradición que aún perdura en la ciudad de México no rindió los frutos esperados. Adhair aceptará la propuesta del alcalde tapatío: alejarse de la zona atractiva del centro tapatío sólo para poder tocar y recuperar el costo del pasaje para regresar a la ciudad de México.
“Ya no queremos quedarnos aquí, no nos está gustando ya”, señala el organillero defeño. “Ya se va el organillero, nadie sabe a dónde va, dónde guarda su canción”, insiste la letra de la canción de Agustín Lara.
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