¿Qué pedimos a las nuevas administraciones municipales?
“Siempre es momento de hacer lo correcto” Martin Luther King
El pasado domingo 31 de diciembre las administraciones municipales 2006–2009 del estado de Jalisco tomaron posesión y se puede considerar que se abre una nueva etapa de esperanza para los habitantes de nuestros 125 municipios.
La ciudadanía queremos dejar atrás (que no olvidar, porque si olvidamos estamos expuestos a vivir una y mil veces las mismas situaciones) lamentables, amargas e increíbles experiencias de corrupción, ineficiencia, cinismo y arbitrariedad de muchas de las administraciones municipales salientes.
Ante el inicio de actividades de estas administraciones, y conscientes que previamente fueron a solicitar la confianza y el apoyo de sus conciudadanos y a prometerles una y mil cosas para lograr triunfar en los procesos electorales de julio de 2006, lo menos que los ciudadanos debemos exigir a nuestras nuevas autoridades, empezando por los presidentes municipales, es que su trabajo se caracterice por 12 principios.
Una administración municipal responsable: que su poder funcional lo utilicen no para gozarlo, sino para que cada una de las horas que deben trabajar lo hagan incansablemente, enfrentando los mil y un problemas y necesidades de los municipios; que resolver dichos problemas o satisfacer esas necesidades implica vencer inercias, superar intereses de grupos privilegiados (algunos de los cuales incluso los llevaron al triunfo electoral) y/o realizar esfuerzos extraordinarios, situaciones que les generaran inquietudes y ansiedades. No hacerlo consecuentemente los llevara a la mediocridad y serían recordadas sus administraciones sin pena, ni gloria, o incluso serían repudiados posteriormente por sus gobernados.
Una administración municipal inteligente: que sus decisiones estén soportadas debidamente en los hallazgos de las ciencias sociales, de la salud, biológicas, ambientales, económicas, exactas, administrativas y de los avances multi, inter y transdisciplinarios que correspondan y que les asegure certidumbre y éxito en beneficio de los seres humanos, de la sociedad y de la naturaleza y no en decisiones de sentido común y de orientación partidista o grupuscular.
Una administración municipal eficiente: que genere en sus planes y programas municipales resultados positivos, con costos justos y previamente establecidos y en los tiempos requeridos.
Una administración municipal pertinente: que aborde de manera prioritaria y precisa los problemas y las necesidades de los diversos sectores sociales y con la claridad de que se podrán lograr resultados a corto, mediano y largo plazo (aún cuando en algunas ocasiones no les permita lucirse con acciones emprendidas, sino que iniciarán procesos que tal vez durante su administración no se concluyan y que podrán continuar otras administraciones) y no desarrollar obras o acciones accesorias, de relumbrón o de satisfacción narcisista de poca utilidad para la ciudadanía.
Una administración municipal austera: que elimine salarios y prestaciones de primer mundo en municipios de un país en vías de desarrollo, pago de servicios de transporte, telefonía celular, alimentación en restaurantes para atender asuntos que deberían atenderse en sus oficinas, “turismo político”, becas y apoyos, etc. a funcionarios de los primeros niveles, a sus incondicionales o a regidores de partidos de oposición para asegurar sus voluntades políticas. Se trata de que los políticos comprendan que asumir un puesto en la administración municipal no es como sacarse la lotería y que muchos de los gastos que tradicionalmente se les han cubierto a funcionarios municipales deberán cubrirlos con sus recursos como cualquier otro trabajador, más aún cuando sus salarios son tan elevados en comparación con lo que ganan la mayoría de nuestros conciudadanos.
Una administración municipal honesta: que sus decisiones no estén orientadas para beneficiar a tal o cual grupo empresarial, político, familiar, de amistades o a su propia persona que les reditúe en beneficio pecuniario o político que les “asegure su futuro” en la administración pública federal, estatal o municipal. El que desde el principio no permitan y toleren prácticas de corrupción les proporcionará un mayor margen de autoridad moral y política para la toma de decisiones.
Una administración municipal transparente: que les asegure a la comunidad, al resto de funcionarios e incluso a los trabajadores municipales que hay un manejo pulcro de los recursos municipales y de la toma de decisiones.
Una administración municipal solidaria: que es sensible y transformadora de la situación y problemática de los grupos más vulnerables del municipio: adultos mayores, personas con discapacidad, niños, mujeres e indígenas. Que olvide las prácticas asistencialistas e inmediatistas para sacarse la foto y que puedan calificarlos socialmente como “humanistas”. Las personas con situación de vulnerabilidad requieren apoyos y oportunidades, no limosnas, ni caridad.
Una administración municipal tolerante: que privilegie el diálogo con los adversarios políticos, con las personas o grupos sociales organizados que están inconformes o que tienen puntos de vista diferentes y que se entienda que con la discusión respetuosa e inteligente seguramente saldrán opciones y acuerdos que muchas veces se consideran imposibles. Ya Winston Churchill mencionaba “Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar; pero también lo que se requiere para sentarse y escuchar”.
Una administración municipal plural: que lejos de sectarismos o posiciones dogmáticas y eminentemente partidistas, se promueva la reflexión y la participación de las posturas más radicales o contrastantes con las propias. Las posiciones en el organigrama no deben estar dadas como pago por favores políticos, por acuerdos partidistas o por nepotismo o amiguismo. Para ello se debe valorar la capacidad, la formación académico–profesional, la seriedad, la responsabilidad y los proyectos o propuestas de programas de trabajo de las personas que aspiren a tal cual posición, sin importar si provienen de tal o cual partido o, incluso, si no militan en alguno. Lo que es claro es que deben estar los mejores.
Una administración municipal participativa: que reconociendo lo limitado de los recursos municipales, se promueva y se concrete la participación de todos los sectores sociales en el desarrollo de las políticas, planes y programas de trabajo públicas municipales. De esa manera las organizaciones vecinales, los colegios de profesionistas, las universidades, los sindicatos, las asociaciones civiles, etc. se corresponsabilizarán y podrán aportar sus ideas, recursos, trabajo, etc. para lograr resultados más exitosos, más amplios y más duraderos.
Una administración municipal defensora de los derechos humanos: que promueva y trabaje para el ejercicio pleno de los derechos universales e inalienables de las personas, reconocidos a nivel internacional y consagrados totalmente por nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Ser presidente municipal, regidor o funcionario municipal no es señal de distinción o de supremacía, sino que lo convierte en un humilde servidor de sus conciudadanos. La Madre Teresa de Calcuta, mujer inolvidable y ejemplar, nos sentenciaba “El que no vive para servir, no sirve para vivir”. ¿O tú qué opinas?
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