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jueves, enero 04, 2007

Opinión - Carlos Gonzalez Garcia

Los pueblos zapatistas: una esperanza frente a la devastación neoliberal

La Jornada Jalisco - 04/01/07

Los pasados días 30 y 31 de diciembre y primero y 2 de enero tuvo lugar en el municipio autónomo zapatista de Oventic, Chiapas, el Encuentro de los Pueblos Zapatistas con los Pueblos del Mundo, organizado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en el marco de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y la denominada Sexta Internacional –correlato de la Otra Campaña a nivel mundial.

En dicho encuentro los pueblos indígenas zapatistas, en voz de las autoridades civiles y educativas que integran las juntas de buen gobierno zapatistas y los concejos correspondientes a los municipios autónomos, explicaron los sorprendentes logros que han alcanzado en los últimos trece años en materia de gobierno y autonomía, educación, salud, mujeres, comercio, comunicación y control territorial, sin recursos del gobierno y en un clima de permanente hostigamiento político y militar.

Una tras otra se sucedieron las intervenciones de los zapatistas explicando el funcionamiento de los gobiernos locales, municipales y regionales autónomos, mismos que se apoyan en los principios de “mandar obedeciendo” y “servir y no servirse”.

Asimismo, azorados asistentes de todo México y de 47 países pudimos conocer los avances de los pueblos zapatistas en lo que se refiere a educación y salud, rubros en los cuales existe una cobertura de 100 por ciento dentro de las comunidades indígenas adheridas al zapatismo. La cifra antes indicada exhibe tanto la importancia de la rebelión estallada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) justo hace trece años, como el profundo carácter racista y oligárquico del Estado mexicano que fue, es y seguirá siendo incapaz de atender los problemas fundamentales de nuestros pueblos indígenas.

Mujeres zapatistas dieron a conocer la situación de su género en las comunidades indígenas, haciendo hincapié en la igualdad de oportunidades que la mujer tiene frente al hombre y en el respeto que existe hacia sus derechos y dignidad como no ocurre en otras partes de nuestra sociedad.

Si observamos la experiencia zapatista, desarrollada a partir de la organización propia y la solidaridad de la sociedad civil nacional e internacional para con los pueblos indígenas de Chiapas, ésta resulta crudamente contrastante con la pobreza y olvido en que viven los pueblos indígenas del resto del país.

Para no ir tan lejos basta con mirar al interior de nuestro estado y ver como subsisten en condiciones de gran penuria las comunidades indígenas wixáritari, nahuas, cocas y migrantes. Elementos comunes a todas estas comunidades son la carencia y la mala calidad en los servicios de salud y educativos, así como el bajo ingreso familiar, la pésima alimentación, la súper explotación de la fuerza de trabajo agrícola y su constante expulsión a las grandes ciudades o a los Estados Unidos.

A los elementos arriba señalados es importante agregar la falta de reconocimiento de los derechos fundamentales de los pueblos indígenas del país y del estado, las limitaciones que las instituciones y los poderes fácticos han impuesto y siguen imponiendo en el ejercicio de la autonomía y los derechos territoriales indígenas, así como la existencia de una clase política sorda y ciega que no tiene interés en atender los problemas fundamentales de la población indígena y de los millones de pobres que habitan México.

Tanto los huicholes que habitan en el norte de Jalisco, como los nahuas del sur, han sufrido a lo largo de los años toda suerte de atracos y despojos de sus territorios que hoy están más vivos que nunca; especialmente las comunidades nahuas de la Sierra de Manantlán y Tuxpan fueron anteriormente despojadas de una porción sustancial de las tierras que históricamente les han pertenecido y actualmente viven en muy difíciles condiciones que agravan su situación de pobreza y marginación.

Frente al ejemplo zapatista y los destacados logros alcanzados por los municipios autónomos y las juntas de buen gobierno, los pueblos indios de Jalisco y del resto del país tendrán que acrecentar fuerzas para consolidar la organización propia y la autonomía, pues, todo indica que del capitalismo y sus instituciones los indígenas no podemos esperar mucho.

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