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viernes, agosto 03, 2007

ANALISIS.- GERMAN ROBLES

03 de agosto de 2007

Germán Robles

La Regresión

El estado mexicano ha mermado en el equilibrio entre los sectores de clase antagónicos, si bien siempre había sido un estado en defensa del orden burgués contaba también con un carácter de bonapartismo proletario que favorecía las demandas sociales, el desarrollismo y el estado de bienestar, todas ellas condiciones históricas del populismo mexicano que tuvo un enorme empuje entre los periodos de Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas.

Si bien ese estado que fortaleció al régimen priísta –uno de los regimenes autoritarios más exitosos del siglo XX- tenía un carácter populista, cuyos alcances circunstanciales no sólo legitimaban al sistema capitalista, es decir no modificaban la estructura de producción, también es cierto que ergo, -producto de dicha contradicción- ese estado de bienestar duraba tanto lo que duraban los caudillos. Es así como con el tiempo el nacionalismo revolucionario llegaría a su fatal y ponderable colapso, ese nacionalismo que nació con la tercera república, es decir con la revuelta armada de 1910 alcanzaría hasta 1982 con la presidencia de López Portillo quién sería el último presidente de la revolución mexicana, ahí formalmente murió la revolución, aunque hay razones para situar dicha defunción desde mediados de los sesenta, con la caída del plan gubernamental de la sustitución de importaciones, pasando por la matanza del 2 de octubre del 68 y el proceso subsiguiente del Halconazo y la guerra sucia. La bonanza mediadora entre la estructura de producción capitalista y las clases populares había tronado, la democracia nunca había existido, pero no fue hasta este periodo cuando el pueblo se dio cuenta de que precisaba de un instrumento con el cuál no contaba: la democracia (ídem).

¿Pero que existe entre un periodo de decadencia y muerte de un partido-estado revolucionario y el momento actual?, un limbo revolucionario, un ínterin bastante prolongado de casi treinta años que ha sido colmado por una casta maldita de sólo retórica neoliberal, ellos son los tecnócratas, los cuales han hecho extensiva la agonía de un régimen político que demostró su fracaso, pues si bien creo las instituciones de derechos sociales, estas en la actualidad se encuentran de facto abolidas pues no funcionan en medida a las demandas sociales, han producido más de 60 millones de pobres y solapado que una decena de hombres mezan –y mal- los destinos de todo un país.

La revolución de 1910 era la reivindicación de nuestra independencia, nos acercamos al bicentenario de esta gesta y al centenario del movimiento encabezado por Madero, Villa y Zapata. Al final no hemos aprendido de nuestra historia, y actualmente en lugar de tener partidos que promulguen y dignifiquen el concepto de lucha de clases, estos han optado por posiciones cómodas, de centro izquierda que no solamente están destinadas al fracaso sino además les ha sido cerrada la lucha democrática por el poder, así también el instrumental de la política, el poder presidencial. A esta entidad denominada PRD le han pasado por encima dos fraudes electorales en procesos donde tenían la de ganar, y aún en el caso del golpe de estado del 2006 consumado por el fallo de un falso tribunal, no han sido razón suficiente para frenar esa tendencia pragmática y populista que lo coloca de nuevo en la necesidad de legitimar y pactar con un gobierno espurio a fin de sobrevivir políticamente en un agotado y mezquino sistema de partidos.

La reacción había ya mostrado sus armas cuando el nacionalismo revolucionario asumía con Lázaro Cárdenas todo su potencial hacia finales de los años 30, -digamos su etapa más madura- con el plan de la reforma agraria; fue cuando las fuerzas de derecha intervinieron para proteger sus terruños y privilegios, vino la movilización y desde entonces se ha mantenido una lucha en espera de que el estado revolucionario colapse por completo y ese tiempo ya se dió; sin embargo faltaba abolir el último reducto de un sistema presidencialista fuerte que se hallaba en un punto terminal; la agonía fue extendida de forma artificial por Salinas de Gortari-quién otorgo personalidad jurídica a la iglesia en una reforma constitucional- y Ernesto Zedillo. Fue el poder real del estado, el stablishment mexicano que había decidido dar golpe de timón en el poder político y así es como se creo una supuesta alternancia; en realidad nunca existió la anterior, tampoco hubo transición, ni mucho menos paso a la democracia; el PRI nunca dejo el poder sólo lo compartió en un híbrido parlamentario electoral: el denominado PRIAN, que no es más que el último depositario de las políticas neoliberales y de explotación nacional y dueño de un viejo régimen político que aún sin todo su instrumental sigue siendo fuerte, pero un cascajo, uno fuerte, pero cascajo al fin. Este binomio de derecha no es más que un pacto de mutua protección entre las cúpulas del poder político, un quid pro quo para sostener a una clase privilegiada, ocultar la corrupción de ambas partes y desarrollar un orden económico conveniente al capital financiero internacional y los intereses de EE.UU.

De ahí que las instituciones conservadoras se han dado a la tarea de desmantelar al estado, y aprovechan los momentos de mayor debilidad de quiénes lo sustentan; de ahí que en el punto más débil del gobierno de Fox, el consorcio Televisa haya impuesto una nueva ley de telecomunicaciones a su modo, que el poder financiero haya logrado un crecimiento descomunal y el sector empresarial haya logrado más privatizaciones y la cuasi subastación del país.

Es cuando también la iglesia católica ve la oportunidad de buscar la reacción que logre la recuperación de su enorme poder y bienes, de un estado inquisidor vía retroceso histórico de más de 150 años que nos situé tiempo atrás a la guerra de reforma de Juárez; de ahí también que la iglesia guarde silencio ante la represión y la injusticia social que recrudecen día a día en Oaxaca, tierra de donde fue originario Juárez, para la iglesia eso tiene un enorme simbolismo y es a partir de Oaxaca donde pretende recuperar sus antiguos privilegios. La iglesia al ver un estado sumamente débil y un gobierno usurpador y antipopular controlado por el Stablishment económico sabe del momento para gestionar reformas constitucionales a fin de destruir el carácter laico de la educación y la pretensión de recibir de nuevo impuestos, lo que históricamente se conoce como el diezmo. No podemos obviar que el capital extranjero español a través de la reprivatización de la banca en México está logrando la reconquista económica del país.

Ha llegado el tiempo histórico de la regresión en México al menos de que se construyan los espacios para una nueva revolución social, y así mismo se reintegre la izquierda a sus causas históricas y principios sociales con un programa de reconocimiento de luchas de clases y una visión de progreso tras-generacional que supere las aberraciones del marxismo tales como pragmatismo y el populismo, así como los vicios históricos de la izquierda tales como el voluntarismo, el caudillismo, el culto a la personalidad, así como la intolerancia.

La regresión está frente a nosotros y lo hace en los campos económicos, espirituales, democráticos, en materia de libertades, sindicalismo, libre asociación; día a día se está aboliendo el capital de la revolución mexicana y desmantelando de facto las instituciones públicas cuyos orígenes se remontan a la lucha histórica, al fuego y sangre de quienes murieron por nuestra libertad y justicia que hoy son letra muerta. Pero lo difícil está por venir pues en materia política estamos viviendo un retroceso mayor, con un presi-dente que legitima y protege ante todo la propiedad privada y su orden jurídico así como el régimen de producción que hoy se sienten amenazados y han dejado de lado las sutilezas represivas, la manipulación ideológica ya no es suficiente y hay que volcar la violencia “legítima” del estado de nuevo a las calles y eliminar así la legitima protesta social.

Desde que asumió el poder Calderón abandonó a su base electoral, circunstancial y amorfa producto de una guerra mediática fascista en contra de “un peligro para México” y ha asumido un bonapartismo burgués justo cuando el régimen político y el sistema entran en total decadencia. Es cuando asume una “razón de estado” y todos los eufemismos posibles a fin de salvaguardar a la clase dominante; así pues la pretensión del poder político en manos de las oligarquías nacionales y extranjeras es aplicar la ley a rajatabla cerrando los canales de la política, abriendo de manera ilegal el paso de las FF.AA. a tareas fuera del orden constitucional.

Su tarea es para que tomen las calles creando de facto estados de excepción nulificando la práctica parlamentaria, de nuevo tenemos a presos políticos y desaparecidos retornando a la denominada guerra sucia y a las abominables prácticas –que creíamos desterradas- que se dieron entre los años 70 al 80 que nulificaron las garantías individuales, asesinaron a luchadores sociales y victimaron los derechos humanos, de nuevo el aparato represivo del estado, policía y ejercito se ponen por encima de la sociedad por una supuesta legitimidad o causa mayor que es proteger al país de la delincuencia organizada, el narcotráfico y el terrorismo (¡dixit!). Empero esas prácticas son solapadas por el gobierno pues este es parte de ellas (ídem), en el fondo el objetivo es primordialmente la disidencia, las organizaciones civiles y el descontento social. Los Pinos será el monitor de los movimientos sociales haciendo el trabajo sucio de Washington quién gracias a la captura de Ye Gon en su país, es como hoy el gobierno de EE.UU. tiene bajo su control la geopolítica presidencial de México dado el enorme caudal de información que ya tiene de las rutas del narcotráfico como de la red de corrupción a gran escala del gobierno.

El mantenimiento del orden constitucional es una batalla que se está perdiendo; en nombre de las libertades y la democracia se están cometiendo atropellos en contra de la sociedad y la democracia (ídem). Vivimos tiempos muy difíciles, y la reacción está en todos los campos, lo peor es que aún en el lado político, la izquierda político- electorera forma parte en la práctica de esa regresión, y el resto de las izquierdas se hayan desarticuladas y sus frentes son muy débiles frente a un aparato represivo e ideológico que los aplasta en franca superioridad. La historia es como un péndulo y no se equivoca, es tiempo de revolucionar en todos los campos de batalla de la lucha social o estaremos muy pronto condenados a repetirla, estamos inmersos en un fenómeno reaccionario silencioso y aparentemente sutil que amenaza con exterminar nuestra conciencia y la vida que nos depararon nuestros héroes. Hoy por lo pronto, el estado de derecho y la soberanía están en un estadio de emergencia: la regresión está ganado la batalla y el tiempo sigue su marcha.



analista político

roblesg2@gmail.com

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