La Maquina
La Jornada Jalisco - 06/01/07
Se dice que quienes aborrecen la muerte vulgar luchan ante su propio miedo de animales a corto plazo, pero humanidad al cabo, con la descendencia que recorre lo que llega y lo que alcanza. Civilización que contempla las reglas del presente como un ajuste al futuro, padre bondadoso y padre iracundo al mismo tiempo, que si bien la prolongación de la vida es una herencia de los que lucharon, la prolongación de la pena perpetua ratifica la muerte por una decisión del poder y de la voluntad del Estado, por lo que es un criterio voraz.
¿Hambre? La pedrada, su caída de muerte arrojada. Muerte social asistida de primer grado; una lapidación hacia el pecador, el criminal, el loco, el andrajoso, el huidizo, el matón, la rata, los vagos, los críticos, los revoltosos. Una pedrada a la mujer en carne de Magdalena, pero que siempre es un ajusticiamiento contra mujeres. Una mano que tira la piedra y no ve la paja en el ojo ajeno, una piedra que se convierte en proyectil y en segundos llueve, muere, confiesa que has vivido, en un recordatorio veloz que sólo la pedrada avisa.
Espada contra espada, el duelo en su sentido básico para el goce de la guerra, es una defensa de quien mejor ataca: su caballo con todos los bríos de montar sustos. El combate hombre a hombre recuerda al guerrero su condición de acróbata, que en su mejor esfuerzo lo salva de un portón dentro de ruedo del circo. La muerte, entonces, representa el espectáculo para ver las habilidades del hombre ante la resignación de su causa, que es el sacrificio de unos ante la complacencia mórbida, brutal, de una muchedumbre civil pero servil.
Ahorcamiento por una cuerda que contiene fibras vegetales. Una planta que se cuelga del pescuezo con el sentido de liana justiciera. Un sentido grave, pues se señala quién pierde y quién jala. La soga, tirante, es nudo de presión a costa del peso corporal. Romántico del viejo oeste, que tiene la dignidad del combatiente rural y como un campesino levantisco, el pobre que decide luchar por su dignidad. Horca como un abraso, y para que todo quede en familia, un árbol: fuerte, grandote, con ramas vigorosas. Después, el piso pierde terreno.
De cuántas balas se puede morir que se requiere la del tiro de gracia: de nada. Un fusilamiento para que todo quede aclarado, en su decisión del triunfador y vengador. Muerte de uno por la relación de varios tiradores, contemplando a la víctima con su cuerpo indemne, material, cual una carne blanda que no resiste el empuje de la bala de tan pequeña y peliaguda. Pena de los militares o de guerrilleros, que tiene algo de gloria y grandeza, pues con el ejemplo de poner el pecho y señalar el corazón, la muerte se honra.
Dentro del programa de la revolución francesa, la ciencia y el progreso anuncian al respetable que se ha inventado una muerte rápida y eficaz, una muerte limpia y fría. Con ustedes, la cuchilla que cae, cual pesada es, sobre un cuello a modo de corte, un cuello a flor de piel. Y en adelante, la cabeza por unos segundos contempla a su propio cuerpo con un cogote de cuello rojo, percibe las miradas cristalinas y escucha los gritos de la manifestación pública. Justicia y revancha, la guillotina termina con la voz del amo.
Se recuerda que una sobrecarga fue la manera de inventar el Siglo de las Luces. El anuncio de los Estados Unidos como potencia instituye la muerte por silla eléctrica. Y fue Edison, con su proyecto frustrado de la corriente directa, que facilita la consideración de una silla como el ejemplo de una sociedad afianzada, que se permite el derecho de ajusticiar bajo criterios morales y prácticas políticas. Posteriormente, la silla se convierte en cama y la electricidad se cambia por una inyección letal, un veneno para ahogarse en sueño.
Una llave con su cometido de esfínter conduce el gas que anuncia una muerte colectiva, pero controlada. Metódicos, tacaños en su dosificación, la Alemania nazi aporta una crueldad extra: la humillación póstuma, su cadáver en fosa común, sino convertido en jabón o piel curtida. La deshonra extrema de una raza que se cree superior contra otra, igualmente encerrada y ventajosa. Muy científica, muy eficiente, pero muy cruel, como todas las muertes de Estado y de aquellas asombrosas, pero realmente prácticas. Púdrete.
Hombres lobo, hombres necios, enamorados hasta la ridiculez de sus vástagos, ensoberbecidos por su herramienta rupestre. Considerando que todos somos tierra, composta de un jardín que aún debemos, una manifestación súbita nadie la decide. Con un poco de tiempo y jardinería, se remota el vuelo, ardiendo con una flama caprichosa, anunciando el tormento y el sustento. La garantía de la civilización recupera los conocimientos para apostar a que la eternidad no tarda. Saben que el mensaje es obra.
Pueden seguir llamando a que los mexicanos avienten el aguinaldo por delante, esperando a reyes, fabricando roscas, anunciando tamales, etiquetando juguetes, que todo es un espectáculo para festejar y que no te olvides que el que paga, manda, aparentando que la película es una secuela de emociones fuertes y palomitas. Quédense quietos ante las cucarachas viajeras, quédense contentos de que la delincuencia organizada ya no se ponga rijosa, si bien con el pendiente de la autenticidad de la violencia, y luego hablamos.
Comparando y miando, para no hacer charcos, el caminante conoce de paisajes, que si preguntamos cuántos kilómetros faltan, luego se hace tarde. Los perros ladran, antes que las luces puedan hablarnos de una posada en donde por un abrir y cerrar de ojos podamos descansar. Un café, la radio, la mañana que se parece a un pájaro de alimento raudo, así nos levantamos con la noticia de que subió el precio del transporte. Subieron la leche, subieron la gasolina, subieron el cigarro. Cuesta de enero entender cómo es que subieron el PAN.
Para que se tenga por un hecho que al conquistar la presencia de la tecnología se puede garantizar el precepto de la vida, al modo de un disfrute y como sinónimo de permanencia, ahora vemos a un obeso que adelgaza, una leucemia que cura, una mano que se restablece, una madre a los 67 años, un niño de siempre, y que el ciego ve. Milagros que deben de ser conquistas ahora sí democráticas, sin derechos de autor y sin las canonjías de las empresas hacia los gobiernos y demás ladrones. Izquierdos de autor.
El mensaje a la condición de un código abierto ya se prueba en varios proyectos de la comunicación, avizorando el territorio futuro de la información y de los eminentes desplazamientos del poder, que bien pueden considerarse una verdadera revolución. En Internet, una enciclopedia hecha por la gente. Igual que un sitio para el video, donde se presenta lo real y colectivo, lo popular. En la educación, la emergencia de proyectos independientes, no gubernamentales, en aras de formar individuos críticos y superados.
Informan que los teléfonos celulares y su triple play desplazan a las líneas telefónicas convencionales. Cable o satélite, el asunto se debate en la tecnología de la banda ancha, por la cual se transmite el mayor número de información en el menor tiempo posible. Costo para que se pongan los gobiernos a trabajar, el paradigma del siglo XXI representa involucrarse en tecnologías de la información, de la salud, de la alimentación y de las energías alternativas, pues el asunto del petróleo, con todo su bagaje ideológico, anuncia caos.
Anímate a ser el que siempre quisiste. Y sin que nadie tome en cuenta que los vicios son sospechosos de mala educación, se propone que los mensajeros tomen la ruta de la locura, arteros cuatreros de la información, infieles y conspicuos amigos que, ante los avatares del destino, toman la delantera o se quedan azorrillados. Un “dos por tres” a que el neoliberalismo se quema sin destruir amarras, Un pacto de caballeros (las damas por delante) de que somos el luchador de la montaña sagrada, una caída al futuro, ¡cúratela!
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