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martes, marzo 10, 2015
Un científico mexicano patenta en Rusia una batería con carga infinita
Un científico mexicano ha elaborado una batería 'infinita' capaz de generar electricidad a partir del agua y la melanina y ha conseguido patentarla en Rusia.
Arturo Solís Herrera, científico mexicano, empezó sus experimentos con la investigación de una molécula que existe en la piel, el cabello y el recubrimiento de la retina humana, informan medios locales.
Descubrió que esta molécula, la melanina, que se puede producir artificialmente, rompe la molécula del agua, separando el oxígeno y el hidrógeno, extrayendo de este modo energía. Además, probó que esta molécula puede unir el hidrógeno y el oxígeno, para que nuevamente se constituyan como agua, liberando una nueva carga de energía. De este modo el ciclo se puede repetir una cantidad incalculable de ocasiones, rompiendo y uniendo la molécula en un proceso que libera energía.
Solís Herrera ha llamado a su descubrimiento Bat-Gen, porque funciona al mismo tiempo como una batería recargable y como un generador continuo de energía.
El científico pasó cuatro años buscando una patente y la recibió finalmente del Gobierno ruso. Esta patente reconoce la existencia de la 'fotosíntesis humana'. Solís Herrera añade que el documento otorgado certifica que el descubrimiento fue hecho en México.
::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Lic. Andrés Manuel López Obrador y a Morena este 2015::
miércoles, julio 02, 2014
¡Gacha nuestra calaca!
¡Gacha nuestra calaca!
Profunda descomposición moral impera en el presente mexicano. El agandalle desde el poder se ha convertido en norma. La poderosa fuerza del sistema avasalla voluntades, cooptándolas, domesticándolas o reprimiéndolas. A partir de la imposición de Felipe Calderón, los mexicanos atestiguamos el advenimiento de un país que no podía ser. El imperio de la violencia, nos mostró el rostro de un país bárbaro y absurdo. La elección con la que el PRI compró su retorno, evidenció la inmensa indignidad de una enorme masa de ciudadanos que por miseria, económica o moral, vendieron su voto al peor y único postor. Quienes de buena fe votaron por el tiranosaurio con la esperanza de que las cosas se normalizarían, seguramente ya se dieron cuenta de su ingenuidad.
Sería un consuelo afirmar que el país está estancado y no se mueve ni para atrás ni para adelante. La violencia aún ensangrienta y enluta al país, las reformas estructurales que puntualmente instrumentan el PRI y sus aliados (la derecha que no teme decir su nombre y la que simula ser izquierda), han embarcado a México en un proceso regresivo que golpea y golpea la educación laica y gratuita, los derechos laborales, el derecho a manifestarse y protestar, el derecho a la verdad que nos deben funcionarios y medios de comunicación, el derecho a disfrutar de nuestros recursos naturales, que ahora con el mayor cinismo son entregados al gran capital que gobierna al planeta.
La realidad que padecemos es imposible. Avanzamos de forma tan incierta como los niños migrantes que se dirigen al norte. O tan estúpidamente como quien nomás porque sí, se lanza al mar desde la cubierta de un crucero. ¿Y la clase política? ¡Bien gracias! Su accionar respecto a la patria puede ejemplificarse con la bárbara, irracional, imperdonable felonía que un par de ex-asambleístas del PAN y sus cuates realizaron tras la eliminación de la selección nacional del mundial de futbol, propinando abusivos tocamientos a una chica brasileña y golpeando después a su acompañante. Los rufianes fueron detenidos y podrían ser condenados, de dos a ocho años de prisión, por la justicia brasileña. Acá, sus pares gozan de total impunidad y, sin el menor recato, siguen metiendo mano a una patria exhausta, y pasando por encima de quien se les ponga enfrente. ¡Gacha nuestra calaca!
@Vegdelanoche
Nota editorial leída el 1° de julio de 2014 en #LosAtractivosDeLaNoche, programa de radioamlo.org, que se transmite los miércoles de diez de la noche a una de la mañana.
Sería un consuelo afirmar que el país está estancado y no se mueve ni para atrás ni para adelante. La violencia aún ensangrienta y enluta al país, las reformas estructurales que puntualmente instrumentan el PRI y sus aliados (la derecha que no teme decir su nombre y la que simula ser izquierda), han embarcado a México en un proceso regresivo que golpea y golpea la educación laica y gratuita, los derechos laborales, el derecho a manifestarse y protestar, el derecho a la verdad que nos deben funcionarios y medios de comunicación, el derecho a disfrutar de nuestros recursos naturales, que ahora con el mayor cinismo son entregados al gran capital que gobierna al planeta.
La realidad que padecemos es imposible. Avanzamos de forma tan incierta como los niños migrantes que se dirigen al norte. O tan estúpidamente como quien nomás porque sí, se lanza al mar desde la cubierta de un crucero. ¿Y la clase política? ¡Bien gracias! Su accionar respecto a la patria puede ejemplificarse con la bárbara, irracional, imperdonable felonía que un par de ex-asambleístas del PAN y sus cuates realizaron tras la eliminación de la selección nacional del mundial de futbol, propinando abusivos tocamientos a una chica brasileña y golpeando después a su acompañante. Los rufianes fueron detenidos y podrían ser condenados, de dos a ocho años de prisión, por la justicia brasileña. Acá, sus pares gozan de total impunidad y, sin el menor recato, siguen metiendo mano a una patria exhausta, y pasando por encima de quien se les ponga enfrente. ¡Gacha nuestra calaca!
@Vegdelanoche
Nota editorial leída el 1° de julio de 2014 en #LosAtractivosDeLaNoche, programa de radioamlo.org, que se transmite los miércoles de diez de la noche a una de la mañana.
::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Lic. Andrés Manuel López Obrador en 2012::
lunes, diciembre 09, 2013
DEL BLOG DE NETZA
DESOBEDICENCIA CIVIL ES EL CAMINO.
Por: Netzahualcóyotl Zaragoza Jiménez.
El fin de semana que recién acaba de pasar nos visitó en Guadalajara Gerardo Fernández Noroña, quien vino a presentar un libro editado por su propia mano ("Editorial Noroña") en la Feria Internacional del Libro, y que también presentó en "MORENA NUEVA PATRIA" de Av. Niños Héroes (el sábado 7 de Diciembre, a las 7:00 PM), y en la Plaza de Armas (el domingo 8 de Diciembre, a las 5:30 PM).
La historia de este libro y su edición por parte de "EDITORIAL NOROÑA" es singular, y de hecho retrata perfectamente a Fernández Noroña y su aguda convicción y perspicacia: hace unos meses llegó a sus manos un pequeño libro de escasas 60 páginas, pero de mucha importancia para los momentos que vive el país. Este libro se llama "¿QUÉ ES LA DESOBEDIEMCIA CIVIL?", fue escrito por el epañol Cive Pérez y en él se plantea en pocas palabras la justificación, fundamentos, perspectivas y desarrollo histórico de la desobediencia civil al servicio de las sociedades en sus procesos democratizantes.
Pues bien, una vez leído el libro, lo primero que hizo Gerardo fue localizar el teléfono del autor español, y una vez que lo consiguió entabló el siguiente diálogo:
- ¿Hablo con el Señor Cive Pérez, el autor del libro "Qué es la Desobediencia Civil"?
- En efecto, soy Cive Pérez, el autor de ese libro.
- Pues quiero decirle, Cive, que en estos momentos, para México, mi país, su libro es muy, pero muy importante. Estamos pasando desaforunadamente por acá momentos muy duros, definitivos. El gobierno de derecha que usurpó de nuevo el poder en México, pretende ahora rematar a los extrajeros el petróleo, y la única alternativa que nos deja es precisamente la Desobediencia Civil. ¿Me escucha?
- Si, lo escucho. Continúe.
- Y creo que es fundamental que la mayor parte de la gente sepa del contenido de su libro; que conozca lo qué es la desobediencia civil, tal como usted la plantea. Solo que hay un problema, o más bien dicho dos: su libro es importado y, por tanto, es muy caro. Y además no hay ejemplares suficientes para los fines que lo quiero utilizar. Así que, siguiendo lo que enseña el propio libro, le comunico que mi primer acto de desobedicencia civil va a ser imprimir su libro acá en México, por mi cuenta, sin los costos de derechos de autor.
- No me haga eso.
- En verdad no tengo alternativa. Es un documento que deben conocer mis compatriotas, pero no tenemos dinero. Pretendo editarlo en papel reciclado y que su costo sea de $ 30.00 mexicanos. De otra forma su costo sería de más de $ 100.00 (que fue lo que yo pagué), y además no hay ejemplares suficientes.
- Bueno, le doy mi autorización, solo que le pido una cosa: no le cambie en absoluto el texto.
- Claro que no. Solo le añadiré una cuartilla de un pensador francés del siglo XVIII llamado Ettiene de la Boétie.
- Está bien, le doy mi autorización y la de la editorial española "EL VIEJO TOPO".
Y así fue como Noroña lo editó, con 1,000 ejemplares que ya casi se le agotan, por lo que irá en breve para una segunda edición.
Mientras eso sucede -la segunda edición del libro, atiendo yo puntualmente a la recomedación de Noroña de copiarlo, duplicarlo, difundirlo, con la única recomendación de respetar íntegramente su contenido.
Así que a continuación les pongo el libro entero, para que le den COPY-PASTE y lo tengan para leerlo y difundirlo lo más que se pueda...
-.-.-.-.-.-.-.-.
::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Lic. Andrés Manuel López Obrador en 2012::
Por: Netzahualcóyotl Zaragoza Jiménez.
El fin de semana que recién acaba de pasar nos visitó en Guadalajara Gerardo Fernández Noroña, quien vino a presentar un libro editado por su propia mano ("Editorial Noroña") en la Feria Internacional del Libro, y que también presentó en "MORENA NUEVA PATRIA" de Av. Niños Héroes (el sábado 7 de Diciembre, a las 7:00 PM), y en la Plaza de Armas (el domingo 8 de Diciembre, a las 5:30 PM).
La historia de este libro y su edición por parte de "EDITORIAL NOROÑA" es singular, y de hecho retrata perfectamente a Fernández Noroña y su aguda convicción y perspicacia: hace unos meses llegó a sus manos un pequeño libro de escasas 60 páginas, pero de mucha importancia para los momentos que vive el país. Este libro se llama "¿QUÉ ES LA DESOBEDIEMCIA CIVIL?", fue escrito por el epañol Cive Pérez y en él se plantea en pocas palabras la justificación, fundamentos, perspectivas y desarrollo histórico de la desobediencia civil al servicio de las sociedades en sus procesos democratizantes.
Pues bien, una vez leído el libro, lo primero que hizo Gerardo fue localizar el teléfono del autor español, y una vez que lo consiguió entabló el siguiente diálogo:
- ¿Hablo con el Señor Cive Pérez, el autor del libro "Qué es la Desobediencia Civil"?
- En efecto, soy Cive Pérez, el autor de ese libro.
- Pues quiero decirle, Cive, que en estos momentos, para México, mi país, su libro es muy, pero muy importante. Estamos pasando desaforunadamente por acá momentos muy duros, definitivos. El gobierno de derecha que usurpó de nuevo el poder en México, pretende ahora rematar a los extrajeros el petróleo, y la única alternativa que nos deja es precisamente la Desobediencia Civil. ¿Me escucha?
- Si, lo escucho. Continúe.
- Y creo que es fundamental que la mayor parte de la gente sepa del contenido de su libro; que conozca lo qué es la desobediencia civil, tal como usted la plantea. Solo que hay un problema, o más bien dicho dos: su libro es importado y, por tanto, es muy caro. Y además no hay ejemplares suficientes para los fines que lo quiero utilizar. Así que, siguiendo lo que enseña el propio libro, le comunico que mi primer acto de desobedicencia civil va a ser imprimir su libro acá en México, por mi cuenta, sin los costos de derechos de autor.
- No me haga eso.
- En verdad no tengo alternativa. Es un documento que deben conocer mis compatriotas, pero no tenemos dinero. Pretendo editarlo en papel reciclado y que su costo sea de $ 30.00 mexicanos. De otra forma su costo sería de más de $ 100.00 (que fue lo que yo pagué), y además no hay ejemplares suficientes.
- Bueno, le doy mi autorización, solo que le pido una cosa: no le cambie en absoluto el texto.
- Claro que no. Solo le añadiré una cuartilla de un pensador francés del siglo XVIII llamado Ettiene de la Boétie.
- Está bien, le doy mi autorización y la de la editorial española "EL VIEJO TOPO".
Y así fue como Noroña lo editó, con 1,000 ejemplares que ya casi se le agotan, por lo que irá en breve para una segunda edición.
Mientras eso sucede -la segunda edición del libro, atiendo yo puntualmente a la recomedación de Noroña de copiarlo, duplicarlo, difundirlo, con la única recomendación de respetar íntegramente su contenido.
Así que a continuación les pongo el libro entero, para que le den COPY-PASTE y lo tengan para leerlo y difundirlo lo más que se pueda...
-.-.-.-.-.-.-.-.
¿Qué es la DEOBEDIENCIA CIVIL?
Por CIVE PEREZ.
El Viejo Topo
Un pueblo se esclaviza, se
degüella a sí mismo cuando, ante la opción de ser vasallo u hombre libre,
deserta de sus libertades y se unge al yugo, consiente su propia miseria o,
cabría decir, parece darle la bienvenida. Si al pueblo no le costara nada
recuperar su libertad, no instaría a la acción con tal fin, aunque no hay nada
que un humano debiera tener en más alta estima que la restauración de sus
propios derechos naturales. Dejar de ser una bestia de carga para convertirse
en un hombre de nuevo, por así decir. No pido tanta audacia, allá prefiera la
dudosa seguridad de vivir en la miseria a la incierta esperanza de vivir como
desee.
Aquel que sí ejerce su
dominio sobre vosotros tiene sólo dos ojos, sólo dos manos, sólo un cuerpo,
nada más que lo que posee el último del infinito número de hombres que habitan
en vuestras ciudades. De hecho, no tienen nada más que el poder que vosotros
mismos le conferís para destruiros. ¿De dónde ha sacado suficientes ojos para
espiaros, si no le proveéis de ellos vosotros mismos? ¿Cómo puede tener tantos
brazos para apalearos, si no los toma prestados de entre vosotros? Los pies que
aplastan vuestras ciudades, ¿de dónde salen, si no es entre vosotros? ¿Cómo
puede tener poder sobre vosotros, sino porque vosotros se lo otorgáis? ¿Cuándo
iba a osar atacaros, si no contara con vuestra colaboración? ¿Qué podría hacer
sin vuestra convivencia con el ladrón que os saquea, si no fuereis cómplice del
asesino que os mata, si no fuerais traidores a vosotros mismos?
De todas estas
indignidades, que ni las propias bestias del campo tolerarían, podéis libraros
si lo intentáis, no mediante la acción sino meramente con el deseo de ser
libres.
Resolveos a no servir más
y seréis libres al instante. No os pido que pongáis las manos sobre el tirano
para derribarlo, sino simplemente que dejéis de sustentarle. Entonces lo
veréis, como un gran coloso al que retiran su pedestal, caer de sus propias
alturas y hacerse pedazos.
Discurso sobre la Servidumbre Voluntaria.
Étienne De la Boétie.
____________________
Introducción
Un mito consustancial a la cultura
judeocristiana relata cómo Adán y Eva, la primera pareja humana, perdió el privilegio
de vivir en el paraíso terrenal como castigo divino por su desobediencia a la
prohibición de comer el fruto de uno de los árboles del Edén. Desde el Génesis
hasta hoy, los rectores de la sociedad se han esforzado en reprimir ese impulso
natural, anclado en lo más profundo del alma humana, que mueve a mostrar
resistencia a la aceptación de las normas dictadas por la autoridad.
Sacerdotes, políticos y economistas predican las ventajas prácticas de la
obediencia y amenazan con toda suerte de castigos -terrenales o en el más allá-
a quien se atreva a desobedecer el Orden Establecido. "No hay
alternativa", dice el lema de los predicadores que invitan a la sumisión
al poder.
El psicólogo social Erich Fromm considera
la desobediencia como el germen de la evolución: la historia humana comenzó con
un acto de desobediencia, y no es improbable que termine por un acto de
obediencia, dice aludiendo a la posibilidad de un holocausto nuclear. Para
Fromm, el arquetipo de la desobediencia se halla representado asimismo en la mitología
griega a través del mito de Prometeo. Éste, al robar el fuego a los dioses,
sentó los fundamentos de la evolución humana.
“Prometeo es castigado por su
desobediencia pero no se arrepiente ni pide perdón. Orgullosamente replica:
"prefiero estar encadenado a esta roca, antes que ser el siervo obediente
de los dioses". Cargado de cadenas, Prometeo se siente más libre que si
hubiera prestado obediencia ciega a una autoridad superior. Es el deseo de
seguridad unida al miedo a la libertad, dice Fromm, el que nos hace obedecer:
Una persona puede llegar a ser libre mediante actos de desobediencia,
aprendiendo a decir no al poder. Pero no sólo la capacidad de desobediencia es
la condición de la libertad; la libertad es también la condición de la
desobediencia. Si temo a la libertad no puedo atreverme a decir "no",
no puedo tener el coraje de ser desobediente. En verdad, la libertad y la
capacidad de desobediencia son inseparables; de ahí que cualquier sistema
social, político y religioso que proclame la libertad pero reprima la desobediencia
no puede ser sincero”
La historia nos muestra una pléyade de
prometeos encadenados e incluso -casos de Sócrates y Giordano Bruno- condenados
a muerte por desobedecer a la autoridad. Ellos han mantenido viva la llama de
la antorcha de una desobediencia inspirada en el amor a la libertad y en el
respeto a la dignidad de la propia conciencia. Sin embargo, el concepto de la
desobediencia civil es relativamente moderno y no aparece hasta que, en 1848,
Henry David Thoreau acuña esa expresión en el ensayo Desobediencia Civil. Desde
entonces, se entiende como tal el derecho legítimo de toda persona a negarse,
de forma pacífica e individual, al cumplimiento de aquellas leyes o disposiciones
que violenten su conciencia.
La desobediencia civil, como forma de
acción que supera las expresiones de mera protesta contra las injusticias del
poder político, ha registrado notables experiencias. Desde la humilde costurera
Rosa Parks, que se negó a levantarse de un asiento de autobús reservado
exclusivamente a blancos, hasta el científico y premio Nobel Bertrand Russell,
que llegó a ser encarcelado por sus acciones antimilitaristas. Al igual que
Gandhi, líder de los movimientos pacíficos que aportaron legitimidad a las
luchas contra el apartheid en Sudáfrica y a favor de la independencia en la
India.
En España, en 1993, los insumisos al
servicio militar desafiaron con éxito al Estado. En 2013, son patentes los abusos
de los gobiernos que cargan el peso de la crisis sobre los ciudadanos en lugar de
castigar a los banqueros culpables de haberla desencadenado con sus manejos
delincuenciales. Este abuso legitima el ejercicio de la desobediencia civil por
parte de la ciudadanía.
¿Qué
razones hay para obedecer las leyes?
El
jurisconsulto romano Cicerón entendía que: "Si somos esclavos de las leyes
es para poder ser libres" (Legum
serví sumus ut liberi esse possimus). Siglos más tarde, el filósofo
Immanuel Kant se referirá a la ley como un imperativo categórico de la razón
que nos conduce a obrar conforme a la pretensión de universalidad: "Obra
únicamente según una máxima tal que te permita querer al mismo tiempo que se
convierta en ley universal".
En democracia, el primer argumento para
obedecer una ley se refiere a la legitimidad del gobierno que exige su
cumplimiento. ¿Cuándo es legítimo un gobierno?, se pregunta Peter Singer en Democracia
y desobediencia: "La palabra 'legitimidad' suena como si se refiriese a
una cualidad que algunos gobiernos tienen y otros no, pero si intentamos decir
en qué consiste esa cualidad o característica, se nos hace difícil llegar a un
acuerdo. Es frecuente que cuando una persona se refiere a un determinado gobierno
diciendo que es legítimo, no haga más que expresar que ella lo apoya o siente
que le debe lealtad".
Habitualmente, se entiende que un
gobierno es legítimo cuando es democrático, esto es, cuando su poder emana de
la soberanía popular. Al menos eso es lo que mantiene la teoría del
consentimiento, debida esencialmente a John Locke (1632-1704]: un gobierno
adquiere su legitimidad cuando su origen responde al consentimiento de los gobernados.
Estos, en consecuencia, tienen el deber de obedecerlo porque "han consentido"
su mandato. La obligación de obedecer la ley será entonces similar a la obligación
de cumplir una promesa. Esto es, la contrapartida de un pacto. Pero ¿qué
debemos hacer cuando el Gobierno rompe el pacto?
El segundo argumento para prestar
obediencia a las leyes concierne a la utilidad de las mismas. En la tradición
del empirismo británico, David Hume (1711-1776) subrayó que: "Casi todos
los gobiernos que hoy existen, o de los que queda recuerdo en la historia,
fueron originalmente fundados sobre la usurpación o la conquista, cuando no
sobre ambas, sin ninguna pretensión de libre consentimiento o sujeción por
parte del pueblo [...]. Por tales artes se han establecido muchos gobiernos, y
este es todo el contrato original de que pueden jactarse". Caso de la actual
Jefatura del Estado español.
Para Hume, la política es un asunto de
interés y de sociabilidad; no se produce una armonía natural entre los hombres
ni hay normas de conducta deducidas de la razón abstracta. Estas normas serán
producto de una convención adoptada en virtud del interés público. En razón de
su utilidad, "la obediencia y la sujeción llegan a ser tan familiares que
la mayoría de los hombres no indagan su origen o causa, como no se ocupan del
principio de gravitación, la resistencia de los cuerpos u otras leyes universales
de la naturaleza".
En democracia, el Parlamento elegido por
el pueblo se encarga de redactar, debatir y aprobar las leyes que constituyen
el ordenamiento jurídico que rige la vida de la Nación. Ahora bien, ¿debemos
obedecer esas leyes cuando las autoridades que las promulgan, aplican y exigen
nuestra obediencia a ellas se conducen de manera inmoral? ¿Debemos seguir
pagando impuestos cuando los ingresos fiscales se destinan a fines detestables?
¿Acaso no es inmoral socorrer a los bancos en apuros? Bancos que instan el
desahucio de miles de personas que no pudieron pagar sus hipotecas debido al
desempleo derivado de la crisis económica generada por los manejos
delincuenciales de los banqueros. Un círculo vicioso que el decoro moral y
político exige cortar de raíz.
¿Debemos prestar una obediencia ciega a las
leyes?
Nadie, salvo un perfecto idiota, se
atrevería a desobedecer las leyes físicas que, como la ley de la gravedad o las
leyes de la termodinámica, gobiernan el universo con tal rigor que ni siquiera el
propio Sol puede escapar a ellas. Sin embargo, cualquier persona con dos dedos
de frente, ante la sospecha fundada de que una ley, norma o disposición
cualquiera haya podido ser establecida basándose en la injusticia, o por la
acción de un idiota -lo cual es aún más injusto-, intentará por todos los
medios eludir su cumplimiento. Sí la sospecha se convierte en certeza, la
desobediencia a una ley establecida por tales medios es totalmente legítima.
Cuando hablamos de leyes, la primera
distinción hay que hacerla entre leyes naturales y leyes normativas. Las primeras
se refieren a aspectos de la naturaleza que se manifiestan conforme a pautas
constantes que pueden ser observadas y enunciadas, pero no influidas, por la
percepción humana, p. ej. la ley de la gravitación. Mientras que las leyes
jurídicas responden a un conjunto de artificios o conveniencias establecidas
por los seres humanos para regular diversos aspectos de su convivencia o
relación social.
Sobre esta confusión no siempre neutral
entre leyes de la naturaleza y leyes normativas afirma Karl Popper que:
"Una de las características que definen la actitud mágica de una sociedad
'cerrada', primitiva o tribal, es la de que su vida transcurre dentro de un
círculo encantado de tabúes inmutables, de normas y costumbres que se reputan
tan inevitables como la salida del Sol, el ciclo de las estaciones u otras
evidentes uniformidades semejantes de la naturaleza. La comprensión teórica de
la diferencia que media entre la 'naturaleza' y la 'sociedad' sólo puede desarrollarse
una vez que esa 'sociedad cerrada' mágica ha dejado de tener vigencia".
El análisis de esa evolución presupone, a
juicio de Popper, la clara captación de una importante diferencia: "Nos referimos
a la que media entre (a) las leyes naturales o de la naturaleza, tales como las
que rigen los movimientos del Sol, de la Luna y de los planetas, la sucesión de
las estaciones, la ley de la gravedad, las leyes de la termodinámica, etc. y
(b) las leyes normativas o normas que no son sino prohibiciones y mandatos, es
decir, reglas que prohíben o exigen ciertas formas de conducta como, por
ejemplo, los diez mandamientos o las disposiciones legales que regulan el
procedimiento a seguir para elegir a los miembros del parlamento o las leyes
que componen la constitución ateniense. [...] Las leyes de la naturaleza son
inalterables y no admiten excepciones. [...] Claro está que todo eso cambia por
completo si nos volvemos hacia las leyes del tipo (b), es decir, las leyes
normativas. El cumplimiento de una ley normativa, ya se trate de una
disposición legal-mente sancionada o de un mandamiento moral, puede ser forzado
por los hombres".
La interpretación conservadora de la
democracia sostiene que nadie puede desobedecer las órdenes de los mandatarios,
pues al hacerlo la gente peca contra sí misma y desafía su propia voluntad,
transferida espontáneamente por ellos a sus representantes, e inflige así el
principio democrático. Eso no es más que una interpretación bonapartista de la
soberanía popular, concebida como una dictadura personal conferida por el
pueblo de acuerdo con leyes constitucionales. En España, el abuso por parte del
Gobierno, cuando tiene mayoría parlamentaria absoluta, de los Decretos-Leyes y
Decretos-Legislativos, normas con fuerza de ley que emanan directamente del
Gobierno y no del poder legislativo -que sólo debieran utilizarse en casos de
urgente necesidad, como señala la Constitución en su art. 86.1- constituyen una
forma de dictadura en la sombra. Es la dudosa legitimidad de tales normas la
que puede animar a la ciudadanía a revolverse contra ellas.
¿Representan
realmente los gobiernos la voluntad
popular?
El 6 de diciembre de 1978, la ciudadanía
española refrendó el texto de la Constitución consensuada entre las fuerzas
políticas de aquel momento. Era el punto de partida para que la democracia se
convirtiera en la forma política que debía asegurar la convivencia social tras
la larga noche de la ominosa dictadura franquista. Treinta años después, las estructuras
democráticas de la Transición ofrecen muestras de agotamiento. En la calle, el
eslogan más coreado en las manifestaciones que expresan el disenso con el
sistema político es: “Oé, oé, oé, lo llaman democracia y no lo es”. Que suele
ir acompañado por una coda que resuena con la contundencia de un redoble de tambor:
Que no nos representan, que no, que no, en alusión a la cada vez más
desprestigiada clase política profesional.
Salvando las distancias y sin ánimo de
molestar a nadie, más allá de las sesudas definiciones académicas podría
decirse que la democracia viene a ser algo parecido a la higiene: hay quien se
ducha todos los días y quien lo hace sólo una vez al mes. Un sistema en el que
la participación ciudadana se limita a depositar un voto cada cuatro años es
bastante deficiente. Y desde luego, no puede presumir de limpieza un sistema
donde los representantes del pue¬blo son elegidos a través de un juego sucio
que beneficia a los dos grandes partidos que se alternan en el Gobierno.
Juego sucio pero legal, amparado en una
Ley Electoral que combina el método D'Hont con la escasa magnitud de algunos
distritos electorales. Premiando así descaradamente al partido que obtiene más
votos, mientras que parte de la voluntad popular expresada en el voto a partidos
minoritarios se pierde por este sumidero. La introducción de fórmulas
correctoras de la proporcionalidad pura en los procesos electorales tiene como
fin evitar un excesivo fraccionamiento de las Cámaras al objeto de asegurar la
estabilidad del gobierno. Pero, en el caso español, la combinación del método
D'Hont con la escasa magnitud de algunos distritos resulta excesiva.
Otro aspecto poco higiénico de nuestro
sistema político es que la única autoridad pública que no es elegible es la Jefatura
del Estado, a la que sólo pueden acceder miembros de la familia privada que
ostenta su monopolio en forma de institución monárquica. A esto le llaman
"democracia coronada", concepto que expresa una contradicción en sus
términos, parangonable, por tanto, con otras especies imposibles como el
triángulo de cuatro lados o la bicicleta de tres ruedas.
La tramoya de toda esta farsa ha quedado
al descubierto cuando los dos grandes partidos sistémicos, Partido Socialista
Obrero Español y Partido Popular, han colocado como objetivo prioritario de su
labor de gobierno salvar de la bancarrota al sistema bancario. Las cuantiosas
inyecciones de dinero público a la banca tienen su contrapartida en los
drásticos recortes en las políticas sociales. Azotada por los efectos de una
triple crisis -económica, política e institucional- la población desconfía del
actual sistema de representación política.
A una injusta Ley Electoral hay que
añadir esa estafa ontológica por la que los electores han de elegir a sus representantes
a través de las listas cerradas que elaboran las burocracias de los partidos.
Todos estos aspectos constituyen los principales factores de la ilegitimidad
consustancial al sistema democrático español. Que no siendo legítimo ni tampoco
eficaz como "mecanismo" de representación, carece de razones
suficientes que justifiquen una obediencia ciega a sus leyes.
¿Qué se
entiende exactamente por desobediencia civil
(DC)?
Una delgada línea separa los conceptos de
legalidad y legitimidad. En principio, una norma posee cualidad de legal cuando
está prescrita por ley y es conforme a ella. Pero la noción de legitimidad
rebasa lo que se refiere al respeto del ordenamiento jurídico vigente y entra
en el terreno de lo justo. El desahucio de una anciana viuda que avaló con su
vivienda la hipoteca del hijo que no puede hacer frente al pago de la deuda es
legal. Pero ¿es justo conforme a las más elementales nociones de lo permitido
según justicia y razón?
El derecho se crea para ser obedecido por
razones prácticas, lo que no obsta para que una persona, por imperativo de su
conciencia, pueda llegar a desobedecer una norma con total legitimidad, aunque
al infringir la norma deba purgar su falta a través de la correspondiente
condena. Según explican tratadistas como Felipe González Vicén:
"Al Derecho se le obedece por
multitud de causas prácticas, pero no por vivencias éticas. Siempre que el
Derecho ataque en cualquier forma que sea la objetividad moral del individuo,
éste puede desobedecer al Derecho, arrostrando todas sus consecuencias e
incluso la pérdida de su propia vida".
En este sentido, puede
considerarse la desobediencia civil como una actitud legítima contra el
Derecho, pero no un "derecho" en el sentido técnico del término. En
su clásico libro Teoría de la Justicia, John Rawls, figura de referencia en la
esfera jurídica internacional, adopta esta definición de la desobediencia
civil, formulada originalmente por Hugo Adam Bedau:
Alguien comete un acto de desobediencia
civil, si y sólo si, actúa de manera ilegal, pública, sin violencia y
conscientemente, con la intención de frustrar las leyes, políticas o decisiones
de un gobierno.
Según J. C. Acinas, de una
forma amplia, se puede entender como desobediencia civil la comisión de:
"Todo tipo de actos voluntarios e intencionales, premeditados y conscientes,
que -por comisión u omisión- tienen como resultado a violación de alguna ley,
disposición gubernamental u orden de la autoridad, cuya validez jurídica pueda
ser firme 0 dudosa, pero que, en cualquier caso, es considerada inmoral,
injusta o ilegítima por quienes realizan tales actos dado que creen poseer buenas
y suficientes razones -morales y políticas- para no obedecer, y transgredir esa
ley, disposición gubernamental u orden de la autoridad".
El calificativo de "civil" se
emplearía tanto en el sentido de opuesto a "militar", como en lo que
se refiere al comportamiento "civilizado" (prudente y con buenos
modales] así como por el hecho de que los objetivos de la desobediencia
"civil" afectan no sólo a unos cuantos individuos sino, en cierto
modo, al conjunto de la sociedad. Como bien precisa Acinas, la desobediencia
civil se diferencia de la desobediencia criminal o anómica en que las transgresiones
o violaciones comunes de la ley producto de ésta última, "en modo alguno
implican una norma de recambio, ni se dirigen a la reforma de ningún precepto
legal considerado injusto [...] todo lo cual contrasta notoria-mente con el
espíritu nómico o contranormativo, innovador y público de la desobediencia
civil".
En la línea marcada por H. D. Thoreau,
los más genuinos desobedientes civiles han considerado su acción como un deber.
Entendido este como un mandato de la conciencia o un imperativo ético.
¿Es
la DC una forma de acción política?
La vía electoral resulta hoy demasiado
estrecha para canalizar las diferentes opiniones respecto a cómo debe guiarse
una nación. Frente a la anquilosada estructura representativa en la que el
Orden Establecido ha reducido a la democracia, son los movimientos sociales
-pacifistas, ecologistas, feministas, 15-M, etc. - los que representan en gran
medida la voluntad popular. No obstante, se encuentran con un obstáculo de
carácter procedimental: carecen de canales institucionales por los que encauzar
esa voluntad, por lo que sólo les queda el recurso a la protesta. Pero los
gobiernos poco democráticos han aprendido a hacer oídos sordos a esas
protestas.
Es entonces cuando la desobediencia civil
desempeña un papel crucial. Se convierte en una forma de acción política
perfectamente democrática para luchar por el reconocimiento de determinados
derechos hasta conseguir que sean reconocidos por la correspondiente
legislación. Por regla general, las distintas formas de la desobediencia civil
no cuestionan el principio de legitimidad de la soberanía popular residente en
el Parlamento. Antes bien, lo que vienen a poner de relieve es la quiebra de
ese principio por la dejación de los partidos políticos clásicos. A propósito
de una de las primeras sentencias absolutorias dictadas a favor de un insumiso
al servicio militar, J. A. Estévez Araujo escribió en la revista jueces para la
Democracia:
Desde
el punto de vista de la representación como proceso abierto, la desobediencia
civil aparece como un mecanismo de participación de los ciudadanos. Se trata de
un mecanismo excepcional de incidencia en los procesos de configuración de la
voluntad política. Este mecanismo tiene como objetivo el cambio de la
legislación o de determinadas políticas gubernamentales que se considera que no
responden ya a la voluntad mayoritaria.
Que la desobediencia civil no sea un
"derecho" en el sentido técnico del término no significa que no pueda
ser democrática. De entrada, estamos hablando del ejercicio de la Política, con
mayúsculas, no de la actividad del profesional de la política. Albert Camus
describe al rebelde, al homme révolté,
como "Un hombre que dice no. Pero negar no es renunciar: es también un
hombre que dice sí desde su primer movimiento. [...] El rebelde (es decir, el
que se vuelve o revuelve contra algo) da media vuelta. Marchaba bajo el látigo
del amo y he aquí que hace frente. Opone lo que es preferible a lo que no lo
es".
La persona que practica la desobediencia
civil expresa su rebeldía pero quiere ir más allá: utiliza la protesta como
expresión de fuerza, pero la acción política no se detiene, como en el caso de
la manifestación, al llegar a su término. La desobediencia civil se propone
modificar leyes. Adquiere legitimidad a partir de su carácter público, pues el
desobediente no se esconde, sino que da la cara en sus acciones.
La desobediencia civil utiliza siempre
vías pacíficas. Actitud que responde a un doble sentido de la prudencia: primero,
se trata de evitar acciones violentas con las que se daría argumentos al Estado
que justifiquen una violenta respuesta policial; segundo, se trata también de
evitar el derroche de energías que supone llevar a cabo esfuerzos inútiles,
pues la capacidad de respuesta del aparato represor es siempre mayor que la
capacidad del desafío violento que tienen los disidentes. De hecho, ahí están
los intentos más o menos descarados con que los gobiernos menos democráticos
infiltran policías en las manifestaciones para provocar desórdenes que
justifiquen la acción violenta de los cuerpos antidisturbios.
¿Quién fue Henry David Thoreau?
Henry David Thoreau (Concord,
Massachusetts, 1817-1862), fue un escritor, poeta y filósofo estadounidense ligado
al movimiento trascendentalista, sobre todo a través de su amistad con Ralph
Waldo Emerson. León Tolstoi reprochaba a los estadounidenses que prestasen
tanta atención a sus militares y empresarios, olvidando a un pensador tan
sugerente como Thoreau. Décadas más tardes, sus obras serían retiradas de las
bibliotecas públicas a raíz de la caza de brujas emprendida por el senador
McCarthy en los años cincuenta contra todo lo que fuera sospechoso de poner en
tela de juicio el Orden Establecido por el sistema capitalista.
"Tan sólo hay cinco o seis hombres en
la historia de América que para mí tienen un significado. Uno de ellos es
Thoreau. Pienso en él como en un verdadero representante de América, un
carácter que, por desgracia, hemos dejado de forjar [...]. Es lo que Lawrence
llamaría un 'aristócrata de espíritu', o sea, lo más raro de encontrar sobre la
faz de la tierra: un individuo", afirmó el escritor Henry Miller en el
prólogo a una edición de una de sus obras.
Henry David consideraba que el esfuerzo
dedicado a la acumulación de riqueza es una solemne manera de per-der el
tiempo. Razón por la que él evitó desperdiciar el suyo en ocupaciones bastardas.
Subsistía con magros recursos, ganándose el sustento con oficios tan dispares
como agrimensor o fabricante de lápices, procurando siempre dedicar al trabajo
el mínimo tiempo posible.
"Durante más de cinco años, me mantuve,
pues, sólo con el trabajo de mis manos; y descubrí que podía atender a todos
los gastos de mi subsistencia trabajando unas seis semanas al año".
Esa elección le permite asegurar una Vida
sin principios: "Si tuviera que vender mis mañanas y mis tardes a la
sociedad, como hace la mayoría, estoy seguro de que no me quedaría nada por lo
que vivir". Una reflexión que dejó anotada en esta sentencia lapidaria:
“Si
un hombre pasea por los bosques, por amor a ellos, la mitad de cada día, corre
el riesgo de que le consideren un holgazán; pero si se pasa todo el día
especulando, cortando esos bosques y dejando la tierra desnuda antes de tiempo,
se le aprecia como ciudadano laborioso y emprendedor. ¡Como si el único interés
de una ciudad por sus bosques fuera talarlos!”
Queriendo experimentar la vida en la
naturaleza, Thoreau construyó con sus propias manos una cabaña en un bosque
cerca de Walden Pond, en la que se retiró a vivir durante un par de años. Allí escribió
Walden, una pieza literaria que constituye una celebración de la naturaleza y
la vida sencilla. Y en cuyas páginas anticipa muchos de los planteamientos
sostenidos actualmente por pacifistas y ecologistas respecto a la necesidad de
encontrar un justo equilibrio entre las necesidades humanas y los recursos del
medio natural.
El verdadero filósofo es aquel que a la
capacidad de pensar añade la valentía necesaria para vivir de una manera
coherente con lo que piensa. En este sentido, Thoreau opinaba que: "Ser un
filósofo no consiste en tener pensamientos sutiles, ni siquiera en fundar una
escuela, sino en amar la sabiduría hasta el punto de vivir conforme a sus
dictados una vida sencilla, independiente, magnánima y confiada. Estriba en
resolver algunos de los problemas de la vida no sólo desde el punto de vista
teórico sino también práctico [...]. El filósofo va por delante de su época
incluso en su forma externa de vivir. No se alimenta, cobija, viste y calienta
como sus contemporáneos ¿Cómo se puede ser filósofo sin mantener el propio
calor vital por métodos mejores que los del resto de los hombres?"
¿En qué consistió la desobediencia de
Thoreau?
En el verano de 1846, Thoreau fue
detenido y encerrado en la cárcel local de Concord por negarse a pagar el poli
tax, o contribución urbana. Adujo, entre otras razones, su negativa a colaborar
con un Estado que mantenía el régimen de esclavitud y emprendía guerras
injustas. Refiriéndose en concreto a la que en aquel momento había declarado
Estados Unidos a México. Su cautiverio se redujo a pasar una noche en la cárcel
local de Concord, el tiempo que tardó su tía Mary, o tal vez el propio Emerson,
en abonar el débito. A raíz de este breve episodio escribió Resistance to Civil
Government, cuyo texto adaptaría más adelante a una conferencia Sobre el deber
de la desobediencia civil.
Tras sucesivas correcciones, en 1866 se
publicó como un ensayo con el título definitivo de Desobediencia Civil.
En dicha obra, Thoreau plantea el derecho
a la desobediencia desde la perspectiva de un radicalismo democrático entendido
"a la americana", en la línea de Alexis de Tocqueville. En esa época
los americanos del norte se sienten "progresistas" y orgullosos de su
revolución, pionera en el establecimiento de los derechos civiles proclamados
en su Constitución. Precisamente, uno de los reproches que Thoreau dirige a sus
compatriotas será el haber dejado adormecer el espíritu en brazos del conformismo
material, olvidando el ejercicio del derecho a rebelarse contra el Orden
Establecido:
Todos los hombres reconocen el derecho a
la revolución, es decir, a negar la obediencia y a oponerse al gobierno cuando
su tiranía o su ineficacia sean grandes e intolerables. Sin embargo casi todo
el mundo dice que éste no es el caso ahora, pero que tal fue el caso, eso
creen, en la revolución del 75.
Thoreau dibuja en Desobediencia Civil un
retrato de las causas por las que se produce ese adormecimiento de las
conciencias, esa dejación de la responsabilidad individual que desemboca en un
Estado que acaba por convertirse en opresor de aquellos a quienes se debe.
Niega asimismo la virtualidad de las decisiones de la mayoría para prevalecer
sobre la conciencia individual. La razón práctica por la que se le permite
gobernar a una mayoría, dice, "no es que sean más idóneos para tener ese
derecho ni que esto parezca lo más justo a la minoría, sino que son físicamente
los más fuertes". Así pues, el hecho de que las leyes hayan sido aprobadas
por una mayoría no puede, moralmente, vincular a una minoría. Por lo tanto,
cuando la conciencia individual de una persona las considere injustas, su actitud
de resistencia a las mismas es perfectamente legítima.
De una extensión no mayor que la de un
panfleto, Desobediencia Civil no constituye un cuerpo doctrinal en el que,
detallada y metódicamente, se exponga una teoría comprehensiva de esta materia.
Este escrito no puede separarse del resto de la obras de Thoreau ni de su
propia forma de vida, porque sólo de una manera global podrá apreciarse el
sentido de anticipación con el que plantea la desobediencia civil basada en la
autosuficiencia material del individuo.
Sólo aquellos que tienen
pocas cosas materiales que perder se pueden permitir la gran libertad de no
plegarse a las normas del Orden Establecido. Esa gran maquinaria ciega que
convierte a las personas en simples servidores, en súbditos, en lugar de
ciudadanos. "Toda maquinaria tiene su fricción, pero cuando es la fricción
la que llega a tener su maquinaria y la opresión y la injusticia se organizan,
no debe mantenerse por más tiempo una maquinaria de esta naturaleza".
Entonces digo: transgrede la ley. Haz
que tu vida sea un freno para parar la máquina. Lo que yo tengo que hacer es
procurar por todos los medios no prestarme a servir al error que condeno.
¿Qué aportó Gandhi a la DC?
Es posible que Thoreau fuese hoy un
perfecto desconocido para la mayoría de no haber sido por la acción de
"ese faquir medio desnudo que anda a grandes zancadas", como Winston
Churchill definió despectivamente a Mohandas Karamchand Gandhi.
Nacido en el seno de una familia
acomodada, el joven Mohandas se graduó en Derecho en Oxford. En 1893 se instaló
en África del Sur, donde abrió con éxito un bufete de abogado. A raíz de ser
expulsado a patadas de un vagón de tren por su piel oscura comprendió que no
debía soportar pasivamente la discriminación racista de los blancos. Gandhi
lideró un movimiento pacífico en defensa de los derechos civiles de sus compatriotas
hindúes.
Encarcelado por las autoridades del
Transvaal, durante su permanencia en la cárcel estudió los textos de Thoreau,
que le había hecho llegar Tolstói, y quedó poderosamente impresionado por este
principio:
Bajo un gobierno que encarcela a
cualquiera injustamente, el verdadero lugar del hombre justo está también en
una cárcel.
Gandhi adoptó la expresión
"desobediencia civil" para su movimiento contra la segregación racial
basado en la no-violencia, a la que consideró la única arma totalmente invencible,
ya que no podrá jamás producir su contrario destinado a aniquilarla. En 1915,
aureolado por la fama obtenida en Sudáfrica en su lucha contra el apartheid, retornó
a la India donde fue acogido como un héroe. Allí decidió vivir con los más pobres
y los más débiles, compartiendo sus sufrimientos, sus humillaciones,
ayudándoles a trabajar y a recobrar el sentido de su dignidad. Fue entonces
cuando decidió despojarse de su vestimenta occidental y optó por cubrirse con
un simple paño.
Pero
ese humilde taparrabos que tanto molestaba a Churchill fue el hilo conductor de
una estrategia de resistencia civil, basada en la autosuficiencia y en el uso
de métodos pacíficos, que dieron sentido al movimiento de independencia de la
India. En 1930, el Partido del Congreso Nacional Indio amenazó con desencadenar
una serie de sublevaciones armadas con vistas a arrancar la independencia de la
India al Imperio Británico. El 12 de Marzo, Gandhi emprende la Marcha de la
Sal. Después de un recorrido a pie de 300 kilómetros, llega el 6 de abril de
1930 a la costa del Océano índico. Avanza dentro del agua y recoge en sus manos
un poco de sal.
Mediante este gesto de elevado
simbolismo, Gandhi alienta a sus compatriotas a violar el monopolio del gobierno
británico sobre la distribución de sal, un producto de primera necesidad para
conservar la carne y otros alimentos, que constituía un monopolio regido por el
gobierno de Gran Bretaña. Las leyes británicas prohibían severamente que la
población india fabricase sal de forma autónoma. En la playa, una multitud de
varios miles de simpatizantes imita el gesto y recoge agua salada en recipientes.
El ejemplo cunde por todo el país. De Karachi a Bombay, los indios evaporan el
agua y recogen la sal a plena luz del día desafiando a los británicos, que
encarcelaron a 60,000 "ladrones de sal". El propio Gandhi es detenido
y pasa nueve meses en prisión.
Finalmente, el virrey inglés hubo de
reconocer su impotencia para imponer la ley británica a menos que se utilizara
ampliamente una represión violenta, por lo que liberó a todos los prisioneros,
reconociendo a los indios el derecho a recolectar ellos mismos la sal.
¿Qué es el
boicot?
Se entiende como boicot el castigo o
coerción aplicados sobre un individuo, empresa, administración pública o país,
que se realiza con ánimo de infligir un quebranto pecuniario o moral mediante
el sistemático rechazo de relaciones sociales o comerciales.
El término se inspira en el nombre del
capitán Charles Cunningham Boycott, un administrador de tierras inglés que
adquirió fama por sus métodos de extorsionar a los campesinos de Irlanda. El
capitán Boycott fue contratado en 1880 por el conde de Erne como administrador
de sus tierras en el Condado de Mayo, en la Isla Archill, en Irlanda. Sus
expeditivos procedimientos frente a los arrendatarios de las tierras de Erne le
enemistaron con los campesinos de Lough Mask, que ya durante el primer año de
Boycott en el cargo se negaron a pagar la renta. Los estallidos agrarios
escalaron de los 863 incidentes registrados en 1879 a 2.590 en 1880, debido al
incremento de los desahucios.
Fue entonces cuando intervino Charles
Stewart Parnell, un terrateniente líder de los autonomistas irlandeses, que instó
a los trabajadores a expresar su protesta sin recurrir a la violencia. Como
presidente de la Liga Agraria Nacional Irlandesa, Parnell vio la necesidad de
reemplazar la agitación violenta mediante la táctica del aislamiento. Esto
significó que nadie quisiera trabajar para Boycott, ni comprarle ni venderle
nada. Todos los arrendatarios y trabajadores rurales rescindieron sus
contratos. Una decisión de la Liga Agraria Irlandesa les concedió oficialmente
a los campesinos la posibilidad de evitar a Boycott y no llevar adelante ningún
tipo de negocio con él. Incluso el ferrocarril se negó a transportar su ganado.
Finalmente, Boycott fue destituido y el Gobierno de Gladstone se vio obligado a
suavizar la cuestión agraria a través de una Ley Agraria de 1881 que reducía
los arrendamientos y autorizaba a algunos arrendatarios a comprar sus granjas.
Lo que permitió detener los desahucios arbitrarios.
En noviembre de 1880 el periódico
londinense The Times comenzó a utilizar el término "boicotear"
(boycotting) para designar la novedosa forma de protesta que abrió las puertas
a una táctica al alcance de cualquier movimiento civil. Esta táctica fue
adoptada por Gandhi, que animó al movimiento independentista de la India a
boicotear las fábricas textiles británicas. Él mismo hilaba en su rueca el hilo
destinado a fabricar su sobria vestimenta.
A mediados del siglo XX, en los estados
del sur de EE. UU., los negros sólo podían sentarse en los asientos traseros de
los autobuses. Rosa Parks, costurera y activista de los derechos civiles en
Montgomery, Alabama, se sentó en un asiento delantero negándose a cederlo a un
pasajero blanco, siendo agredida y expulsada del autobús. El domingo siguiente,
el reverendo Martin Luther King inició un movimiento de boicot a los autobuses
de la ciudad que obtuvo la adhesión total de los negros de los estados sureños
y duró 381 días.
El boicot terminó después de que el
Tribunal Supremo sentenciara que las leyes segregacionistas en el transporte
público eran ilegales.
Diversos movimientos civiles han
desarrollado iniciativas de boicot a la compra de productos de determinadas empresas
relacionadas con sus perniciosas actividades medioambientales, como la
petrolífera Shell. También por las degradantes condiciones laborales que rigen
en las fábricas que producen para marcas como Nike, Reebook, Adidas y Fila.
¿Qué es el
Derecho de Resistencia?
Es el derecho legítimo de toda persona a
resistir a la opresión con los medios a su alcance. El ius resistendi (lat), diritto de resistenza (ital.),
Widerstandrecht (al.), se entiende como el "derecho del pueblo o de sus
representantes, a la resistencia contra un poder estatal ilegítimo". ().
Fetscher). Al no especificarse el requisito de que esta resistencia deba
necesariamente ser ejercida por vías exclusivamente pacíficas, no es
equiparable a la desobediencia civil.
El concepto surge a partir del discurso
contra la tiranía iniciado en el siglo XVI. La “Vindiciae contra tyrannos”
(1576) de Philippe du Plessis-Mornay es uno de los más famosos alegatos contra
el absolutismo. Las teorías antimonárquicas en la línea de la Vindiciae se
desarrollaron por escritores protestantes de Inglaterra y Países Bajos.
Asimismo es importante la contribución de la Escuela de Salamanca, representada
por Francisco de Vitoria y Francisco Suárez. En el siglo XVIII, el derecho de
resistencia se reformula bajo las ideas de la Ilustración y se sustancia en las
Constituciones de los Estados Unidos de América del Norte (1776] y Francia [1789).
Aparece reflejado por primera vez en la temprana Constitución de Virginia, que
proclama los derechos elementales del ciudadano a la vida, la libertad, la
seguridad y la búsqueda personal de la felicidad, de los que hace derivar otro
derecho fundamental, el de la resistencia política frente a todo gobierno que
no los garantice:
[...]
que cuando un gobierno resulta inadecuado o es contrario a estos principios,
una mayoría de la comunidad tiene el derecho indiscutible, inalienable e
irrevocable de reformarlo, alterarlo o abolirlo de la manera que se juzgue más
conveniente al bien público.
El 14 de julio de 1789, el pueblo de
París, agitado por los revolucionarios, asalta la prisión de Estado de la
Bastilla para hacerse con las armas de la fortaleza. El 26 de agosto la
Asamblea Nacional Francesa proclama la Declaración de los Derechos del Hombre y
del Ciudadano, cuyo artículo 1Q estipula que "Los hombres nacen y
permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden
fundarse en la utilidad común". En su art. 2° se habla de la
"resistencia a la opresión":
La meta de toda asociación política es
la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre. Estos
derechos son: la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la
opresión.
En
1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclama la Declaración
Universal de los Derechos Humanos. Esta Carta representa un ideal común por el
que todos los pueblos y naciones deben esforzarse para promover y asegurar los
derechos y las libertades fundamentales para todos. Resaltando los derechos a
la vida, la libertad y la nacionalidad, a la libertad de pensamiento, de conciencia
y de religión, a trabajar, a recibir educación y a participar en el gobierno.
En su Preámbulo, recoge la doctrina del Derecho de Resistencia al considerar
esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho
"a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la
rebelión contra la tiranía y la opresión".
Lo que, en buena lógica, permite deducir
que la rebeldía es legítima si el gobierno de un Estado que haya suscrito la
Carta no cumple las garantías especificadas en ella. Esto adquiere especial
relevancia en un momento, como el actual, en que los gobiernos neoliberales
recortan brutalmente los derechos relativos a la protección social.
Este tipo de desobediencia ética o
"imperativo de la disidencia" es una acción no política. Esta
matización es importante, pues marca una sustancial diferencia con la
desobediencia civil como forma de acción que persigue una o varias finalidades
políticas concretas. Para Javier Muguerza, el disidente "es siempre un
sujeto individual y -por más solidaria que pueda ser su decisión de disentir-su
disensión o disidencia será en última instancia solitaria, es decir, procedente
de una decisión tomada en la soledad de la conciencia asimismo
individual".
Ciertas formas de objeción de conciencia
cuentan con la comprensión, cuando no con la complicidad del statu quo. Por
ejemplo, cuando algunos profesionales de la medicina invocan la cláusula de conciencia
para no practicar abortos o no asistir con cuidados paliativos a enfermos terminales.
Si dichos actos médicos se encuentran incluidos en las prestaciones de los
Servicios Públicos de Salud, un profesional que tenga una plaza en dichos
servicios viene contractualmente obligado a realizar esos actos si la ocasión
lo requiere.
En caso de negativa, su objeción de
conciencia puede ser respetada, pero normativamente le corresponde una sanción
por incumplimiento de sus obligaciones. Sanción que debería cumplir con la
ejemplaridad moral de la persona que asume ese "derecho a sufrir" del
que hablan algunos teóricos. No obstante, los médicos que ejercen la objeción de
conciencia en esos aspectos nunca son sancionados.
En España, la iglesia católica forma
parte del statu quo, y su máxima jerarquía es contraria al aborto y a los
cuidados paliativos.
Debe quedar claro que la
objeción de conciencia no es un derecho constitucional al que pueda acogerse
cualquier ciudadano. La Constitución española, en su artículo 30.2, contempla
esta circunstancia ligada exclusivamente al antiguo servicio militar:
La ley fijará las obligaciones militares
de los españoles y regulará, con las debidas garantías, la objeción de
conciencia, así como las demás causas de exención del servicio militar
obligatorio, pudiendo imponer, en su caso, presentación social sustitutoria.
El Servicio Militar Obligatorio fue
suspendido el 31 de diciembre de 2001. Lo que no significa que esté abolido,
pues para ello habría que modificar el correspondiente artículo del texto
constitucional. En cualquier caso, una vez desactivada la leva militar
obligatoria, en la actualidad no existe en España ninguna norma reguladora del
derecho a la objeción de conciencia.
¿Objeción
equivale a insumisión?
Insumisión (lat. insubmissio, onis) es la acción y efecto producido por la persona
que no se somete a la voluntad de otra o se niega a obedecer una norma externa.
A priori, un acto insumiso, es decir, inobediente o rebelde, no equivale
necesariamente a desobediencia civil. Calidad que adquiere cuando la insumisión
se ejerce "de manera ilegal, pública, sin violencia y conscientemente, con
la intención de frustrar las leyes, políticas o decisiones de un gobierno".
En España, en la última década del siglo XX, cientos de jóvenes se declararon
insumisos al negarse a cumplir el servicio militar obligatorio o la prestación
civil sustitutoria, siendo detenidos, juzgados y condenados a penas de prisión.
La Ley 48/1984, de 26 de diciembre,
reguladora de la Objeción de Conciencia y de la Prestación Social Sustitutoria
(LOC), vino a desarrollar normativamente el artículo 30.2 de la Constitución
española. Esta ley considera la objeción no como un derecho, sino como una
causa de exención del servicio militar debida a motivos religiosos, éticos,
morales y humanitarios. La ley creó el Consejo Nacional de Objeción de
Conciencia (CNOC) encargado de examinar las alegaciones. Creando asimismo un
servicio alternativo o Prestación Social Sustitutoria (PSS) para los objetores.
La LOC supuso una vía de escape para
miles de jóvenes que, aun no teniendo motivaciones ideológicas muy profundas,
no deseaban incorporarse a un servicio militar caduco e ineficaz. Pero bajo la
opinión de numerosos juristas la LOC no se ajustaba a la Constitución. El
examen por el CNOC de la "sinceridad de los motivos de la objeción"
estaría violando el artículo 16.2: "nadie podrá ser obligado a declarar
sobre su ideología, religión o creencias". Además, un potente Movimiento
de Objeción de Conciencia (MOC} planteó una alternativa antimilitarista dotada
de una estrategia de acción no-violenta, que encuadraba la objeción de conciencia
en un amplio contexto de cambio social. El MOC no estaba dispuesto a
convertirse simplemente en "un grupo de buenas gentes que pedía una
especial consideración con su problema especial".
Conforme con su propuesta alternativa al
modelo de sociedad, esta actitud constituía una desobediencia civil en toda
regla al Orden Establecido. Adoptando la estrategia de la insumisión como forma
de articular esa desobediencia: no acatando la LOC, no sometiéndose al examen
del Tribunal y negándose a realizar la PSS.
A partir de la entrada en vigor de la Ley
de Reforma del Servicio Militar de 1991, los insumisos, hasta entonces juzgados
por jueces militares, pasaron a la jurisdicción civil en a que consiguieron sus
primeras victorias. Aun así, numerosos insumisos fueron encarcelados por
negarse a cumplir la PSS hasta que, en agosto de 1993, se decretó su cambio al
tercer grado, régimen carcelario que sólo implica tener que pasar la noche en
prisión. Nuevamente, los insumisos desafiaron la ley quebrantando el tercer
grado al negarse a acudir a las prisiones para pernoctar. La policía hubo de
llevar, incluso a rastras, a la cárcel a los insumisos. El último estadio de la
insumisión fue la declaración de la misma en los cuarteles: una vez llamados a
sus instalaciones, los jóvenes rechazaban vestir el uniforme, lo cual
significaba su inmediato encierro en el calabozo y un posterior juicio que se
saldaba con la condena de dos años, cuatro meses y un día en prisión militar.
Este cúmulo de acciones significaron una
gran victoria del MOC, que mediante la desobediencia civil consiguió uno de sus
principales propósitos: la llamada de atención a la opinión pública. Logrando así
una corriente social de simpatía hacia la insumisión al servicio militar.
¿En
qué consiste la objeción fiscal?
La negativa a pagar al Estado los
impuestos destinados a sufragar una causa injusta, como puede ser la guerra,
constituye una clásica forma de la desobediencia civil. En lo esencial,
reproduce la acción de Thoreau. Una de las principales motivaciones de los
objetares fiscales que se niegan a pagarle al Estado una parte de sus impuestos
es la oposición al gasto militar. Pero la objeción o insumisión fiscal es
susceptible de hacerse extensiva a otros gastos del Estado cuya finalidad fuera
considerada ilegítima por la ciudadanía contribuyente. Entre ellos, el
salvamento de las entidades bancarias con dinero público, que se efectúa
mediante un procedimiento de sangrante ilegitimidad: el Estado emite Deuda
Pública cuya amortización y pago de intereses se realiza a base de brutales
recortes en las partidas sociales de los presupuestos públicos.
La objeción fiscal es un acto de
desobediencia civil y, como tal, no se esconde, sino que declara abierta y
públicamente su propósito. Aquí radica la diferencia con la transgresión fraudulenta
de la norma que practican los delincuentes fiscales que no declaran sus rentas
ante Hacienda o evaden capitales a los denominados paraísos fiscales. O de la
poco ejemplar costumbre de los pagos de servicios sin factura [¿Con IVA o sin
IVA?).
El
procedimiento clásico para ejercer la objeción fiscal consiste en presentar la
Declaración del 1RPF incluyendo una deducción por un importe equivalente al de
la partida presupuestaria que el objetor considera que se destina a un fin
ilegítimo. Acompañado a la declaración una carta en la que expone sus razones
para que en la Agencia Tributaria no quepa la menor duda de que se encuentra
ante un caso de desobediencia fiscal. No obstante, la objeción fiscal efectuada
a título individual resultará ahogada por la propia inercia del aparato del
administrativo tributaria, cuya función no contempla reconocer cuestiones de
conciencia. Cuando la Inspección de Hacienda descubre al objetor no le juzga,
se limita a enviarle una declaración paralela en la que le reclama la cantidad
deducida. El objetor tiene entonces la opción de presentar un recurso de
reposición ante el delegado de Hacienda, con o que retrasa el papeleo y se paraliza
durante algún tiempo el embargo de las rentas del objetor, que finalmente se
efectuará sin mayor pena ni gloria política.
Para que tenga efectividad, la acción
objetora debe, entonces, ir asociada a una fuerte campaña de acción e información
pública. Creando comités que canalicen la objeción. En los años 90 del siglo
XX, el Gobierno de la Generalidad de Cataluña introdujo un impuesto en el
recibo del agua destinado a la construcción de nuevos pantanos, y obligó a la
Sociedad de Aguas de Barcelona a incluirlo en los recibos de consumo. En
Belvitge, un barrio de Hospitalet, tres vecinos se negaron a pagar el recibo,
por lo que se les cortó el suministro. Esto marcó el inicio de una movilización
popular que montó comités de barrio que recogían el dinero del recibo, una vez
descontado el citado impuesto, y lo ingresaban en una cuenta bancaria previa fe
notarial en la que constaba haberse efectuado el pago sin incluir el impuesto
con el que los ciudadanos no estaban conformes.
El proceso duró cinco años y culminó con
una asamblea de 10.000 personas en el Palacio de Deportes. Finalmente, la
Generalitat cedió y retiró el impuesto.
Otra campaña de insumisión fiscal
reciente fue desarrollada en Cataluña por la plataforma “tínovullpagar” (no
quiero pagar] contra el pago de peajes en autopistas. Cuando la iniciativa ganó
peso planteó un dilema al Gobierno catalán, que entendía el aspecto político de
la protesta pero asumía la legalidad del Código de Circulación, que obliga a
sancionar las más de 15.000 infracciones registradas hasta noviembre de 2012.
¿Qué
razones justifican hoy la desobediencia civil?
En 1993, cuando los insumisos al servicio
militar desafiaron al Estado, el grueso de la sociedad no parecía preocuparse
en demasía ante los abusos de los gobernantes. Sin embargo, en 2013, el cuestionamiento
del Orden Establecido es cada vez más generalizado entre una población que
rechaza ser pagana de la crisis económica producida por los manejos delincuenciales
de las entidades financieras. Una ciudadanía indignada, sobre todo, ante la
conjunción de cinismo, descaro y sinvergonzonería con que se comportan los
miembros de las instituciones que integran la estructura del sistema político
español. Con el Rey a la cabeza, el comportamiento de los miembros de los tres
poderes clásicos, Legislativo, Ejecutivo y Judicial, es absolutamente
indecoroso.
Empezando por el Jefe del Estado. Un país
sumido en una grave crisis, con millones de personas en paro, descubrió con
estupor que el Rey Juan Carlos I se dedicaba al discutible pasatiempo de la caza
de elefantes en Botsuana. Continuando por el poder Judicial, cuyo presidente
del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremos, Carlos Dívar,
fue forzado a dimitir al desvelarse la vida de lujo que llevaba a costa del
dinero público.
Tampoco es ejemplar el comportamiento de
los cargos políticos elegidos para desempeñar funciones legislativas, que no
cumplen con esa máxima de Plutarco: "La mujer de César no sólo debe ser
honrada; además debe parecerlo". A los envidiables salarios y pensiones
futuras que ellos mismos se autoadjudican, hay que añadir lo que perciben por
dietas, complementos y uso de coches oficiales.
En un país donde ser un asalariado
mileurista ha acabado siendo casi un privilegio, María Dolores de Cospedal, mujer
relevante en la esfera pública, declaró en 2011 unos ingresos totales de
158.388 euros netos, sumados los sueldos como secretaria general del PP,
miembro del Senado, presidenta de la Junta de Castilla-La Mancha y trienios
como abogada del Estado. Retribuciones todas ellas nutridas con fondos
públicos.
En cuanto al Gobierno, el fraude cometido
por el Partido Popular al incumplir sus promesas electorales desde el primer
día de mandato de Mariano Rajoy ya sería razón bastante para desobedecer sus
leyes. Un pueblo no vota a un gobierno para que lo convierta en víctima. Sólo
la primera tanda de recortes en las partidas presupuestarias de interés social
(Educación y Sanidad] alcanzó una cifra similar al primer cálculo de la
inyección de dinero público destinado a reparar la avería producida por la
descarada estafa cometida por los gestores de Bankia: 23.465.000.000 euros.
Cifra descomunal que se convierte en astronómica si nos tomamos la molestia de
traducirla a la antigua moneda 3.904.247.490.000 pesetas. En consecuencia otras
3.904.247.490.000 razones son como mínimo las que tiene hoy la ciudadanía
española para estar hasta las mismísimas gónadas del Gobierno y de los intereses
a los que éste obedece.
Antepuesto a un término, el prefijo des
denota negación o inversión del significado. Recurrente en el discurso político
y económico neoliberal Vg.: Desempleo, Desahucio, Deslocalización,
Desmantelamiento, Desocupación, Desorden, Despido, Desplazamiento,
Desregulación. Tales son los principales efectos "técnicos" de una
política que se lleva a cabo con el más absoluto Descaro, Desparpajo,
Desvergüenza y Desprecio de los más elementales principios de la Democracia.
Una política que se concreta en la Destrucción de la cohesión social que
proporciona el Estado de Bienestar. Frente a tales Desmanes, el sentido común
llama a ejercer la Desobediencia. Y el sentido político aconseja que esa
desobediencia discurra, al menos en primera instancia, por los mesurados cauces
de la vía civil.
¿Se
desobedece al paralizar un desahucio legal?
Paralizar, o intentar paralizar, un
desahucio significa desobedecer una orden judicial que responde a una ley. Esta
se materializa con la intervención de todo el aparato del Estado, desde
secretarios judiciales a policías para llevar a cabo por la fuerza el
lanzamiento de los moradores de una vivienda embargada. En este sentido, las
acciones de protesta llevadas a cabo por la Plataforma de Afectados por la
Hipoteca (PAH) constituyen un ejemplo de genuina desobediencia civil.
La PAH tiene su origen en el Taller
contra la Violencia In-mobiliaria i Urbanística creada en Barcelona en 2005. De
ahí surgió la "Carta de medidas contra la violencia inmobiliaria y
urbanística". Un documento en el que se constata la inoperancia de las
autoridades políticas en materia de vivienda y que concluía así: "Dada la
extrema gravedad de la situación y mientras no se apliquen las medidas exigidas
en este documento, los abajo firmantes hacemos un llamado a emprender acciones
de desobediencia civil que visualicen la insostenibilidad del modelo actual y
que generen redes de defensa, lucha y resistencia contra la violencia
inmobiliaria y urbanística".
La Plataforma aboga por el
replanteamiento de un modelo de vivienda que no obedece al interés social sino
a la especulación inmobiliaria. Aparte de ayudar a los afectados, los
activistas procurarán integrarlos de manera que sean los protagonistas de la
lucha, que cada afectado se implique en los problemas de todos, no sólo en los
suyos. Las sucesivas experiencias han permitido crear muchos núcleos locales de
la PAH que ponen en práctica diversas acciones para impedir desahucios. Desde
las concentraciones ante las viviendas de los afectados a las acampadas ante
sedes bancarias, que en algunas ocasiones consiguieron paralizar un desahucio.
Siete años después de la
firma de aquella carta inicial, la PAH ha conseguido muchas victorias. Gracias
a la movilización, algunos deudores han conseguido que les condonarán la deuda,
otros, una moratoria que les ha permitido permanecer unos meses más bajo techo.
Pero, sobre todo, las acciones han conseguido uno de los objetivos fundamentales
de la desobediencia civil: situar la cuestión en la agenda pública y obligar a
las instituciones a posicionarse después de varios años de silencio.
En noviembre de 2012, el detonante que
hizo saltar todas las alarmas sociales fue el trágico suicidio de Amaya Egaña,
una ex/concejal socialista guipuzcoana de 53 años, que se tiró por la ventana
de su piso en Barakaldo (Biz-kaia) cuando la comitiva judicial que iba a
desahuciar a su familia subía por la escalera. Tres semanas antes un hombre de
53 años a punto de ser desahuciado fue encontrado ahorcado en el patio de su
vivienda en Granada. Otro hombre de 50 años se tiró desde el balcón de su piso
en Burjassot (Valencia). A raíz de estos sucesos, la indignación social se hizo
insostenible.
Jueces, policías, médicos, cerrajeros o
banqueros comenzaron a resistirse a actuar como habían venido haciendo durante
años. Y los 46 jueces decanos de toda España expresaron su "apoyo
incondicional" al informe elaborado por siete jueces contra la actual
legislación hipotecaria. Ante este clamor de la opinión pública, el Gobierno
aprobó un Real Decreto-Ley que regula la suspensión del desahucio durante dos años
para las familias más vulnerables. Medida con más dosis de maquillaje que de
eficacia, pues no contempla una moratoria en el pago de la hipoteca sino sólo
una suspensión temporal de desalojo. La PAH tiene todavía por delante un largo
camino que recorrer.
¿Qué
es la desobediencia social?
Los métodos de la desobediencia civil han
creado una cultura de la protesta pacífica que se ha convertido en práctica
habitual de diversos movimientos sociales que persiguen fines no estrictamente desobedientes.
Concentraciones, encierros, y acampadas en lugares públicos, así como la
realización de performances callejeras. Se trata formas de protesta que adquieren
forma de eventos o actuaciones teatrales en plena calle. Sus protagonistas
escenifican los motivos de la misma representando, por ejemplo, a las víctimas
de guerra, del hambre o de las catástrofes ecológicas. Estas acciones tienen
como objeto crear conmoción social y repercusión mediática destinadas a
sensibilizar a la opinión pública en torno a un determinado problema.
Aunque en sí mismas no supongan
desobedecer una norma.
En la reunión del Laboratorio
della Disobbedienza Sociale, celebrada en Bolonia en 2002, se consolidó el Movimiento
de los Desobedientes, que unificaba una serie de grupos y experiencias en
desobediencia civil organizadas durante las jornadas de protesta
alterglobalizadora celebradas en Genova, en julio de 2001. Este movimiento
lanzó la idea de la desobediencia social como una forma de superar la
desobediencia civil, entendida esta como una práctica "protegida",
encerrada en el marco de una doctrina liberal.
Según este punto de vista, la
desobediencia civil tradicional consistiría en la confrontación con una ley o
una autoridad pública que se considera en contradicción con una ley o norma de
rango superior. Se trataría, por lo tanto, de un tipo de desobediencia
limitada, condenada a ser recuperada por un orden normativo que quedaría
siempre en alguna medida reforzado. Frente a ello, la desobediencia social
cobra carácter de un tipo de subversión radical, no recuperable para el sistema
normativo establecido, por cuanto lo desborda, poniendo en tela de juicio la
propia legitimidad del dominio y del mando estatales.
Tal vez no fuera necesario crear nuevos
conceptos y distinciones, sino integrar, dentro de la desobediencia civil, la
propia evolución que adquieren las acciones desobedientes para adaptarse a los
cambios del entorno. Antonio Casado da Rocha ha señalado que:
"En toda teoría los aspectos
descriptivos y normativos a menudo se solapan. En nuestro caso, esto quiere
decir que en toda definición de la desobediencia civil no queda claro si eso es
lo que los desobedientes civiles de carne y hueso son, o si sólo es aquello que
deben ser para que el teórico les otorgue la bendición desde su cátedra. Quizá
toda esta obsesión por la definición no sea demasiado fértil; ¿no podría ser
desobediencia civil sencillamente lo que hacen los desobedientes civiles? ¿De
qué nos sirve una elaborada y compleja clasificación de la desobediencia civil
si, a fin de cuentas, resulta que no ha existido en la historia de la humanidad
ningún desobediente civil en estado químicamente puro?"
Por esta razón estima Casado da Rocha con
acierto que la actitud más inteligente podría ser la de considerar la
desobediencia civil a partir de los dichos y hechos de los desobedientes
civiles: "No hay más desobediencia civil que la que los desobedientes,
anónimos o célebres, han protagonizado con su (en ocasiones heroico)
sacrificio. Y es que toda definición que pretenda encerrar y agotar con unas
cuantas distinciones al espíritu de la desobediencia está condenada a ser
inservible al cabo de cierto tiempo".
Uno de los movimientos sociales surgidos
al calor de la crisis, los recortes sociales y la falta de representación política,
la Plataforma 25-S, se negó a pedir permiso para sus convocatorias de rodear el
Congreso de los Diputados. "No vamos a notificar la convocatoria del
sábado a la Delegación porque nuestras acciones son de desobediencia
civil", dijeron a raíz de una de sus acciones.
¿No
deberíamos también desobedecer en el trabajo?
Resulta paradójico que la gran
indignación que invade a muchas personas ante las normas emanadas del entramado
legal, y contra las que proclaman la insumisión, se disuelva como un azucarillo
en un vaso de agua tan pronto entran en el taller, la oficina o cualquier otro ámbito
laboral. Muchos se indignan ante la actuación policial, pero la mayoría social
parece afectada por una ceguera política congénita ante el hecho evidente que,
con gran agudeza, señala Bob Black: "tu supervisor o tu capataz te da a ti
más órdenes durante una semana que toda la policía durante una década".
Este anarquista estadounidense, autor de
La abolición del trabajo, sostiene la tesis de que el trabajo es la fuente de
casi toda la miseria en el mundo. Casi todos los males que puedas mencionar
provienen del trabajo. "Si pasas la mayor parte de tu vida recibiendo
órdenes o besando culos, si te acostumbras a la jerarquía, te convertirás en
pasivo agresivo, sadomasoquista, servil y estúpido, y llevarás ese peso a todos
los aspectos del resto de tu vida".
En opinión de Bob Black: "La gente
que pasa su vida regimentada, guiada de la escuela al trabajo y enjaulada por
la familia primero y el asilo de ancianos al final, está habituada a la
jerarquía y es psicológicamente esclava. Su aptitud para la autonomía se halla
tan atrofiada que su miedo a la libertad es una de sus pocas fobias con fundamento
real. Su entrenamiento en la obediencia en el trabajo se lleva a las familias
que ellos forman, reproduciendo de esta manera el sistema en formas diferentes,
y se lleva a la política, la cultura y todo lo demás. Una vez que has drenado
la vitalidad de la gente en el trabajo, probablemente se someterán a la
jerarquía y a la especialización en todo. Están acostumbrados a ello".
Aturdida por la prepotencia de ese
discurso economicista que preconiza que no existen alternativas al modelo actual,
la sociedad se ha olvidado del análisis de la explotación laboral. Recordaremos
este pasaje de El Capital donde Carlos Marx da entrada a "la voz del
obrero, que había enmudecido en medio del tráfago del proceso de
producción".
La
mercancía que te he vendido, dice esta voz, se distingue de la chusma de las
otras mercancías en que su uso crea valor, más valor del que costó. Por eso, y
no por otra cosa, fue por lo que tú la compraste. Lo que para ti es explotación
de un capital, es para mí un estrujamiento de energías. [...]. El uso de mi
fuerza diaria de trabajo te pertenece, por tanto, a ti. Pero hay algo más, y es
que el precio diario de venta abonado por ella tiene que permitirme a mí
reproducirla diariamente, para poder verla de nuevo. Prescindiendo del desgaste
natural que lleva consigo la vejez, etc., yo, obrero, tengo que levantarme
mañana en condiciones de poder trabajar en el mismo estado normal de fuerza, salud
y diligencia que hoy. Tú me predicas a todas horas el evangelio del
"ahorro" y la "abstención" [...] En lo sucesivo, me
limitaré a poner en movimiento, en acción, la cantidad de energía estrictamente
necesaria para no rebasar su duración normal y su desarrollo sano. [...] Una
cosa es usar mi fuerza de trabajo y otra muy distinta desfalcarla.
Se
han generalizado las convocatorias de protestas en domingo. ¿A quién se le ocurrió
la desdichada idea de malgastar en manifestaciones ese tiempo en que Monsieur
Capital nos concede tregua laboral? ¿No sería mejor aprovecharlo para
descansar? Las protestas, de lunes a viernes, por favor, que es cuando las
fábricas, los talleres y las oficinas están abiertos. Y también las Bolsas
donde hacen negocio los especuladores.
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